DANIEL ISGLEAS
El gobierno ratificó que para ingresar al Ejército no se debe ser portador del virus del SIDA, postura por la que la fuerza fue acusada de discriminación. El problema no es menor: una cantidad de sus integrantes ya porta el virus de inmunodeficiencia.
La situación está bien presente hoy en el Ejército y es seguida con preocupación y manejada bajo una estricta reserva. Son personas que están "físicamente disminuidas, que tienen una deficiencia", dijo a El País el jefe del Ejército, Jorge Rosales.
"Tenemos un número significativo de integrantes de la fuerza que son poseedores del virus del SIDA y no por eso están alejados de las filas", agregó el comandante, que explicó que esos casos proceden mayormente de efectivos que han participado en misiones operativas de paz en el exterior.
En la preparación de los militares para las misiones, uno de los elementos en que se pone énfasis es en la necesidad de evitar absolutamente el contacto sexual con la población local. En los hechos, esta medida, por más rigurosidad con que se aplique, no siempre es respetada dados los índices que se presentan al retorno de los efectivos al país.
Uruguay tiene más de 2.000 soldados desplegados en Haití y la República Democrática del Congo, dos naciones en cuyas sociedades la enfermedad está ampliamente difundida y que a la vez padecen de tremendos problemas desde el punto de vista de la profilaxis, pese a los esfuerzos de las autoridades locales y de la comunidad internacional por educar a la población.
El requisito de no ser portador del virus del SIDA que establece el Ejército para los aspirantes al ingreso proviene de un decreto que data del año 1992, durante el gobierno del ex presidente Luis Alberto Lacalle.
Según el comandante Rosales, los portadores del virus "tienen limitaciones lógicas para el ingreso a la fuerza porque estamos ante una situación de deficiencia. Ellos están físicamente disminuidos", subrayó.
El requisito de no ser poseedor del virus figura entre las condiciones de ingreso a las escuelas de formación de oficiales, de suboficiales y de personal subalterno.
DISCRIMINACIÓN. No solamente desde las asociaciones de portadores de esta enfermedad se criticó al Ejército, sino desde el Poder Ejecutivo y también desde la oposición.
La existencia de ese requisito había sido puesta en conocimiento del Poder Ejecutivo en marzo por el diputado nacionalista José Carlos Cardoso, quien se comunicó a esos efectos con el ministro de Trabajo y Seguridad Social, Eduardo Brenta.
Brenta informó luego al ministro de Defensa Nacional, Luis Rosadilla, que la exigencia del examen de no portador de HIV debía ser retirada de las condiciones de ingreso al Ejército para que Uruguay no violara los convenios internacionales suscritos.
Rosadilla pidió hace algunas semanas a Rosales todos los antecedentes en la materia para estudiar la situación e instalar cambios inmediatos en los actuales requisitos.
SE MANTIENE. Sin embargo, el Poder Ejecutivo estudió la situación y le dio la razón al Ejército a tal punto que el requisito se mantiene.
Para el general Rosales, esta medida no supone en modo alguno un acto de discriminación. "No es una discriminación sino que se trata de prevención", dijo.
El comandante explicó que la tarea de un militar del escalafón combatiente "es muy específica y por eso no puede haber portadores del virus".
El jefe castrense recordó que la enfermedad tiene distintas etapas y por eso el grado de complejidad para desempeñar algunas de las actividades propias de un militar.