El Tribunal de Apelaciones Civil de 1er Turno condenó al Ministerio del Interior a pagar US$ 20.000 por daño moral al padre de un preso que se suicidó en su celda en 2020, cuando le quedaba menos de un año para recuperar la libertad. Si bien el monto solicitado había sido más del doble, el Tribunal entendió que no correspondía por "no acreditarse un vínculo afectivo". Los suicidios en cárceles, un problema que las autoridades enfrentan desde hace tiempo, se mantuvieron en 2024 con respecto al año anterior.
El caso que se resolvió en las últimas semanas ocurrió en 2020. El joven de 25 años era reincidente, así que ya había pasado por la cárcel. Vivió gran parte de su mayoría de edad en prisión debido a las múltiples condenas que recibió.
Primero ingresó al sistema penitenciario por delitos de violencia doméstica, lesiones personales, desacato, violación de domicilio, amenazas y atentado.
Luego fue nuevamente condenado por delito de porte de arma de fuego con un delito de violencia privada, para lo que se encontraba cumpliendo condena al momento de fallecer. Le quedaba poco menos de un año para recuperar la libertad.
Por motivos que se desconocen, decidió suicidarse dentro de su celda, por lo que meses después, su familia comenzó una demanda al Ministerio del Interior por daños y perjuicios.
"Fue abandonado totalmente por las autoridades carcelarias, que nunca le dieron atención, debido a sus antecedentes", aseguró la defensa legal del padre en un documento al que accedió El País, e hizo énfasis en que "a la cárcel no se entra para morir, sino para ser rehabilitado".
Uno de los argumentos para presentar la demanda fue que, según el relato del padre, su vida "quedó destruida por la pérdida de su hijo, que estaba en vías de recuperación para recomenzar una vida fuera de prisión".
Desde el Ministerio del Interior se opusieron a la demanda. Si bien la cartera ya había sido condenada en primera instancia, apelaron y aseguraron que el juez hizo alusión "a particularidades del caso en forma genérica".
Destacaron que la relación padre-hijo no era buena como se intentó mostrar. Es que, durante los primeros meses de condena, la cartera argumentó que el padre solo visitó a su hijo en una oportunidad, mientras que en su segunda reclusión no recibió ninguna visita.
Además, señaló que en el período que el fallecido estuvo en libertad trabajaba con su padre, pero que lo echó porque "según él le juntaba todos los delincuentes”. "Incluso fue quien denunció a su hijo a la policía por la actitud agresiva de este y el temor que le generó de ser agredido", argumentó la defensa.
La respuesta del entorno legal del padre fue que los hechos fueron de violencia desde el hijo hacia el padre, pero que eso "no significa que el padre no sintiera afecto hacia el hijo".
Si bien este punto no hizo al Tribunal desestimar la demanda, fue tenido en cuenta al momento de fijar el monto a pagar por parte de la cartera, que finalmente quedó en US$ 20.000.
Muertes violentas y suicidios
En 2023 se suicidaron 13 reclusos, y la tasa de suicidios en la población carcelaria fue 4,5 veces más alta que en las personas que viven en libertad —que había sido 21.1 cada 100.000 habitantes—, según surge del libro blanco del sistema penitenciario, realizado por la socióloga Ana Vigna para el Ministerio del Interior.
El número de suicidios se mantuvo en 2024, según datos preliminares del Comisionado Parlamentario, pero la tasa bajó debido al gran incremento de la población carcelaria entre un año y el otro. La tasa pasó de ser 87 suicidios cada 100.000 habitantes a ser de 82.
Pero si bien este número disminuyó, las muertes en cárceles aumentaron. Y dentro de ellas, las muertes violentas —integradas por los homicidios, suicidios y las accidentales—, aumentaron.
En 2024 murieron 57 presos, 35 de ellos de forma violenta —y uno que todavía se encuentra indeterminado. El año anterior habían sido 51, y 32 los fallecidos violentamente.
"Los altos niveles de mortalidad bajo custodia (del Estado) dan cuenta de la escasa capacidad estatal para generar condiciones dignas de habitabilidad, así como niveles de atención adecuados y oportunos", dice Vigna en su investigación.