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Lo bueno de dedicar un tiempo a caminar

| Caminar es de las actividades más eficientes para la salud. | Para adquirir el hábito, sólo debe vencerse la inercia inicial.

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Eduardo Casanova

Desplazarse a pie durante el día no equivale a dedicar tiempo a caminar, como ejercicio realizado durante un período fijo y a una intensidad preestablecida. El "salir a caminar" resulta saludable si se prolonga al menos unos 30 minutos, a un ritmo de unos 100 a 120 pasos por minuto. Ello equivale a un recorrido de unos 2,5 kilómetros, siendo deseable llegar luego a 5 kilómetros en 60 minutos.

El período estival y las vacaciones resultan una excelente oportunidad para comenzar a cultivar este hábito diario, fundamentalmente si se puede disfrutar de la costa balnearia, próximo a la costa y en zonas arboladas. Deben evitarse las pendientes y el terreno irregular, sobre todo si se padece de enfermedades cardiorrespiratorias o reumáticas, o si se tiene sobrepeso.

Puesto que caminar no requiere de aptitudes especiales, ni supone elevados costos, sus beneficios la transforman en una de las actividades más eficientes para la salud. Podría decirse que su principal costo se relaciona con el tiempo que requiere, y el esfuerzo de voluntad para llevarlo a cabo con constancia.

Quizá el primer beneficio se relaciona con cambiar la filosofía de vida, pues supone dedicar tiempo a una actividad que por sí misma, no es directamente lucrativa. También resulta beneficiosa en términos económicos: ahorra el elevado costo de medicación contra el estrés, la obesidad y sus consecuencias, como el envejecimiento arterial y las enfermedades cardiovasculares. Esto hizo que al hábito de caminar se le llama la "polipíldora natural".

La caminata progresiva (de acuerdo con indicación médica), facilita el descenso de peso y beneficia el control de la hipertensión arterial, la diabetes y las dislipidemias. También mejorarán los sufrimientos reumáticos al disminuir la sobrecarga articular.

A nivel miocárdico, mejora la perfusión coronaria y baja la demanda de oxígeno del músculo cardíaco, previniendo así el angor. Ello se potencia con la disminución de la viscosidad sanguínea y la adherencia plaquetaria, lo que previene la trombosis.

Se comprobó además que la caminata reduce el "colesterol malo" y aumenta el "colesterol bueno", lo que protege el endotelio vascular; también mejora la utilización de la glucosa sanguínea por las células del organismo, con lo que previene la diabetes tipo 2 y la resistencia a la insulina e hiperinsulinismo, que promueve la obesidad y diversas enfermedades.

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José Mazzini 2957

La importancia de generar el hábito.

El hábito de las caminatas debería considerarse como una prescripción médica, como una receta que diga: "caminar 30 minutos diarios". Sin embargo, nuestra cultura asigna más importancia a ingerir fármacos, aunque estos sean más caros y menos efectivos.

El placer de liberar endorfinas.

Para cambiar la actitud sólo debe vencerse la inercia inicial, pues al cabo de 2 a 3 semanas se perciben los beneficios que facilitan mantener el hábito: se experimenta un efecto placentero por la liberación de endorfinas, menor estrés y ansiedad, y mayor confianza en sí mismo.

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