Una mujer fue condenada por haber formado parte de un grupo que se dedicaba a cometer estafas a personas mayores. Ella era la encargada de retirar el dinero que las víctimas entregaban tras caer en la historia que les relataba un hombre por teléfono. La incautación de una peluca y mensajes de WhatsApp, a los que se llegó a partir de una maniobra fallida, fueron claves para identificarla como coautora.
Si bien Fiscalía investigaba a la mujer y la imputó inicialmente por asociación para delinquir y tres delitos de estafa, finalmente llegó a un acuerdo abreviado en el que se declaró culpable de dos estafas. El delito de asociación para delinquir y una tercera estafa fueron sobreseídos.
La mujer deberá cumplir con ocho meses de prisión efectiva, aunque como cumple con medidas cautelares desde agosto, su condena finalizará en abril del próximo año.
Los investigadores llegaron a ella luego de una maniobra en la que la banda intentó estafar a una mujer de 75 años el pasado 8 de agosto, según surge de una audiencia a la que accedió El País. Un hombre llamó a la víctima por teléfono fijo diciendo ser su hijo y recomendando sacar el dinero del banco porque se iba a "venir un corralito".
A los minutos, la mujer se subió a un taxi que su supuesto hijo le había dicho que la pasaría a buscar, y se dirigió hacia la sucursal del Banco República ubicada en Avenida Rivera y Francisco Soca. Al llegar, comentó brevemente la situación a un policía, quien se mostró sorprendido y alertó a los funcionarios del banco. Sospechando que podía tratarse de una estafa, le dijeron a la mujer que antes de retirar el dinero llamara a su hijo para corroborar la situación. Él atendió, y quedó expuesta la maniobra.
La Policía se dirigió hacia la casa de la víctima y se encontró con un auto estacionado en la esquina, que los efectivos ya tenían identificado por haberse utilizado para cometer otros delitos. El vehículo arrancó y comenzó una breve persecución, tras la cual fueron identificados los tres ocupantes, entre ellos la mujer ahora condenada.
Entre los elementos incautados hay una peluca, que luego se comprobó que ella usó para una maniobra anterior, y celulares, de los cuales se extrajo información clave para la condena. Allí se encontraron chats que tanto la condenada como uno de sus compañeros mantenían con un tercero que era quien coordinaba las acciones.
"Escuchá hermano, el Oreja está ahí, vamos a ver qué pasa. Es suerte y verdad. Vamos a seguir tirando a ver qué hace esa vieja adentro del banco", dijo el coordinador en un mensaje de audio que le envió a uno de los estafadores. "Si la retira, cobramos, y sino bueno. Achíquen ahí por la zona que ella se fue para ahí", terminó el mensaje.
Entrega de joyas
La otra estafa cometida por la mujer y su grupo había sido el 30 de julio. Ese mediodía, la empleada doméstica de una anciana de 70 años atendió una llamada, también al teléfono fijo, en la que un hombre decía ser el sobrino de la propietaria, que vive en Argentina. El estafador pidió de forma "urgente" que buscara joyas y dinero que tenía en el domicilio porque iba a haber "un corralito como en los 2000", y que se los entregara a una representante de un banco que pasaría por el domicilio.
Y eso fue lo que pasó. La empleada reunió dinero y joyas y se las entregó a la ahora condenada, que se presentó en la casa vistiendo lentes, bufanda y una peluca rubia.
Si bien los elementos entregados no fueron valuados por la víctima, en la audiencia a la que accedió El País se aclaró que habían joyas de oro y plata.
Finalmente, repararon en que se trataba de una estafa, por lo que realizaron la denuncia, que sumó elementos para la investigación fiscal y policial.
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