La familia de Edward Vaz -un docente de inglés asesinado en el interior de su vivienda en Punta del Este- inició una demanda contra dos mujeres condenadas por su homicidio. Se trata de la expareja del fallecido y una amiga de esta, quienes cumplen una condena como coautora y cómplice, respectivamente, del crimen.
El reclamo civil alega que tanto la madre como el hijo del hombre asesinado fueron vulnerados por las dos mujeres, tras la muerte del docente. En este sentido, es que realizan la demanda por los daños morales ocasionados y reclaman a sus victimarias un total de US$ 800.000.
Los hechos que llevaron a la muerte de Vaz, tuvieron sus inicios a mediados de 2018. El plan para asesinarlo contó con la participación de siete personas, todas condenadas por la Justicia.
El Plan
La sentencia de la que la Suprema Corte de Justicia rectificó dos resoluciones anteriores y permitió conocer los detalles previos al crimen ocurrido el 9 de julio.
Aquel día, el hijo del fallecido, encontró a su padre herido en suelo de su casa y sin dudarlo dijo: “Esta fue mi madre”. La mujer se llama Lulukhy Moraes y es la persona demandada por la familia de Vaz.
La princesa gitana -como se la conoce por ser hija del rey gitano en Punta del Este- convivió 10 años con el fallecido luego de estar separados, en una mansión valorada en más de US$ 1 millón. Se trata de la vivienda de Punta del Este conocida como la “Mansión del Sexo”, ya que había sido escenario de fiestas swinger en el pasado.
La jueza del caso, Ana Guzmán, dio por probado que Moraes y su pareja en aquel entonces, Mauro Machado, planearon el asesinato de Vaz.
Para esto Machado comenzó por contratar a Mathías Guarteche, un conocido de su barrio en Montevideo, al que le ofreció dinero para trasladar a dos sicarios desde Montevideo a Maldonado. Al llegar a la ciudad iban a hacer trasbordo en otro auto que lo manejaría alguien que conocía con detalle el edificio donde vivía Vaz: Franco Silvera.
Este era un empleado de Moraes y Machado, que había trabajado para Vaz. Este hombre llevó a los sicarios hasta la casa de Vaz, los esperó y los devolvió al auto de Guarteche para que el hombre los regresara a Montevideo una vez que ejecutaran al profesor.
Pero para que Silvera y Guarteche pudieran concretar ese encuentro necesitaban hablar por teléfono. Ahí es cuando entra en escena “la amiga dócil”. Así describió la jueza Guzmán a Leticia Giachino, la segunda demandada por la familia del profesor asesinado y amiga de Moraes.
La implicada compró dos celulares con su segundo apellido y estos fueron entregados a los sicarios.
El día del homicidio, uno de los sicarios, Carlos Alberti, tocó el timbre de la mansión. Respondió la pareja de Vaz y Alberti pidió verlo. Cuando Vaz bajó, el otro sicario, al que la magistrada se refiera como “Alfa”, lo ejecutó de dos disparos.
Por el trabajo, quien tocó el timbre cobró $ 3.000 y quien disparó $ 7.000.