La importancia de educar en la salud

| El mejor modo de disminuir gastos es una buena prevención Un médico habla de "tragedia educacional" en la salud.

Jorge De Paula

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En varios hospitales e instituciones sanitarias cuentan con un servicio o departamento dedicado a la "Educación de la Salud", que se encuentra estrechamente vinculado con la tarea de la medicina preventiva. Es probable que en nuestro país, del mismo modo que ocurre en otros con poco desarrollo económico, a esta actividad se le conceda un bajo nivel de importancia. Ello sin duda constituye una paradoja, puesto que está demostrado que el mejor modo de disminuir los gastos en salud es a través de una adecuada prevención.

A este tema se refirió el profesor Valentín Fuster cuando, a fines del año pasado, se dirigió a 2.300 especialistas de todo el mundo al celebrarse en Nueva York un nuevo curso del American College of Cardiology. En esa oportunidad, Fuster se refirió literalmente a la "tragedia de la educación" en la medicina. Su encare analizaba el grave contraste existente entre los conocimientos adquiridos y los resultados en las enfermedades cardiovasculares. La exposición se centró en demostrar el fracaso en la prevención de enfermedades cardiovasculares. La evidencia surgía al analizar el proyecto de investigación llamado "Placa de Alto Riesgo" (HRP por su sigla en inglés) que, mediante imágenes, investigaba el riesgo de tener placas de ateroesclerosis en la luz de una arteria. La técnica imagenológica aplicada en este estudio tenía por objetivo la detección precisa y temprana de las lesiones arteriales con el fin de tratar al paciente del modo más temprano y eficaz. A propósito de los resultados del HRP, Fuster sostuvo la hipótesis de que existía una "tragedia educacional" dado que si bien había un porcentaje de pacientes que apenas desarrollaban enfermedad pese a presentar muchos factores de riesgo, había una gran parte de la población que, con o sin los clásicos criterios de riesgo cardiovascular de Framigham, no se beneficiaban de la imagenología que podía detectar la placa de ateroma temprano y así disminuir los riesgos de un infarto cerebral o cardíaco.

Si la educación en salud fuera eficiente se podría actuar sobre los vasos dañados, antes de que la lesión vascular se manifieste. Pero ocurre que el conocimiento disponible no se aplica bien porque no se realizan los estudios, o porque conociendo los riesgos no se adoptan las medidas de tratamiento adecuado. Esta alternativa es la más difícil de aceptar, y surge de comprobar que en EE.UU. el 70% de quienes sufren un infarto de miocardio, tenían colesterol elevado no tratado. A su vez, un 70% de esos mismos pacientes, un año después no cumplían el tratamiento indicado.

Es posible demostrar que es más oneroso tratar los daños constituidos que su prevención, cuando la lesión arterial aún no se traduce en un infarto de cerebro o de corazón.

cercania@ucm.com.uy

José Mazzini 2957

Las medidas a tomar.

Al finalizar el encuentro de Nueva York las conclusiones parecían claras: debía cumplirse el tratamiento prescripto, en dosis y horarios indicados, ajustándose además a la dieta y ejercicio aconsejado, fundamentalmente en quienes ya habían sufrido un evento coronario.

Estudio "Placa de alto riesgo".

El estudio HRP seleccionó 8.000 personas. De ellas, 1.300 no necesitaban otros controles, y 6.700 restantes requerirían uno o dos exámenes. En un gran porcentaje de casos las medidas se limitarían a asegurar alimentación sana y ejercicio regular, que no implicaba gastos extraordinarios.

Saber transmitir la realidad.

Dejar progresar sin control la enfermedad que causa mayor mortalidad, según dijo Fuster al inicio del curso del American College of Cardiology, indica que "algo no va bien, porque no somos capaces de transmitir al público por métodos educativos la importancia de esta realidad".

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