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Sebastián, el preso que estudia para ser contador a 11 años de su libertad

Su abogado reclama que lo trasladen a otra unidad para que pueda continuar la carrera universitaria.

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Penal de Libertad
Penal de Libertad.
Foto: Fernando Ponzetto

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Por Maite Beer
Sebastián, de 34 años, está preso desde 2011 y su estadía se fue alternando entre la Unidad N°4 Santiago Vázquez (exComcar) y la Unidad N°3 (Penal de Libertad). Ya cumplió 12 años de condena, pero todavía le faltan 11 más, razón por la que decidió invertir el tiempo estudiando para ser contador en lugar de pasar sus días mirando al vacío detrás de las rejas.

La diferencia de Sebastián (sin apellido para no revelar su identidad) con respecto a la mayoría de los reclusos -según contó a El País desde el otro lado de la línea telefónica- es que él puede “cambiar el chip”. Pisó la cárcel siendo primario, un “pibe sano” a los ojos de los otros reclusos, pero de a poco se fue haciendo respetar. Se metió en el inframundo y aprendió sus códigos.

Pero así como es capaz de enfrentarse a un duelo a cuchillo, de lunes a viernes de 9:00 a 12:00 horas y de 14:00 a 16:00 también se dedicaba a tener clases de microeconomía en la unidad.

Hace tres años que cursa la Facultad de Ciencias Económicas y, pese a que la pandemia enlenteció el proceso, está enfocado y decidido en obtener el título. Lo ve como “una herramienta para defenderse en la sociedad” cuando salga.

“Por lo menos una vez por día pienso en que me queda un poco menos para salir de acá”, dijo.

Pero al día de hoy sus estudios están suspendidos. El mes pasado dos sujetos con cortes carcelarios lo abordaron en la celda de noche para así romper el candado de su calabozo, entrar y matarlo, por lo que él decidió defenderse, narró su abogado, Diego de Pazos, a El País. El hombre fue trasladado al módulo 11 del ex Comcar y actualmente se encuentra en el peor módulo del Penal de Libertad, el sector 2° A.

“No se trata de una persona reincidente, sino de una persona que está presa hace más de 10 años y que, pese a ello, ha demostrado aptitudes constantes hacía la reinserción social. Nuestro asistido ha trabajado, estudiado, terminando el liceo dentro de la prisión y continuando con una carrera universitaria que al día de hoy tiene vedado su acceso”, se detalla en la solicitud de habeas corpus que presentó el abogado para que su cliente sea trasladado a otra unidad.

De Pazos exige que su defendido sea transferido a un centro carcelario “acorde a una persona que estudia con éxito una carrera universitaria” estando privado de libertad para que, en primera lugar, pueda tener acceso real a estos estudios, y en segundo lugar, “que las personas con las que comparta el día a día tengan al menos proyecciones similares hacía el futuro y un objetivo”.

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El INR se está “excusando”

“El INR se excusa de que mi defendido tiene una sanción, pero no es más que producto de ir y venir del Comcar y el Penal del Libertad, lo que no le permite avanzar”, sostuvo su abogado. Desde hace cuatro años que De Pazos representa a Sebastián y en este lapso ha presentado entre 15 y 20 pedidos de traslado, pero siempre han sido denegados.

Audiencia

El pasado 28 de marzo se realizó la audiencia en relación al pedido de habeas corpus, el cual fue denegado por el juez Diego González, por lo que se decidió no trasladar a Sebastián a otro centro.

Sin embargo, el juez ordenó que se realice un diagnóstico para evaluar el pasaje de este privado de libertad por el sistema carcelario con la finalidad de indicar qué cárcel es la adecuada para su rehabilitación y que le permita continuar con los estudios universitarios. Además, solicitó la adopción de medidas de seguridad por el riesgo de vida que puede tener el recluso.

Su abogado ya apeló la sentencia: “Al día de hoy persiste un riesgo a la integridad física de mi cliente”, enfatizó De Pazos.

El caso

Asesinó a un asiático en el puerto

A Sebastián le quedaban cuatro materias para terminar 6° de liceo, pero al abandonar sus estudios se empezó a juntar con personas de mala influencia que lo llevaron a la adicción. Una noche en 2011 estaba junto con otro hombre en Ciudad Vieja y robó un cuchillo de mesa de sierra de un restaurante para poder rapiñar. Al ver a un hombre que estaba fumando, se aproximó a él. Se trataba de una persona de nacionalidad vietnamita, de 45 años, que trabajaba como marinero de un barco mercante que había atracado en el puerto de Montevideo. Cuando el marinero los vio acercarse de forma violenta se agachó. Intentó escapar, pero en ese movimiento recibió una puñalada que le cortó una arteria y falleció en el lugar, en la calle Florida. Por este hecho, Sebastián recibió una condena de 23 años de prisión por homicidio especialmente agravado con título de dolo eventual. En la clase de facultad cambia por completo su personalidad, su aspecto y su forma de hablar. Y otros reclusos le dicen que es “un gil” por estudiar, pero a esta altura todos lo conocen: “Saben que si me tocan, me paro de manos”, afirma.

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