El 20 de junio de 2023, un ciudadano colombiano de 67 años emprendió viaje desde Rivera hasta Montevideo. Llegó a la capital y fue enseguida rumbo al restaurante Sopranos, en Pocitos. Eligió una mesa y se sentó a esperar a dos compatriotas suyos y a un uruguayo. Así fue que se desarrolló una de las tantas reuniones en las que tramaron cómo hacer llegar un cargamento de 265 kilogramos de cocaína a Europa.

Los sitios elegidos para estos encuentros nunca fueron los mismos: se vieron en autos en estacionamientos de supermercados de Pocitos, en el barrio privado La Tahona y en locales comerciales cercanos a este lugar, así como en la puerta de un apartamento en donde paraban otros integrantes de la organización, en la calle Gabriel Pereira.

Ahora, tras estar 222 días prófugo, cayó uno de los principales integrantes de esta banda de narcotraficantes, la que se desarticuló en julio de 2023 a través de la llamada Operación Titanes.

Se trata un hombre argentino, apodado Gusano, que fue detenido a mitad de febrero de este año -según constató El País a través del expediente judicial- y cuyo rol dentro de la organización era “generar vínculos” entre los integrantes extranjeros de la banda (cuatro colombianos de 29, 67 y dos de 68 años) y quienes se encargaban de la logística local, señaló la fiscal adjunta de Drogas, Gabriela Fernández.

El detenido, de 45 años, dijo que tenía una papelería y afirmó no sabía que había una orden de detención en su contra. Cuando la defensora pública que lo asistió hizo mención a eso, él acotó: “Señorita, yo estaba trabajando en Argentina y Brasil y no saltó la requisitoria”.

Por este caso, siete meses antes había sido encarcelado su hijo, que también participó de la maniobra. Actualmente el Gusano se encuentra en arresto domiciliario con tobillera electrónica.

Este operativo antidroga tuvo varias particularidades que lo volvieron especialmente relevante. Por un lado, la detección de una modalidad que no se sabía que se utilizaba en Uruguay: el esconder cocaína dentro de madera. Por otro, el hecho de que muchos de sus integrantes mantenían reuniones en zonas residenciales, muchas veces de alto poder adquisitivo, en el área metropolitana, sin que esto fuera notado por nadie durante un largo tiempo.

Al momento, la causa ya acumula siete condenados entre los que se encuentra Jorge Pérez Bentancor, el dueño de la casa en La Tahona donde se realizaron algunas reuniones. Él ya tenía un antecedente penal por una operación similar del año 2012.

A su vez, estaba en contacto con otro de los imputados uruguayos que abrió una empresa con intenciones de exportar las maderas que contenían la droga. Al momento en que la Policía desarticuló la banda, la sociedad anónima tenía cerca de dos años de antigüedad y ya había enviado dos cargamentos de madera a Europa. En una de las siete audiencias que relevó El País, la Fiscalía manifestó que había mensajes en los celulares incautados que permitían inferir que al menos uno de esos cargamentos había llevado cocaína.

La investigación duró un poco más de dos meses y se logró determinar que la organización movía grandes cantidades de droga. Se estima que la traían de Brasil para traficar a Europa a través del puerto. Metían los ladrillos de cocaína dentro de los tablones de madera, que supuestamente eran el producto a importar. Esa tarea se hacía en Montevideo.

Uno de los imputados -a quien, durante la audiencia de formalización de la causa en julio de 2023, la entonces fiscal de Drogas Mónica Ferrero señaló como posible testaferro- fue quien abrió la empresa Torchy S.A. para exportar los tablones. Los gastos de DGI y BPS fueron pagos por un colombiano.

A través de una intensa vigilancia policial, se pudo determinar cómo era el esquema de trabajo: las reuniones que tenían, los vehículos de mediana gama que utilizaban y los planes que tramaban. En ese contexto, se documentaron reuniones entre Pérez Bentancor y algunos de los ciudadanos colombianos (uno de ellos ya había estado preso por un caso de narcotráfico). En una oportunidad, se vio cómo los tres colombianos fueron a comprar placas de yeso y después hicieron compras en una serie de locales comerciales muy próximos a la casa de Pérez en La Tahona, a donde luego terminaron yendo a almorzar.

En un momento tres de los colombianos involucrados viajaron a Rivera, donde logró constatarse el vínculo con Brasil. Fue el Gusano quien los esperó y los condujo a Santana do Livramento.

En tanto, el dueño de la empresa maderera trabajaba en una vidriería ubicada en pleno Malvín, cuyo dueño es un hombre con antecedentes por narcotráfico que al momento de la detención de la mayoría de los involucrados (julio 2023), estaba preso.

También fue clave una casa en el Cerro, en la calle Haití, donde finalmente se incautó la mercadería. Ese día también se encontró una camioneta que tenía doble fondo. Allí se escondía el aserrín que se sacaba de los tablones para introducir la droga.