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La expansión mundial del PCC, sus 42.000 miembros y sus huellas en Uruguay

El grupo criminal que emergió desde las cárceles de San Pablo, ya opera en 24 países, según informe periodístico.

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Obras en el Puerto de Montevideo
Montevideo: investigación concluye que el Puerto capitalino no tiene relevancia en el tráfico internacional de drogas
Foto: Francisco Flores

O Globo/GDA*
Era su día libre, por eso los dos investigadores de la Policía Civil regresaban desarmados de un partido de fútbol cuando se toparon con un Chrysler Stratus en la Marginal Pinheiros, en San Pablo. En el auto iban dos personas. Una de ellas era Marcos Willians Herbas Camacho, conocido como Marcola, quien en poco tiempo pasó de ser un carterista en el céntrico barrio de Glicério, donde nació, a uno de los mayores atracadores de bancos del país. El coche se detuvo frente a un teléfono público y de él salió un hombre alto y de nariz larga. Como la policía sólo había visto a Marcola a través de fotografías, no lo reconocieron de inmediato, pero su gran nariz los puso en alerta. Al ver la escena, el conductor del vehículo se dio a la fuga, dejando allí a su acompañante a merced de los agentes.

-A Marcola lo agarraron y hoy sigue en la cárcel. Fue una coincidencia -recuerda el fiscal Márcio Sérgio Christino, autor de “Laços de Sangue, la historia secreta del PCC”.

Encarcelado desde junio de 1999, Marcola es considerado la máxima autoridad de la facción paulista del Primeiro Comando da Capital (PCC), presente hoy en todo Brasil y América Latina -incluso Uruguay-, además de Estados Unidos y parte de Europa y Medio Oriente, según un informe del Grupo de Acción Especial para la Represión del Crimen Organizado (Gaeco) del Ministerio Público de San Pablo. Con alrededor de 42 mil miembros debidamente bautizados, la organización tiene base en al menos 24 países, con tentáculos que, si se incluye la distribución de drogas a intermediarios, llegan a los cinco continentes. Para Gaeco, según consignó O Globo, hay 116 miembros del PCC en Uruguay.

Actualmente, el PCC cuenta con el doble de miembros fuera de San Pablo, donde fue fundado hace más de tres décadas, además de más de mil representantes en el exterior, que estrechan vínculos con grupos mafiosos como el clan Šaric, de Serbia, y la 'Ndrangheta, de Calabria, Italia. Los ingresos estimados en al menos mil millones de dólares al año provienen, en su mayor parte, precisamente del tráfico internacional de drogas, que ya representa el 80% de los beneficios de esta facción.

Integrantes del PCC en un motín en la cárcel de Alcacuz, en Natal.
Integrantes del PCC en un motín en la cárcel de Alcacuz, en Natal.
Foto: Archivo El País

Génesis

El PCC se formó el 31 de agosto de 1993 en la Casa de Custódia de Taubaté, conocida como Piranhão, con el objetivo de combatir la opresión en el sistema penitenciario y prevenir nuevas masacres como la de Carandiru -conocida mundialmente como la mayor matanza de presos en la historia del país, con 111 muertos, episodio que incluso aparece en el estatuto original de la pandilla. Entre los ocho fundadores estuvieron Mizael Aparecido da Silva, creador del primer estatuto de la organización; Idemir Carlos Ambrósio, la Sombra, su primer jefe; César Augusto Roriz da Silva, conocido como Cesinha, cuya firma era la decapitación de rivales; y José Márcio Felício, conocido como Geleião, inventor de la sigla PCC. Marcola, que luego tomaría el control del grupo, no estuvo entre los fundadores.

Un partido de fútbol entre el “Comando Caipira”, presos de ciudades del interior de San Pablo, y el “Comando da Capital”, presos de la ciudad de San Pablo, es lo que marca el origen de la facción. Luego de una pelea entre los equipos, que terminó con dos muertos, los rivales llegaron a un acuerdo de protección por temor a represalias. El grupo permaneció oculto hasta que sus integrantes comenzaron a ser trasladados a otras cárceles de San Pablo y comenzaron a reclutar miles de miembros.

Expansión global

Si antes el lema del grupo era “ayudar a los presos y sus familias”, financiando abogados y viajes en autobús para visitar cárceles del interior, el escenario no tardó en cambiar. El enfoque en los ingresos provenientes de diversas actividades criminales coincide con el ascenso a principios de la década de 2000 de Marcola, quien apostó a la que se convertiría en la principal fuente de ingresos de la pandilla: el tráfico de drogas.

La medida dio sus frutos y, en las últimas dos décadas, el PCC no solo reforzó su hegemonía en las cárceles de San Pablo, sino que también expandió sus brazos por todo el territorio nacional, controlando la venta de narcóticos en múltiples puntos. Más recientemente, su último y más ambicioso paso fue echar raíces en Europa y estructurar el tráfico fuera de Brasil. El alcance internacional llamó la atención del gobierno estadounidense. En 2021, el PCC fue incluido en una lista de bloqueo por parte de la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC), institución del Departamento del Tesoro de Estados Unidos.

La historia de la internacionalización de la facción comienza con su instalación en Santos, no por casualidad la ciudad que alberga el mayor puerto de Brasil. A mediados de la década de 2000, la organización aún no era hegemónica en la región y competía por algunos puntos de venta de drogas con Ronaldo Barsotti, conocido como Naldinho. Detenido en 2005 y liberado en 2009, desapareció y nunca más se le volvió a ver. La desaparición, atribuida informalmente al PCC, abrió definitivamente un espacio para que el grupo controlara el tráfico minorista en la costa de San Pablo.

Puerto de Montevideo
Puerto de Montevideo
Foto: Archivo El País

El primer método que utilizó el PCC para enviar cocaína en grandes cantidades al extranjero se llama estafa/estafa. La estrategia consiste en irrumpir en contenedores y reclutar personas que llevan grandes cantidades de la droga en mochilas para arrojarla rápidamente en el compartimento, que se cierra con un sello clonado para pasar desapercibido en la aduana. En Europa, los socios internacionales del PCC pudieron recuperar la droga en el puerto de destino.

Desde entonces, para evadir la inspección, el operativo se ha ido perfeccionando con diferentes estrategias, como esconder la droga entre bolsas de grano, utilizar veleros e incluso contratar buzos profesionales, que esconden la carga en el casco de los barcos. En 2022, un brasileño reclutado por el PCC murió en el puerto de Newcastle (Australia) mientras buceaba para intentar recuperar un cargamento de cocaína. El incidente también alertó a las autoridades sobre la entrada de la facción en la ruta Asia/Pacífico, que paga más por la cocaína al por menor.

La droga enviada por el PCC tiene como destino decenas de puertos diferentes, pero algunos con mayor frecuencia, como Le Havre (Francia), Hamburgo (Alemania), Rotterdam (Países Bajos) y, sobre todo, Amberes (Bélgica). Hay varios elementos que contribuyeron a que la mayor facción brasileña conquistara los mercados internacionales, según los expertos, y uno de ellos fue la capacidad de crear una marca. Las siglas PCC, destaca Anna Sergi, son hoy casi tan conocidas por los criminólogos como los nombres de los cárteles históricos mexicanos y colombianos, actualmente más fragmentados. * Aline Ribeiro, Hyndara Freitas y Rafael García

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