UNA TRAYECTORIA DESTACADA
Una evocación del doctor Washington Beltrán Mullin a quince años de su fallecimiento.
Murió?... Sólo sabemos que se nos fue por una senda clara, diciéndonos: Hacedme un duelo de labores y esperanzasu2026¨, escribió Antonio Machado en su elegía a su maestro don Francisco Giner de los Ríos. Bien le van estos versos al doctor Washington Beltrán Mullin, de cuya desaparición física se cumplen hoy 15 años. Había nacido el 6 de abril de 1914.
Beltrán, junto a su hermano también abogado Enrique, formó parte de la brillante generación de políticos que descolló en el Parlamento a comienzos de la década de 1940 y hasta el golpe de Estado de 1973. Fue además un periodista de raza y un abogado de nota. Su carrera política se desarrolló simultáneamente con la de periodista, llegando a partir de 1961 y hasta el fin de sus días a co dirigir este diario. Quiso la historia o el destino que treinta y un años más tarde de la muerte de su padre Washington Beltrán Barbat ocupara el lugar de este, junto a los otros dos co fundadores de El País: Eduardo Rodríguez Larreta y Martín Aguirre. Tres años más tarde, en 1964, y durante el segundo gobierno del Partido Nacional le correspondió ejercer la Presidencia del Consejo Nacional de Gobierno y por ende la Jefatura del Estado durante dos años consecutivos. Llegó por el sufragio a la más alta responsabilidad de gobierno, a la que su padre parecía estar predestinado. Había sido electo diputado por primera vez en 1943 por el lema Partido Nacional Independiente. Fue reelecto en 1950 y 1954 y llegó a la Cámara de Senadores en 1958.
Grandeza y generosidad.
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Su infancia no fue fácil. Cuatro días antes de cumplir los seis años, el 2 de abril de 1920, a los 35 años, su padre murió en el duelo a pistola con el ex presidente colorado José Batlle y Ordóñez. Hasta entonces lo llamaban por su primer nombre de pila: Jorge; después de la tragedia y para siempre fue Washington.
El dolor y la tristeza se abatió sobre ese hogar que, tras la muerte del jefe de familia, dejó a su viuda Elena Mullin Moenckeberg , cursando un embarazo de siete meses y a tres niños pequeños huérfanos de padre: Washington, Elena y Enrique. El 21 de mayo de 1920 nacería Martha.
"Vivimos la tragedia de una niñez ensangrentada. Pero nos formamos, bajo la dirección de nuestra madre, en un hogar en el que la filosofía cristiana nos inmunizó contra el odio y nos hizo invulnerables al llamado de la vindicta", escribió Beltrán el domingo 14 de noviembre de 1999, cuando desde la página editorial de El País convocó a los blancos a votar por Jorge Batlle en el balotaje que el candidato colorado disputaría, dos semanas más tarde, con Tabaré Vázquez. Ese editorial llevó a la Presidencia de la República a Batlle y fue la prueba más contundente de la grandeza y generosidad de Beltrán.
Caiga quien caiga.
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Los hombres públicos se conocen por sus obras y sus actitudes. A lo largo de su extensa carrera política, Beltrán fue diputado y senador en reiteradas ocasiones. Predicó siempre con el ejemplo y rubricó con su pluma los valores democráticos, la austeridad republicana, la unidad del Partido Nacional, la honradez administrativa y como valor supremo el apego a la ley y a la Constitución.
En 1965, en ejercicio de la Presidencia del Consejo de Gobierno, enfrentó una grave crisis financiera como consecuencia de la cual sucumbió el banco Transatlántico. Una serie de irregularidades fueron factores determinantes para la caída de la institución que perjudicó a una gran cantidad de ahorristas y causó pérdidas muy importantes al Banco de la República. Beltrán fue implacable," seguiremos saneando caiga quien caiga".
La niñez que no tuvo.
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A los hombres públicos también se los llega a conocer en su integridad a través de su vida privada. Beltrán formó su hogar, con Esther Storace, a quien conoció cuando tenía 14 años y con la que estuvo casado durante casi seis décadas. Esther murió repentinamente en 1998 de un paro cardíaco. Tuvieron seis hijos: Ana, Washington, Mercedes Elena, Diego y Javier, que le dieron dieciséis nietos.
Fue un padre de contar historias a sus hijos, de jugar a la búsqueda del tesoro y a cualquier juego de mesa que le propusieran. Eso sí, siempre le gustaba ganar. Redobló la apuesta cuando llegaron los nietos. Su esposa siempre decía que con sus nietos "vivió la infancia que nunca tuvo". En sus cuentos, adaptó el repertorio y lo iba modificando a medida que los niños crecían. Cuando llegaban a la adolescencia, cambiaba el género de sus relatos y les contaba historias policiales que se hacían más complejas a medida que los jóvenes se fueron haciendo adultos. Para el Día de Reyes él se encargaba personalmente de elegir y comprar los regalos. Siempre regalaba juguetes y disfrutaba como un niño más, viendo a sus nietos cuando abrían los paquetes.
Los domingos, al mediodía, la cita era ineludible en la casa de la calle Félix María Olmedo, en la que Esther preparaba el almuerzo para el familión. Pero si bien los encuentros de toda la prole eran los domingos, cualquier día de la semana hijos y nietos tenían siempre un pretexto para pasar por el Prado. Fue siempre una casa de puertas abiertas.
Fin de la democracia.
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Beltrán era senador en 1973, y en los editoriales que escribió el 10 y 11 de febrero de ese año fue una de las pocas voces que se alzó y denunció el aniquilamiento de las instituciones que las Fuerzas Armadas concretaban con el aval del hasta entonces presidente constitucional Juan María Bordaberry y la complicidad, entre otros, de importantes sectores de la izquierda y de la Convención Nacional de Trabajadores (CNT).
"Son horas de tinieblas. Vivimos horas de tinieblas. Y no habrá cono de luz, si no se reconocen estas realidades. Y si sobre todo no se arranca del principio que nada iguala, protege y ampara más que el imperio majestuoso de la leyu2026", escribía el lunes 12 de febrero.
Al día siguiente, en una apelación desesperada volvió sobre el tema: "No sabemos si nos encaminamos al ocaso de nuestra democracia. No será necesario mucho tiempo para develar la incógnita. Posiblemente ya no exista cuando estas líneas salgan a la calle. Pero lo dramático, lo estremecedor, es que se está jugando el destino, quizás por décadas de la República en medio del silencio frívolo de muchos. ¿Dónde están los grupos que herían las membranas con su estridente protesta, porque se violaba en el país una libertad, se encarcelaba arbitrariamente a un ciudadano, se desconocía algún principio del texto constitucional?.."
La ley ante todo.
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Meses más tarde, y días antes de la clausura del Parlamento, la Justicia militar pidió el desafuero del legislador frenteamplista Enrique Erro (que había comenzado su carrera política en el Partido Nacional). Beltrán se opuso categóricamente y al fundamentar su voto sostuvo: "Voy a votar en contra del pedido de desafuero del señor senador Erro (u2026) sabiendo que fue el enemigo más implacable, más duro, más injusto, más tenaz y más enconado que tuvo el Partido Nacional en el gobierno; pero no nos cobramos esa deuda con la indignidad de esta revancha (u2026) voy a votar en contra del pedido de desafuero del señor senador Erro, por razones fundamentalmente jurídicas. De imperio del derecho y de afirmación de la norma, razones que serían tristes , inservibles y desconocidas mientras nosotros padeceríamos en la prisión, o hubiéramos acabado en el paredón si el Movimiento de Liberación(Tupamaros), que el senador aplaudía y elogiaba, hubiera triunfado. Esta sí es nuestra revancha. En nombre de esos principios a los que combate, y en defensa del Parlamento, protegemos y amparamos y tutelamos la persona del senador Erro.
Compromiso.
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Beltrán dio la bienvenida a la democracia con otro memorable editorial publicado el 24 de febrero de 1985 y que tituló "Me comprometo por mi honor", en alusión al juramente que el 1 de marzo prestaría Julio María Sanguinetti ante la Asamblea General (u2026.)"Si siempre este juramento cívico, que como toda renovación supone el epílogo de lo que fue y el pórtico de lo que viene tuvo ese sentido propio y simultáneo de despedida y de aurora, en estos instantes ha de adquirir para quienes lo oigan, un significado aún más especial, en el que pese a la posible mezcla de sensaciones que nos sacudirán ,podrá, sin embargo, separarse un ayer que con alegría vemos que se aleja, un presente que con dramatismo llama a nuestra responsabilidad y un futuro en que la imaginación inspira a la esperanzau2026"
El doctor Beltrán partió de este mundo hace hoy quince años. Fue sepultado en el Cementerio Central de Montevideo y se le realizaron honores de Jefe de Estado. En palabras de Antonio Machado " solo sabemos que se nos fue por una senda clara", porque como escribió el poeta sevillano: "lleva quien deja y vive el que ha vivido".