El 4 de agosto de 2007, el empresario venezolano Guido Antonini Wilson llegó en un avión a Argentina con una valija cargada con casi US$ 800.000. El hecho generó un escándalo en el país vecino, así como también en Uruguay. Al tiempo, se conoció que Rafael Ernesto Reiter Muñoz, funcionario clave en Petróleos de Venezuela (Pdvsa), es quien cargó el dinero en la aeronave, según confirmaron a La Nación. También trasladó valijas que volaron a Uruguay, Bolivia, Paraguay, Brasil, Ecuador y Colombia, entre otros de América Latina, además de Italia y España.
Reiter Muñoz ahora negocia con las autoridades de Estados Unidos, después de que acumuló vivencias personales y datos sobre los regímenes de Hugo Chávez y Nicolás Maduro. Es un hombre que sabe y que calla sobre cómo fue el trasiego de valijas repletas de dinero chavista por toda América Latina durante más de una década. El venezolano les ofreció colaborar con sus investigaciones, pero a cambio fijó tres condiciones, según consta en el escrito que presentó ante una Corte Federal en Texas y cuya copia obtuvo el medio argentino.
Después de que estalló el escándalo por las valijas repletas de dólares, el empresario venezolano Antonini huyó a Uruguay y de viajó a Estados Unidos, donde colaboró con la Oficina Federal de Investigación (FBI). Luego, en diciembre de 2007, se detuvo a cuatro venezolanos y el uruguayo Rodolfo Wanseele. El Departamento de Justicia del país norteamericano los acusó de actuar como agentes encubiertos para negociar con Antonini que asumiera esos US$ 800.000 como propios a cambio de US$ 2 millones.
Durante el juicio que siguió en una Corte federal de Miami, comenzaron a surgir indicios de que al menos otra valija con US$ 4,2 millones se había transportado en aquel vuelo sin que fuera detectada por la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA), lo que Antonini refrendó ante el jurado, y que hubo decenas de vuelos de similares características. Los gobiernos argentino y venezolano rechazaron esas revelaciones como una maniobra política de la Casa Blanca.
Juicio
Reiter Muñoz, por entonces gerente del área de Prevención y Control de Pérdidas (PCP) de Pdvsa, podría aportar detalles sobre mucho más que la corrupción dentro de la petrolera. Según reconstruyó La Nación durante los últimos años, fue un eslabón clave en la llamada “petrodiplomacia” venezolana en toda América Latina y Europa, con injerencia en la Argentina, Uruguay, Paraguay, Bolivia, Ecuador, México, España e Italia. Siempre desde las sombras, en vuelos privados y con fortunas en efectivo.
Acorralado, Reiter decidió “escoger donde va a perder”, según contaron sus allegados a La Nación. Quiere permanecer en España -donde residen su esposa y su hijo-, y desde allí negociar con los Estados Unidos. Su obsesión es evitar a toda costa que lo repatríen a Venezuela, donde también lo reclaman. El jefe máximo de los fiscales chavistas, Tarek William Saab, llegó a calificarlo de traidor a la patria y a la revolución.
Trazado el objetivo y la estrategia, sus abogados presentaron un escrito judicial ante la Corte Federal de Texas en la que comunicaron que está dispuesto a colaborar con los fiscales estadounidenses, siempre y cuando se cumplan tres condiciones. La primera, que sea escuchado como testigo, no como acusado. Otro requisito es la “prohibición de ceder los datos de la declaración a cualquier otra jurisdicción”. Es decir, ya fuera otro país donde lo investigan -España, Portugal o Venezuela- o cualquier otro que pudiera resultar interesado o afectado por lo que pueda revelar. La tercera es que no estaría dispuesto a declarar en contra de Rafael Ramírez, su otrora jefe y mentor.
Con información de La Nación (GDA)