Al mediodía del sábado 23, la dueña de la tienda, Yovana (62), su pareja Carlos (57) y el hijo de la comerciante, Fabricio (37) se encontraban debajo de un parral en el fondo de la casa.
La dueña del comercio se había sentado en una hamaca situada contra un muro de tacuaras, que oficia de división con el terreno lindero. Fabricio y Carlos estaban a poca distancia. Como el comercio tenía cámaras, desde el fondo controlaban la llegada de los clientes.
Si alguno ingresaba a la tienda, lo veían en el celular y uno de ellos salía a atender.
Pasadas las 12:30 horas de ese sábado, las tres personas fueron sorprendidas por dos hombres armados que llegaron en un auto conducido por un joven de 21 años, hoy en prisión preventiva como coautor de los homicidios. En la mañana de esta jornada será formalizado un adolescente, quien es acusado de haber ingresado a la tienda armado. Su compañero en el atraco frustrado al comercio, según la Policía, es Claudio Andrés Cancelo Román (35), alias el Gallo Claudio. Era amigo de la familia y vivía en la zona.
Lo que ocurrió después de la irrupción de los delincuentes al comercio son hoy hipótesis policiales, porque el adolescente detenido no declaró. Una de las teorías considera que Cancelo Román fue reconocido por la comerciante y ello lo llevó a dar muerte a las tres personas.
¿Por qué no mataron también a Loreana, la hija de la comerciante de 22 años? La respuesta a esa pregunta es la segunda hipótesis que manejan los investigadores de Homicidios de la Jefatura de Policía de Canelones, cuyo titular es el jefe Víctor Trezza. Los policías manejan información de que Loreana estaba dentro de la casa cuando llegaron los homicidas.
La joven había ingresado minutos antes a la casa a buscar un analgésico, según dijeron a El País fuentes del caso.
Cuando regresaba con el fármaco y un vaso de agua, escuchó los tiros. Corriendo, los dos delincuentes ingresaron a la casa, la vieron e intentaron tomarla de rehén. La joven logró escabullirse. Por no perder más tiempo, y con miedo de ser atrapados, los dos homicidas corrieron hacia la puerta que comunica la casa con el kiosco y de ahí salieron al exterior, donde lo esperaba un auto que los sacó del lugar.
La fuente explicó que era tal la premura de los asesinos que no se llevaron el dinero de la recaudación y de giros que la comerciante acostumbraba llevar en un morral.
Al oir seis detonaciones, los vecinos comenzaron a llegar.
Amenaza
En los últimos días, investigadores policiales realizaron operativos en Montevideo y en Canelones, en búsqueda de Cancelo Román. Los policías creen que está armado.
Ayer la Policía recibió una llamada de que el prófugo se encontraba en el balneario San Luis (Canelones) y se realizó un operativo en su búsqueda que no dio resultados.
El miércoles 27 pasado, desde su cuenta de Facebook, Cancelo Román dijo que no es autor del crimen y respondió a quienes lo acusan: “Va a morir mucha gente si le hacen algo a mi familia”, escribió por temor a que vecinos del pueblo tomen represalias. “Se los digo, me escondo por miedo pero no porque fui yo, porque yo no fui, idiotas, HDP (sic.). No saben nada. Yo adoro a Yoani y su familia, no me voy a comer este garrón y el que los mató estará de fiesta y ustedes solo señalan a gente que no es. Yo no fui, ya lo van a saber”.
En el pueblo nadie le creyó por sus antecedentes penales.
El pueblo respetó dolor de famliares y no tiró bombas
Al día siguiente de los tres homicidios, La Floresta se encolumnó con Loreana y Dahiana, las dos jóvenes que perdieron a su madre, a su hermano y a su padrastro en forma simultánea. Además de asistir a los tres entierros en forma multitudinaria, los habitantes del pequeño pueblo Estación, de La Floresta (Canelones), acordaron no tirar ni una bomba en la noche del 24 por respeto a las jóvenes. Y así sucedió, según relataron vecinos a El País.
“Se respetó mucho. No hubo fuegos artificiales. Se pidió respeto a la familia y se acató”, dijo un vecino.
La Navidad fue conmemorada en silencio en cada casa. Todos conocían a la comerciante asesinada y a su familiares desde hacía 40 años. “Ella me contó cuánto le costó levantar la tienda y mercería. Le llevó décadas. Con el correr del tiempo, le agregó artículos de bazar y realizaba giros para sus clientes”, explicó una vecina a El País.
El triple crimen, ocurrido hace cinco días, sigue conmocionando al pueblo canario. “Hay mucho miedo acá. El tipo (uno de los asesinos) es de acá. Tiene cierto rechazo de la gente porque todos sabemos que posee antecedentes penales violentos”, dijo otra vecina. Y agregó: “Cuesta creer que una persona haga eso a sus vecinos. Yovana le daba de comer. Lo conocía desde que era chico y le daba alimentos fiado cuando se hizo adulto”.
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