Víctima de séxtuple homicidio en el Comcar ya había sido afectado por dos incendios intencionales antes

En 2021 habían intentado prender fuego su celda y se había escapado por un boquete; tiempo después habían incendiado una celda aledaña y, por sus problemas respiratorios, se vio afectado en su salud.

Compartir esta noticia
Comcar
El recluso se encuentra en la cárcel de Santiago Vázquez (ex-Comcar) como medida cautelar.
Foto: Leonardo Maine/Archivo El País.

Paulo Méndez, uno de los presos que murió asesinado en el incendio intencional en el exComcar, ya había sido víctima de una situación similar de la que había logrado salvarse —también había sido afectado por el humo de otro siniestro—, según surge de constancias policiales a las que accedió El País.

El incendio que resultó mortal fue a fines de setiembre de este año; allí murió él y otros cinco presos que estaban alojados en la celda 94 del sector B2 del Módulo 4 del exComcar.

El joven había sido encarcelado en agosto de 2021 y debía cumplir una pena de cuatro años y ocho meses por rapiña y receptación. El 11 de noviembre de ese mismo año hubo personas que pretendieron prender fuego su celda.

En esa oportunidad, según surge del acta policial a la que accedió El País, hubo reclusos que “quisieron copar la celda 22 para robarles los teléfonos”. “Después prendieron fuego a la celda 12 y a mi celda”, declaró Méndez, que se alojaba en la celda número 13.

En el informe policial se establece que se prendieron fuego varias celdas y que la de él “se encontraba completamente incendiada”. Los presos lograron salir mediante un boquete que habían hecho y que se conectaba con la celda 14.

Los agresores, se concluyó, habían salido de su celda partiendo los candados.

Un mes después, en diciembre, ocurrió un episodio similar en una celda aledaña a la de la víctima. En esa oportunidad, otro preso “arrojó por la ventana un líquido inflamable, presumiblemente nafta y causando el incendio”, advierte el parte policial.

Aunque Méndez no estaba en esa celda, igual se vio afectado. Por eso, al labrársele acta, declaró: “Fui al médico, porque tengo una operación de hace un año más o menos, donde me sacaron un pulmón y hoy con el incendio me costaba respirar por la cantidad de humo negro que había. Yo llegue a este módulo hace unos cuatro meses. Desde que llegué no me habían dado inhalador, pero cuando me atendieron en enfermería me dieron uno”. Después de haber sido asistido, no se le constataron lesiones de entidad.

Casi tres años después, a fines de setiembre, fue agredido mortalmente por varios presos que tiraron nafta y prendieron fuego la celda 94 en la que se alojaba. Los seis integrantes murieron en el acto.

Momentos antes del incendio, los presos se encontraban afuera de sus celdas. La hipótesis principal indica que los reclusos fueron atacados por otro grupo y, por motivos que buscan establecerse, se encerraron dentro de su celda. Esto explicaría por qué todas se encontraban abiertas menos la 94, donde fueron hallados los cuerpos calcinados.

El caso todavía no tiene responsables a nivel judicial, pero está siendo investigado por la Fiscalía de Homicidios de 4to Turno, a cargo de Andrea Naupp.

Pocos días después del hecho, el comisionado parlamentario penitenciario Juan Miguel Petit había informado que ya había “un avance” en torno a la teoría de lo que había ocurrido y que habría que “medir las responsabilidades de las personas que allí participaron".

Investigar los homicidios en cárceles tiene particularidades. Los investigadores tienen que lograr romper el “pacto de silencio” tácito que existe sobre lo que ocurre allí y convencer a los testigos, que a la vez son presos, de que se animen a declarar pese a la represalias que pueden recibir.

Además, se manejan otros tiempos, puesto que se cuenta con la certeza de que los autores son personas que están recluidas y tienen la libertad ambulatoria coartada. Una vez que son identificados, lo que estila hacerse es trasladarlos a otras cárceles e implementar medidas de seguridad, a la espera de que la prueba sea lo suficientemente consistente como para pedir una imputación judicial.

Méndez estaba preso por haber rapiñado un comercio. Ingresó y, con algo que se asemejaba a un arma, amenazó a un funcionario al que le robó las tarjetas bancarias, y luego se llevó $ 3.000 de la caja registradora. Era de nacionalidad argentina, tenía dos antecedentes por hurto y uno por receptación. No sabía leer ni escribir, solo firmar su nombre.

¿Encontraste un error?

Reportar

Temas relacionados

Cárcelesincendioinseguridad

Te puede interesar