Solicitan la extradición a Italia del líder de la banda que secuestró a Milvana Salomone

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Pozo donde estuvo secuestrada Milvana Salomone. Foto: G. Rodríguez

LA AUDIENCIA SERÁ MAÑANA

La Justicia italiana acusa a Pedro Leone Echart de cometer el homicidio de un hombre en la ciudad de Milán; la audiencia se llevará a cabo mañana.

Pozo donde estuvo secuestrada Milvana Salomone. Foto: G. Rodríguez

Italiasolicitó la extradición de Pedro Leone Echart, de 63 años, uno de los líderes de la banda que secuestró a la doctora Milvana Salomone en 2015. La Justicia italiana acusa al uruguayo de cometer el homicidio de un hombre en la ciudad de Milán. El delincuente ya tenía antecedentes en el país europeo por asesinar a una mujer y por tenencia de armas.

La Dirección de Crimen Organizado e Interpol en Uruguay recibieron el pedido de extradición y se fijó una audiencia que debió realizarse ayer a las 10:30 de la mañana. Sin embargo, el Instituto Nacional de Rehabilitación (INR) le comunicó a la Justicia que Leone no podría ser conducido a la audiencia porque carecía “de medios humanos y logísticos”.

Es así que el juez de la causa, Marcelo Souto, canceló la instancia judicial y la volvió a fijar para mañana. “La suspensión de las audiencias por los motivos expresados es de absoluta gravedad y debe ser solucionada en forma inmediata, máxime cuando nos encontramos ante una solicitud de Cooperación Penal Internacional”, subrayó el juez en la resolución.

La condena de Leone en territorio uruguayo se cumplirá el 28 de diciembre de 2023.

El secuestro

El 17 de mayo de 2015, Leone Echart y Gustavo Lepere secuestraron a la ginecóloga Milvana Salomone, de 48 años en aquel momento, frente a su casa en Parque Batlle cuando se bajaba de su auto.

Leone le puso una pistola en la cabeza y la obligó a entregarle las llaves de su camioneta Kia y luego la subió al asiento trasero del auto de los criminales.

Los secuestradores tiraron a Salomone en un pozo que tenía siete bloques de largo, cinco de ancho y una profundidad de 1,70 metros. Se debía drenar el agua del pozo con un balde, el mismo que los delincuentes usaban para enviarle comida, agua y otros elementos personales a la víctima.

Dormía sobre una cama precaria construida con bloques y sobre la que se había colocado un colchón. Su primera noche de cautiverio la pasó con el estómago vacío y recién a la siguiente mañana se le alcanzó una taza de café caliente.

El 4 de junio el esposo de la doctora recibió un llamado anónimo de un celular. Una voz le decía que fuera a una casa en Joaquín Artigas (Canelones) para retirar un sobre con tres cartas escritas por la mujer.

En las cartas Salomone daba una serie de indicaciones y le decía a su familia que se encontraba bien. Las llamadas de los captores con su entorno familiar continuaron hasta que se acordó el dinero del rescate y el lugar donde debía ser entregado.

El 12 de junio el esposo fue hasta el Molino de Pérez, en la zona de Punta Gorda, y tiró un bolso con dinero -que tenía US$ 300 mil y el celular con el que se había comunicado con los secuestradores- a un barranco. No vio que allí esperaba un motociclista con un casco verde. El 15 de junio vino una última llamada para informar que al otro día iban a tener noticias de Milvana.

Subieron a la víctima al baúl de un auto con los ojos tapados y auriculares pegados con música alta. Luego de vueltas, la dejaron sentada en el borde de un camino y se fugaron. Cuando se destapó vio una casa y golpeó la puerta. Fue atendida por los dueños que de inmediato avisaron a la familia.

Leone fue quien se comunicó con el marido de Milvana para avisarle del envío de las cartas de la médica. Y también fue quien dio las indicaciones y acordó el monto del rescate.

Leone dijo que la víctima nunca fue violentada

El 23 de junio la Policía detuvo a Leone Echart en un bar del barrio Carrasco. Se había escapado con US$ 50 mil (de los US$ 300 mil cobrados) que le había robado a su compañero de delito Lepere. Habían enterrado el dinero en la casa de un boxeador retirado.

El delincuente manifestó en la sede penal que nunca habló con la víctima y que ella nunca fue maltratada ni golpeada.

Salomone nunca pudo verle la cara a sus captores y cuando hacía preguntas sobre su situación recibía respuestas en monosílabos y con voces distorsionadas.

No obstante, logró que algunas de sus necesidades básicas fueran satisfechas. Los hombres le hicieron llegar “jabón, desodorante, crema de manos, champú” y periódicamente le bajaban un balde con agua caliente para que pudiese higienizarse.

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