Prófugo del Comcar ya había escapado antes de La Tablada: una vida con atracos organizados y un homicidio

El recluso que se fugó hace 20 días de la cárcel tiene un profuso historial delictivo y una pena de más de 30 años por delitos cometidos en el año 2008

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Unidad Nº4 del INR, penal de Santiago Vázquez, exComcar
Unidad Nº4 del INR, penal de Santiago Vázquez, exComcar.
Foto: Leonardo Mainé

Para el año 2009, Hugo Fernando Álvarez (hoy, 46 años) había dejado de ser un delincuente común. Tenía cuatro antecedentes penales y estaba cumpliendo prisión preventiva por un quinto delito, cuando el 7 de agosto de ese año, se escapó del Centro de Reclusión La Tablada. Desde afuera, sus cómplices lo ayudaron cortando la luz y él se fugó, dejando un muñeco acostado en su cama para burlar a los guardias.

Durante el tiempo que estuvo en libertad, cometió delitos en Argentina, donde fue condenado por robo y falsificación de documentos. Con un modus operandi distinto, pero con las mismas intenciones, se volvió a fugar este 19 de setiembre del Módulo 1 del Comcar. Así, la Policía busca intensamente, puesto que todavía debe cumplir una pena de más de 30 años.

Aunque entre 1996 y 2006 se la pasó entrando y saliendo de la cárcel, nada hacía pensar que se trataba de un delincuente peligroso. Primero cayó por un hurto, después una tentativa del mismo delito, un par de años más tarde por rapiña y luego por hurto especialmente agravado y atentado. El primer caso que hizo que la Policía posara, con interés, sus ojos en él, ocurrió en el 2008 cuando participó de la banda que copó el frigorífico Copayán en Rocha.

Ese delito se gestó en la cárcel, cuando un hombre fue a visitar a un amigo recluido y, en presencia de otro preso que después pasó a formar parte de la banda, le contó que él había trabajado en el frigorífico. Después, ese mismo hombre se reunió con Álvarez en una estación de servicio (de la intersección de la ruta 9 y 15), donde afinaron los detalles.

Pero las gestiones no quedaron allí. A principios de enero de 2008, uno de los partícipes ingresó al lugar para “estudiar el panorama” y ver que todo coincidiera con el croquis que había confeccionado el extrabajador. El atraco finalmente se concretó el 12 de enero, donde cinco de los integrantes de la banda -incluido Álvarez- ingresaron al lugar “fuertemente armados” al grito de “¡Todo el mundo quieto! ¡Esto es un atraco!”. Redujeron a los funcionarios, los ataron con precintos y llevaron a la empleada que tenía las llaves hacia la caja de seguridad. Obtuvieron US$ 28.600, $ 958.800, cheques de pago diferido del BROU con 680.366 de valor y tickets alimentación. Al exempleado infiel le dieron $ 80.000.

Todo lo lograron en cuatro minutos.

Álvarez fue procesado por este hecho el 8 de mayo de 2008. Pero al momento de recaer la sentencia de condena para sus cómplices, lo que ocurrió el 5 de octubre de 2009, él ya hacía dos meses que se había fugado.

A meses de su fuga de La Tablada, la Justicia de Durazno lo halló culpable por ser coautor de un delito de homicidio y lo condenó a 21 años de cárcel, que todavía no cumplió.

La Justicia confirmó que el 13 de enero de 2008 -cinco días después del copamiento- Álvarez, dos de sus cómplices en el otro delito, y una cuarta persona ingresaron al bar “La Cumparsita” de Sarandí del Yi, donde, utilizando escopetas y pistolas, amedrentaron a los presentes. Así, Álvarez y uno de sus compañeros fueron hasta un salón del fondo donde había hombres jugando a las cartas, y como uno de los jugadores se resistió, el compañero de Álvarez le disparó. Lograron hacerse del dinero de los jugadores e incluso a uno lo ataron de pies y manos.

Como Álvarez estaba a disposición del Juzgado de Rocha por el copamiento, la jueza de Durazno recién supo que estaba prófugo cuando no pudo notificarlo de la sentencia. Esto se debe a que él estaba preso preventivamente a disposición del Juzgado de Rocha.

Después de la fuga de agosto de 2009, la Justicia uruguaya recién volvió a tener noticias de él el 10 de octubre de 2014. Interpol comunicó que desde Argentina se había informado que había una persona que se había presentado con tres nombres diferentes -Fernando Caballero, Walter Villalba y Juan López-, pero que científicamente se había corroborado que era el fugado Álvarez. En ese momento, el Juzgado de Morón lo investigaba por robo agravado por arma de fuego.

Comcar
ExComcar.
Foto: Leonardo Mainé

La Justicia argentina unificó sus penas por el robo y la falsificación de documentos y lo condenó a siete años y seis meses de prisión.

Estuvo en distintas dependencias del Servicio Penitenciario Bonaerense, hasta que el 16 de junio de 2022 volvió a tocar tierra uruguaya, cuando a las 9:20 de la mañana aterrizó el vuelo 1380 de Aerolíneas Argentinas.

Fue reingresado a la cárcel, donde dos meses después de su llegada le notificaron de la sentencia de condena en su contra por el copamiento al frigorífico que había cometido más de 10 años antes. El juez Juan Giménez Vera lo condenó a 15 años y cuatro meses de prisión, pero el Tribunal de Apelaciones disminuyó la pena a 14 años.

Por este motivo, se lo recluyó en el Comcar y se preveía -teniendo en cuenta los descuentos por trabajo y estudio- que recobrara la libertad en noviembre de 2034, para que en ese momento comenzara a cumplir la pena que le queda por coautoría de homicidio.

Sus días en el Comcar y la nueva fuga

Los dos años y tres meses que pasó preso antes de volverse a fugar también tuvieron sus embrollos. Durante ese lapso de tiempo, se le concedió la posibilidad de ser trasladado de módulo por mandato verbal de las autoridades -no por orden de la Junta de Traslados-, hecho que dio a conocer Informativo Sarandí, y también trabajó horas que se le fueron computadas a otro preso que no estaba habilitado a trabajar.

En un documento fechado el 4 de julio de 2024, Instituto Nacional de Rehabilitación, informó a la Justicia que por un “error administrativo” horas de trabajo que habían sido realizadas por Álvarez, se le habían computado a otro preso con el mismo apellido y que, después de que el juzgado hubiera descontado esos días de su pena, lo habían liberado.

El preso al que le fueron atribuidas las horas no tenía plaza laboral, por lo que nunca el INR podría haber informado al juzgado que tenía días para descontar por este motivo.

Sin embargo, según constató El País con el expediente judicial del segundo preso, debía ser liberado de todas formas porque había cumplido cinco años más de cárcel que su pena. Eso se debió a que se debían unificar muchas causas y, al confirmarse la pena única que debía cumplir por todo, ya había excedido ese tiempo largamente.

La posibilidad que tenía de trabajar en el Polo Industrial la utilizó como una ventaja para, el 19 de setiembre de este año, consumar una nueva fuga. Esta vez, de la cárcel más importante y poblada del país: el Comcar.

Se pudo ver por las cámaras de seguridad -según se establece en el documento policial enviado al juzgado- que a las 13:50 horas Álvarez estaba con otro preso dirigiéndose al sector del Polo Industrial, hasta que encuentran un “camión cargado al que ingresan y se trancan”. La próxima imagen que muestra el video, es la salida del otro recluso del camión, pero nunca más ven a Álvarez.

La ausencia de Álvarez recién fue registrada por las autoridades a las 18:40 horas, cuando hicieron los controles de la tarde.

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