ENTREVISTA
John Pérez cree que "los jueces deberían hacerse pericias psiquiátricas a lo largo de su carrera”.
Tiene 42 años de ejercicio de la magistratura. Ingresó en el Poder Judicial como administrativo y recorrió varios juzgados del país antes de recalar en una sede de Montevideo. Fue ministro de un Tribunal de Apelaciones y luego llegó a la Corte. “Yo creo que en la Justicia no se cobra al grito. No hay una predisposición para determinadas cosas flechando la cancha. Acá (en el Poder Judicial) no hay ideología de género”, dijo el titular de la corporación.
-¿Por qué sus padres le pusieron el nombre de John en lugar de Juan?
-No lo sé. Nunca me propuse averiguarlo. Como nací en 1957 supongo que se debió al entonces presidente de Estados Unidos, John Kennedy. O había que poner un nombre que se distinguiera por algo (ríe). Además mi padre se llamaba Juan Pérez. En la Facultad de Derecho siempre se ponía como ejemplo a una persona llamada Juan Pérez.
-¿Qué lo llevó a estudiar Derecho? ¿Alguien de su familia era abogado?
-No. Mi hermano y yo somos los primeros profesionales de mi familia. Estudié abogacía para ser juez y no para ser abogado. Respeto mucho a la abogacía, pero es una profesión distinta a la del juez. Siempre quise ser juez para atender los problemas de la gente. Fue una vocación.
-A mediados de la década de los 70, cuando usted ingresó a la Facultad de Derecho, ¿también habían 2.500 alumnos como ocurre ahora en ese centro?
-La facultad fue cerrada en 1973 (por el golpe de Estado). El primer año después de esto fue una cantidad de alumnos voluminosa, porque se habían juntado varias generaciones. Recibíamos clases en el Palacio Peñarol.
-¿Quiénes fueron sus referentes en la Facultad de Derecho?
-En esa época habían grandes profesores como (Jorge) Gamarra en Derecho Civil, (Milton) Cairoli en Penal, (Sagunto) Pérez Fontana en Comercial, (Adolfo) Gelsi Bidart y (Enrique) Vescovi en Procesal.
-¿Conoció a algún juez que lo hizo estudiar esta carrera?
-Mi vocación fue innata. No sé de dónde surgió. Cuando fui nombrado juez, el sueldo era bajísimo. Para que se tenga una idea, el costo de un solo escrito firmado por un abogado era lo que yo ganaba como juez. En el interior nos pagaban la vivienda. Nos enviaban a un juzgado que era único para todo el departamento. Era muy distinto que ahora.
-¿El juez era respetado?
-Sí. Y en el interior era muy respetado. Fui juez en Rivera. Estuve encargado de la sede de Artigas. Me trasladaron a Rocha, San José y Montevideo.
-Pocas personas saben que la carrera judicial se arranca muy de abajo. Los jueces son nombrados en juzgados del norte del país y a media que consiguen experiencia se acercan a Montevideo.
-Así es. A pesar de que Uruguay es un país chico, hay zonas distintas. Difieren los tipos de delitos, las formas de hablar y las costumbres. Ese recorrido es una experiencia de vida. Además fui ganando amigos por todos lados.
-Con ese sistema, el juez obtiene destreza en varias materias. Debe tratar asuntos penales, civiles, de familia, etc.
-Claro, cuando yo hice el interior del país no existía ninguna especialización. Tenía todas las materias. Por ejemplo, en la ciudad de Mercedes (Soriano) había un solo Juzgado.
-¿Eso le da una visión general del Derecho uruguayo?
-Es así.
-Más acá en el tiempo, una jueza autorizó en febrero de este año un allanamiento a un medio de prensa. ¿Esa decisión viola la libertad de expresión?
-No puedo hablar de los casos en trámite porque están siendo investigados. Ese caso puede caer acá (en la Suprema Corte de Justicia) y si hablo, prejuzgo. Con 42 años de carrera de juez no voy a incurrir en un prejuzgamiento.
-¿Queda la sensación de que hay magistrados que tienen dificultades para manejar las redes sociales. ¿Es así?
-Insisto, no puedo hablar de casos particulares. Sin perjuicio de eso, hay reglas o pautas que se han difundido entre los jueces sobre cómo estos deben actuar en las redes sociales. Eso es lo único que puedo decir.
-Hablando en general, hay magistrados que no tienen control de sus actividades. ¿Hay alguien que controla a los jueces?
-Se controla y se sanciona. Lo que ocurre es que muchas veces no se hacen públicos los casos, porque los expedientes de procesos disciplinarios son reservados mientras se tramitan. Un proceso que define si una persona es inocente o culpable no se puede ventilar públicamente. ¿Quién controla a los jueces? La población es la primera en controlar a los jueces. Y si hay una conducta desviada, un damnificado puede presentar una denuncia fundada en la Corte. Luego de la denuncia, la Corporación pide informes al juez y se inicia el proceso disciplinario.
-El periodista de Búsqueda Raúl Ronzoni afirmó en una columna que hay algunos casos en que parece evidente que existe una inestabilidad mental de los magistrados. ¿Se hacen pericias psiquiátricas a los jueces?
-Se les hace una pericia psiquiátrica al ser nombrados magistrados. Después no.
-¿Por qué no se hacen pericias a los jueces durante su carrera funcional?
-Porque no está previsto.
-¿Cree que debería establecerse una medida de ese tipo?
-Creo que puede ser una medida a adoptar. Pero es una opinión personal. No de la Suprema Corte.
-En la reciente inauguración de juzgados de género usted dijo que la adaptación de la perspectiva de género “no determina” adoptar ningún tipo de ideología. ¿Qué significa eso?
-Una cosa es la perspectiva, una forma de apreciar los hechos teniendo en cuenta las diferencias entre el hombre y la mujer, y otra cosa es la ideología de género. Negar u ocultar esas desigualdades indirectamente es mantener las diferencias existentes. Además, el Estado uruguayo, en materia de violencia doméstica, tiene no solo obligaciones provenientes de orden interno sino también internacionales por haber ratificado la Convención Inte-ramericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra la mujer.
-Desde algunos sectores de la sociedad se señala que la Justicia juzga en base a las presiones de colectivos feministas y que “cobra al grito”. ¿Es así?
-Yo creo que en la Justicia no se cobra al grito. Si en algún caso algún juez o jueza se desvía o cobra al grito, hay procesos de revisión dentro del propio sistema judicial. Insisto, en el Poder Judicial se juzga en forma imparcial. No puedo poner las manos en el fuego por todos los casos. Pero no hay una predisposición para determinadas cosas flechando la cancha. Acá (en el Poder Judicial) no hay una ideología de género.
-El 97% de los casos penales concluyen en acuerdos entre fiscales y defensores. ¿Considera que esa cifra es elevada?
-El nuevo Código de Proceso Penal depende de Fiscalía. Un juez de garantías debe fallar cuando comienza el juicio. Otro magistrado decide al final del proceso. No me compete hablar de un área que le corresponde al Fiscal de Corte.
-Los defensores de oficio se quejan que son pocos en comparación con el número de jueces. ¿Es por falta de presupuesto que existe esa diferencia?
-En ningún lado del mundo hay tantos defensores como jueces. Es bueno tener la mayor cantidad de defensores posibles. Pero no equiparar la cantidad de jueces con la de defensores. Dentro de los recursos presupuestales se trata de buscar un equilibrio. Y que la gente tenga derecho a la defensa.
-Trascendió que en los Juzgados de Familia no hay defensores y que personas pueden ir presas sin la debida defensa. ¿Es así?
-Hay defensores allí. Incluso pasan defensores de otras materias a los juzgados de Familia. Es posible que no sean la cantidad suficiente, pero hay defensores en los juzgados de Familia. Inclusive, si no alcanzan los defensores, el juez del caso pueden pedir a abogados que asistan a una parte para que nadie quede sin defensor.
-¿Hubo algún caso de que una persona fue condenada sin defensa?
-Que yo sepa no. Si hubo alguno hay que denunciarlo, porque las personas que han sido acusadas tienen que tener defensores, ya sean privados o públicos. Si no hay un defensor público, se le provee uno privado con la carga de la profesión. Así se hacía antes cuando no habían suficientes defensores. Ahora eso no se hace más. De repente no hay la cantidad que debería, pero se presta buen servicio de defensoría.
“Son escasos los recursos del poder judicial”
-¿Cree que al Poder Judicial no se le da la debida atención cuando se define el presupuesto estatal?
-Evidentemente al Poder Judicial no se le dan todos los recursos que precisa. Es cierto que, en este momento, el Estado no tiene rubros como para tirar manteca al techo. En el país nunca se tomó en consideración la importancia que tiene el Poder Judicial. Por ejemplo, pasan entre un millón y un millón y medio de personas por año por las oficinas del Poder Judicial. Y tenemos el mismo o menor presupuesto que algunos ministerios. Hace 10 años que tenemos los ingresos acotados. Pero igual el Poder Judicial funciona. Voy a hacer una comparación con un auto. Es un ejemplo burdo para que los lectores entiendan. Mientras el auto funciona, se le echa nafta y uno se olvida. El dueño no lo cambia, salvo que sea una persona que le guste hacerlo. El dinero que se ahorra la persona, no lo pone en un nuevo auto si este marcha bien. Ese dinero lo pone en educación, salud, seguridad. Así fue toda la vida en este país. Además, el Poder Judicial no está en la agenda de ningún partido político. Porque es una cosa que marcha. Y como anda, no la tocan.
-¿Eso va en detrimento de políticas que el Poder Judicial podría aplicar para mejorar el sistema?
-Y, puede ir. Pero también le digo que los recursos del Poder Judicial en este momento son escasos. Dentro de lo poco que tenemos, bastante hacemos. Por ejemplo creamos en Maldonado los primeros juzgados de género en el interior del país. Se concretaron porque todo el espectro político y poderes del Estado se pusieron ese proyecto al hombro.