La fiscal marca que el acusado de asesinar a Lola Chomnalez no actuó solo

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Policía Científica en la playa. Foto: Ricardo Figueredo.

POLICÍA CIENTÍFICA Y FORENSE COINCIDEN

Policía Científica y forense coinciden en que dos cuchillos hirieron a chica, dice acusación.

Eran casi las 3 de la tarde del 28 de diciembre de 2014. A un kilómetro del balneario Valizas, el carpintero Héctor T. mira el mar con el agua hasta la rodilla. A lo lejos ve acercarse a Lola Chomnalez (15). Otros dos desconocidos pasan corriendo al lado de Lola en dirección al balneario Aguas Dulces. Héctor no ve sus rostros. Sí observa que Lola recoge caracoles en la playa sin prisas.

La chica no repara en aquel hombre que la observa desde unos 10 metros. Héctor T. la sigue con la mirada. Lola camina por parte del agua y parte de la arena. “La veo venir, se entretiene y pasa por mí”, declara Héctor T. en el Juzgado de Rocha el 8 de enero de 2015.

El carpintero sale del agua y vuelve a mirar a Lola. La adolescente lleva un short tipo pollerita, de tela fina, de color claro. El testigo no se fija en el buzo que llevaba Lola. Sí le llama la atención la mochila rosada que la joven lleva en la espalda con un formato de porta notebook.

Héctor T. piensa: “Estos adolescentes no pueden desprenderse de las computadoras”.

El carpintero sale del agua. Luego, como todos los días, Héctor empieza a correr en dirección a Valizas. A unos 200 metros, cuando comienzan los primeros ranchos del balneario, Héctor se cruza con un individuo que camina rápidamente detrás de Lola.

“Era una persona de pelo negro, bigote corto y espeso de color negro. Llevaba un short o bermuda negro y una remera negra, no recuerdo si iba descalzo (...) Caminaba rápido. En algún momento Lola y él se iban a juntar”, relata el testigo según el expediente judicial al que tuvo acceso El País.

Padres de Lola Chomnalez. Foto: Francisco Flores.
Padres de Lola Chomnalez. Foto: Francisco Flores.

Además de las dos pruebas de ADN que incriminan al hoy procesado Leonardo David Sena, la fiscal de Rocha, Jessica Pereira, señala en la acusación que el testimonio de Héctor T. describe al hoy acusado.

“Por si esto fuera poco, es de fácil determinación el parecido físico del imputado con la persona que el testigo (Héctor T.) manifiesta haber visto caminando por la playa el día de los hechos, así como también con el identikit realizado en virtud de las declaraciones”, dice el escrito de la Fiscalía.

Y agrega: “Lo anterior (el testimonio del testigo), sumado a la evidencia científica, no hace más que concluir en la participación del imputado Leonardo Sena en la muerte de Lola Chomnalez”.

En su declaración en el Juzgado de Rocha, Sena dijo que se encontraba trabajando en Valizas por la temporada desde las fiestas -24 de diciembre de 2014 en adelante- y que solía caminar a la playa en su hora libre, entre las 14:00 y las 17:00 horas.

“Caminé a la playa bajando por la calle principal y a la izquierda avisté una mochila rosada. Era como una mochila olvidada en la playa. Antes, en mi trabajo, se me había caído un casillero de cervezas y me corté; pedí curitas a otra empleada. En la playa, lo único que hice fue abrir la mochila para sacar dinero. A ella (por Lola) ni la vi; no hice nada malo”, testificó Sena con la intención de exculparse del crimen.

La fiscal Pereira expresa, en su escrito, que la versión de Sena resulta “a todas luces inverosímil”, ya que “no logra explicar” que su sangre estaba mezclada con la de la víctima en la DNI y también aparece en la toalla de la chica que se encontraba en la mochila.

Tampoco explica Sena, insiste la fiscal, que la mochila haya aparecido a casi cuatro kilómetros del lugar donde el imputado presuntamente la vio, después de días de intensos rastrillajes y búsquedas por parte de particulares y funcionarios policiales.

Hombre procesado por crimen de Lola Chomnalez. Foto: Eduardo Barreneche
Hombre procesado por crimen de Lola Chomnalez. Foto: Eduardo Barreneche

“La versión aportada (por Sena) carece de todo respaldo probatorio”, expresa la fiscal Pereira en la acusación. E insiste sobre el punto: “Cuando Sena dio muerte a Lola y luego le hurtó el dinero que ella tenía consigo ($ 1.000), enterró la mochila a metros del lugar (del homicidio), lo que llevó a que el hallazgo de dicho bolso ocurriera recién el 14 de enero siguiente”.

Es decir, más de dos semanas después de la fecha de la muerte de la adolescente.

“La única explicación razonable y que explica la presencia del ADN de Sena en el DNI y en la toalla que Lola tenía en su mochila es que (éste) fue uno de los autores de su homicidio”, advierte la fiscal.

Más de uno

En su escrito, la fiscal le dedica gran parte del texto a argumentar que los matadores de Lola fueron por lo menos dos.

Dice que la adolescente fue interceptada por los agresores en la playa a unos tres kilómetros de Valizas y a unos siete de Aguas Dulces. Y sostiene que los hombres la llevaron por la fuerza a una zona de médanos ubicada a 145 metros de la playa y la mataron sofocándola contra la arena. No hubo ataque sexual, según el forense.

En su acusación, la fiscal Pereira cita los informes de la forense Zully Domínguez, los que señalan que las heridas sufridas por Lola podrían haber sido generadas por dos armas distintas, lo que “daría lugar a la existencia de más de un agresor”. Tal extremo fue constatado por el exdirector de Policía Científica, José Azambuya. “Ella no llega (a la zona de arbustos) en forma voluntaria, la llevan hasta ahí con algún tipo de amenazas. Los cortes en los brazos pudieron haber sido intimidatorios. Y no fue llevada por una sola persona, tal vez dos”.

Domínguez, a su vez, apunta hacia los filos de los cuchillos que provocaron heridas a la joven para argumentar que el homicida no fue uno. Ello, sostiene la especialista, deja entrever que “los agresores hayan sido dos y las armas con diferentes filos. Que la muerte haya sido el día domingo (28 de diciembre de 2014). La existencia de más de un agresor también es reafirmada por la junta médica, cuyos integrantes dicen: “pensamos en más de un atacante de complexión delgada, no muy musculoso”.

El jueves 19, el juez rochense Juan Giménez, hizo lugar a la acusación fiscal y procesó con prisión a Leonardo David Sena, de 39 años, como autor de un delito de homicidio muy especialmente agravado. Hace tres años, el 22 de mayo de 2019, a pedido del entonces fiscal de Rocha, Jorge Vaz, la jueza subrogante Rossana Ortega remitió al cuidacoches Ariel Moreira, alias “el Cachila”, por coautoría de un delito de homicidio agravado. Ambos procesados son de complexión delgada.

Un caso penal que nunca se cerró

El 30 de diciembre de 2014, tres hijos del pescador Ricardo Gamberini, encontraron los restos de Lola Chomnalez semienterrados en la arena en una zona de acacias, entre los balnearios Barra de Valizas y Aguas Dulces. El cuerpo se encontraba a 150 metros de la costa, cerca de una cañada denominada “El Arinos”. Un día antes, la madrina de Lola, Claudia Fernández, había denunciado a la Prefectura Nacional Naval la desaparición de la joven.

El caso no podía empezar peor. Jueces y fiscales suplentes que duraban pocos días porque los titulares estaban de vacaciones y enfrentamientos entre la Justicia y el Ministerio del Interior de la época. Más de 100 personas declararon como indagados o como testigos en las primeras semanas. El caso nunca se cerró aunque cayó en fojas cero en varias ocasiones.

El expediente judicial revela que el viaje a Valizas significó la primera salida de Lola afuera de su casa. En un principio, la adolescente había planificado irse a veranear con una amiga a Punta del Este. Posteriormente, Lola cambió de planes tras recibir una invitación de su madrina de veranear en Valizas y obtuvo la anuencia de sus progenitores.

Tras la desaparición de Lola al día siguiente de su arribo a Valizas, el foco de la investigación apuntó hacia la madrina de la adolescente, Claudia Fernández, su pareja, Hernán Tuzinkevich, y el hijastro de éste, Valentín Tuzinkevich.

Tanto que, el 1 de enero de 2015, el padre de Lola, Diego Chomnalez, señaló ante el canal argentino Todo Noticias (TN) tener dudas respecto al esposo de la madrina de la joven. Y dijo que hace tiempo que no confiaba en ese hombre.

El 7 junio de 2019, la madre de Lola señaló a El País que la madrina nunca la había llamado por teléfono pese a que se conocía desde hace 20 años.

Los abogados de la familia Chomnalez, Jorge Barrera y Juan Raúl Williman, pidieron en esas fechas a los policías de Rocha que intensifiquen las investigaciones a las personas que reparaban los ranchos ubicados en la primera línea del mar en Valizas. Por su parte, la madre de Lola, Adriana Belmonte, insistió en varios medios de prensa que los asesinos de su hija eran más de uno y agregó que había gente de Valizas que los estaba encubriendo.

Luego de que la familia de la madrina de Lola regresara a Argentina, el foco de la investigación se centró en el entorno del pescador Ricardo Gamberini y sus hijos. Tras declarar en varias oportunidades en la Justicia y en la Policía y cotejados sus ADN con la muestra encontrada en la toalla de Lola, la investigación apuntó a otras direcciones.

Desde el asesinato de su hija, los Chomnalez recorrieron un camino cargado de dolor, frustración y tristeza. Vinieron incontables veces a Uruguay reclamando justicia. En la búsqueda de evidencias, los especialistas de Policía Científica y de investigaciones jugaron papeles claves: unos encontrando huellas genéticas que resultarían claves en la mochila de Lola y otros interrogando y buscando a decenas de sospechosos. Pese al procesamiento de Leonardo David Sena, la investigación continúa. El expediente tiene 5.000 hojas.

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