Redacción El País
El asesinato del empresario Gonzalo Aguiar a manos de su exesposa, Romina Camejo, generó conmoción en el entorno y abrió diversas investigaciones en Fiscalía. Y es que más allá del fatídico desenlace, Aguiar contaba con un oscuro pasado de extorsiones, mentiras y posibles delitos mayores.
Cuando Aguiar y Camejo se conocieron ella tenía 23 años y soñaba con tener una carrera artística. Él se contactó con ella para ser su manager, la llevó a cantar a un conocido festival y allí nació el amor.
Fueron tres años de relación con idas y vueltas marcadas por los celos y cuestiones de género, dijo una fuente del caso a El País.
En cada separación, la joven volvía a la casa de sus padres en Montevideo. A la semana o dos, Aguiar viajaba a Montevideo a reconquistarla. Luego, la agasajaba con buenos autos. Los familiares de Camejo no sabían si esos vehículos eran de Aguiar o si los alquilaba.
En una ocasión, Aguiar simuló una falso secuestro de uno de los sobrinos de Camejo que trabajaba con él en la empresa cannábica, según las fuentes. Lo encerró en un hotel junto con su joven pareja. Luego le sacó una foto con una capucha. En la imagen se pedía un rescate porque supuestamente el muchacho debía dinero a una “boca” de drogas. Esa foto llegó a los familiares de Camejo. La joven pidió a su marido que intercediera y él “solucionó” el secuestro. Así se acercaba más a su pareja.
Para lograr su admiración, Aguiar contrató a actores para que se hicieran pasar por amigos de él y, en una reunión, contaron a la joven que él había integrado la Navy Seal, una unidad de elite de la marina estadounidense. Nada era verdad.
Hoy hay dos fiscalías especializadas detrás del pasado del empresario. Investigan si Aguiar cometió delitos como estafas, ocultamientos de bienes, usurpaciones de títulos y eventual uso de testaferros.