El bolso de los medicamentos era de color negro. El chofer del ómnibus de Cutcsa siniestrado el sábado 26 en la rambla de Pocitos lo llevaba normalmente al costado de su asiento. Tomaba cinco pastillas, según dijeron sus compañeros a El País, algunas de ellas estaban relacionadas con tratamientos contra ansiedad.
En Cutcsa, son varios los que lo critican: pendenciero, con una ficha llena de faltas, problemas en el trato con guardas, alguna eventual discusión con su socio y escasa paciencia cuando tenía dificultades en las horas de denso tráfico montevideano.
En una ocasión, tuvo una fuerte discusión con un guarda. Últimamente, circulaba en modo "micro": sin guardas.
De pocas palabras, el conductor accidentado no tenía amigos. Algunos de sus compañeros sabían que era muy irascible y trataban de evitarlo lo máximo posible.
"En una ocasión llegó a perseguir a un ómnibus por varias calles por un problema en el tránsito. Era una persona con problemas psicológicos. A veces se bajaba a discutir con otro chofer o con un pasajero", relató un funcionario de Cutcsa.
Con 65 años, a punto de jubilarse, el conductor estaba harto del trabajo y de los dobles turnos, según señalaron sus defensores. Casado en segundas nupcias y con una hija —aclararon que no conocen otros hijos—, el conductor no iba a las reuniones sociales de colegas.
Su máxima preocupación era tener el ómnibus en impecables condiciones: se preocupaba de los cambios de aceites y filtros y presiones de los neumáticos, entre otros detalles. Cuando entregaba el ómnibus a otro socio, le decía: "Quedate tranquilo que está todo bien". Su coche, dicen sus compañeros, era uno de los mejores mantenidos de la empresa.
Las horas previas al accidente fueron duras para el conductor, relataron funcionarios de la compañía. Como su socio había sido suspendido semanas atrás, el chofer hacía en ocasiones doble turno. Pasadas las 22:00 horas del día anterior al accidente, el conductor hizo el horario nocturno y continuó en la mañana de ese sábado fatídico.
Entre un turno y otro, uno de sus compañeros lo vio en la Aduana (en la calle Lindolfo Cuestas y Washington) tirándose agua en la cabeza con una regadera. Dos conductores de Cutcsa confirmaron esta versión.
"Un tipo normal"
Un chofer narró que su colega, hoy en el CTI de una mutualista por lesiones en la columna y en el cráneo, también enfrentó problemas familiares.
"Es cierto que no es de hablar mucho. Pero es una persona respetuosa. También es verdad que es un 'calderita' (se enoja fácilmente) en el tránsito. Pero en la terminal es un tipo normal con los compañeros", agregó.
Según supo El País, el conductor accidentado no sufrió ni un ACV ni un infarto antes de la loca carrera del ómnibus que comenzó después de la plaza Varela (Bulevar Artigas y Avenida Brasil) y recorrió más de una decena de cuadras para terminar en el agua de la playa Pocitos. El chofer salió despedido por el parabrisas cuando el ómnibus se detuvo en forma brusca en la arena mojada.
En el video, dice el conductor consultado por El País, se aprecia que el motor del ómnibus está demasiado acelerado. "También se lo ve (al chofer) manipulando los controles de la caja de cambio. Quería poner el freno de motor", añadió.
El ómnibus cuenta con un sistema que se frena en forma automática cuando surge un desperfecto. A diferencia de otras teorías, el conductor consultado afirmó que su colega accidentado trató de salvar a los pasajeros.
"Logró esquivar a un auto que circulaba por Avenida Brasil. No podía seguir por la misma senda de Avenida Brasil porque adelante tenía a un ómnibus y a un taxi. Por eso cambió de senda y continuó a contramano. Él estaba tratando de aminorar la velocidad y no podía hacerlo", explicó.
Y agregó: "La única opción que le quedaba era cruzar la rambla y terminar en la arena. Fue lo que hizo. Incluso logró colocar el ómnibus entre un semáforo y una columna antes de romper el muro y llegar a la arena. Él se llevó la peor parte. Tiene tres vértebras y tres costillas fracturadas, lesiones en un omóplato y un pulmón comprometido".
Cuatro pasajeros sufrieron heridas de entidad. El caso es investigado por el fiscal de Flagrancia de 8° Turno, Leonardo Morales, con la asistencia de la Prefectura de Trouville. Seis pasajeros de los 15 que llevaba el ómnibus contrataron a los abogados Rafael Silva y Gumer Pérez para iniciar juicios al conductor y a la empresa.