El ministerio se queda sin los expertos a los que apostó el Frente Amplio.
Cuando el presidente Tabaré Vázquez confirmó que le confiaría a María Julia Muñoz el Ministerio de Educación y Cultura (MEC) logró sorprender a muchos. ¿Por qué una médica al frente del área que, junto con la seguridad, amenazaba con ser el talón de Aquiles del tercer gobierno del Frente Amplio? Vázquez eligió a Muñoz por su peso político. Eso es lo que se repetía desde filas oficialistas.
El sueño era que el MEC tuviera, con la ministra que había liderado la intrincada reforma de la salud durante el primer gobierno de la coalición de izquierda, un papel mucho más protagónico. Pero no lo logró. A un año y medio de comenzada la administración ya fueron cesados tres funcionarios —el último esta semana— que en un principio eran reconocidos como piezas clave para cumplir la gran promesa de campaña: "Cambiar el ADN de la educación". Hoy el ambiente en el Ministerio se corta con cuchillo.
"Vamos a trabajar junto al Consejo Directivo Central (Codicen). La autonomía de este es técnica y no quiere decir que se quede sin apoyo del Ministerio, va a haber apoyos", declaró Muñoz a El País poco antes de asumir. Horas después salió a aclarar que no se violaría la autonomía. Lo hizo luego de que todos los sindicatos protestaran airadamente. Los gremios se niegan a que el MEC tenga participación en las decisiones que tienen que ver con el rumbo de la Enseñanza; reclaman que, como establece la ley, esto sea potestad del Codicen.
Si el margen de maniobra del MEC para cambiar algo en la educación era poco cuando arrancó el gobierno, ahora es mucho menor.
El equipo.
Para respaldar con un sustento técnico a Muñoz en la cartera, se la rodeó de expertos —de los mismos que justamente se habían encargado de redactar el programa del Frente Amplio—. La gran apuesta fue el doctor y master en Sociología de la Northwestern University Sociology Department en Evanston, Fernando Filgueira.
A Filgueira ofrecieron la subsecretaría del MEC. Al principio este rechazó la propuesta. Entendía lo obvio, que para de verdad llevar adelante la reforma educativa que él se proponía —que tenía como principal eje la creación de un marco curricular común hasta los 14 años, lo que implicaba cambios de fondo que incluían una disminución de materias en los primeros años de Secundaria— debería tener el control del Codicen. Pero justamente el poder político de Muñoz, y su cercanía con Vázquez, lograron convencerlo. Igual puso condiciones: quería al maestro Juan Pedro Mir como director de Educación y al sociólogo Jorge Papadópulos como director general de Secretaría, dos amigos con los que comparte una misma visión sobre el "ADN" que la educación debe tener.
El primero en perder el cargo fue Mir. El propio Vázquez fue el que ordenó su salida luego de que este, en el Plenario del Frente Líber Seregni (FLS), cuestionara la falta de condiciones políticas para llevar adelante un cambio en la educación. Con él se fue Filguiera, mitad en solidaridad y mitad cansado de no tener margen de maniobra. El marco curricular común no era una política que le cayera en gracia al presidente del Codicen, Wilson Netto, un hombre del Movimiento de Participación Popular (MPP) que mantiene el cargo desde la administración anterior. El expresidente José Mujica fue el que le pidió a Vázquez ese puesto clave y el mandatario aceptó.
Netto cree que la gran reforma se va a hacer de la mano de la descentralización y de la creación de comunidades educativas, lo que le va a permitir tener más autonomía a los centros. Su sueño es, incluso, que cada institución pueda manejar sus propios recursos. Esto —que se parece mucho al descartado plan ProMejora del exconsejero nacionalista Daniel Corbo, el cual fue descartado— por ahora parece utópico, en un país donde hay unas 1.000 escuelas y 300 liceos. Para los sindicatos, los planteos de Filgueira y Netto son igual de malos.
El fin.
El último eslabón de la cadena fue Papadópulos, a quien fuentes del ministerio lo definen como "intachable". Es el último que quedaba del grupo que había llegado con Filgueira. Desde la Dirección General de Secretaría trató de poner coto a los gastos superfluos. Hizo un monitoreo de las oficinas que tenía el MEC y no usaban. Propuso hacer algo con ello. "Eran cientos de miles de pesos en casas en la peatonal Sarandí, en edificios frente a la Plaza Independencia, en todos lados. Buscó un edificio para mudar el Ministerio y economizar. Fue una persona que siempre cuidó los dineros públicos", dijeron esta semana fuentes de la cartera a El País, luego de que fue cesado.
En otra cosa que era cuidadoso, era en el tema del concepto de gastos de dinero por viáticos. Consultada por El País, la directora nacional de Centros MEC, Glenda Rondán, dijo que "es verdad" que tuvo "alguna discusión" con Papadópulos por cuestiones que tenían que ver con la administración de los recursos. Al mismo tiempo que sostuvo que la salida del director de Secretaría, no tenía que ver con ninguno de estos roces.
Fuentes de la cartera, en tanto, deslizaron que la gota que rebalsó el vaso para que Papadópulos fuese cesado, fue advertir a la ministra que no podía disponer de viáticos para llevar a cabo un viaje con Rondán a Buenos Aires, si no declaraba el viaje como oficial. Esto llevó a una discusión que terminó con Muñoz reclamándole que renuncie a través de un mensaje de WhatsApp. Él se negó. Tras esto la jerarca le mandó otro texto diciéndole que lo cesaba del cargo. El País preguntó a Papadópulos si esta versión era cierta y no respondió.
Rondán, en tanto, sí confirmó el polémico viaje, incluso dijo que le pidió "consejos" a la ministra para evaluar "qué ropa llevar". La visita, sin embargo, no figuraba hasta ayer en la nómina de Misiones Oficiales de la página web de Presidencia. "Me pegan porque soy amiga de la ministra", dijo el miércoles Rondán. Consultada ayer por mensaje de texto, en tanto, señaló que estaba en Argentina.
Viuda negra.
Muñoz se ganó el apodo de "viuda negra", porque "mata solo a varones", dijeron fuentes de la cartera. Todos los jerarcas que ha destituido son de sexo masculino, y todos fueron sustituidos por mujeres. Primero, poco después de asumir, fue el exdirector de la Biblioteca Nacional, Carlos Lizcano, quien fue sustituido por Esther Pailos. Mir fue cambiado por Rosita Angelo y Filgueira por Edith Moraes. El puesto de Papadópulos será para Ana Gabriela González Gargano, que últimamente tenía un cargo en la Biblioteca Nacional y que hasta hace poco era la directora general de Política de Defensa y de Servicios Sociales del Ministerio de Defensa Nacional.
Desde que asumió, Muñoz es, en su cargo, una militante por la igualdad de género, y pelea por equilibrar dentro del Estado los puestos de responsabilidad que son ocupados por hombres, con los de las mujeres. Fue la que decidió mantener en el cargo a la directora de Secundaria, Celsa Puente, que viene de la anterior administración, y la ha respaldado cada vez que esta enfrenta a alguna batalla con la Federación Nacional de Profesores de Enseñanza Secundaria (Fenapes). En Primaria, en tanto, hizo un enroque: Héctor Florit, que era director general, pasó a ser consejero, e Irupé Buzzetti, que era consejera, pasó a ser directora.
En las primeras reuniones de gabinete Muñoz se quejaba: "Todos varoncitos, todos varoncitos", decía. Hoy de los 21 jerarcas del MEC, 11 son hombres y 10 por mujeres, incluida la ministra. De los creadores del proyecto para "cambiar el ADN", no queda ninguno, ni ninguna.
Promesas difíciles de cumplir: 6% de PIB, campus y otra Universidad.
En la campaña el Frente Amplio prometió "tender" a un presupuesto de 6% del PBI para la educación. Estaba en 4,5% y se llegó a penas a 4,8%. También figuraba la creación de campus que vinculen escuela y liceos. Hay un proyecto de PPP para llevar adelante esto, pero los sindicatos se resisten.
La idea era generar un marco curricular común que vaya hasta los 14 años quedó en programas dispersos que funcionan solo en algunas instituciones, y que consisten en visitas de grupos de sexto año a los liceos, y de profesores a las escuelas.
La Universidad de la Educación fue descartada.
La idea de "elaborar un Plan Nacional de Educación, con amplios consensos sociales y políticos" parece imposible, sobre todo en Secundaria, donde se centra el problema por los altos índices de repetición y deserción, y donde los sindicatos tienen un intermitente diálogo con las autoridades.
El FA se proponía un aumento de la matrícula en formación docente. En esto no se está tan mal, en el último año se pasó de 20.000 a 23.000 alumnos, entre magisterio y profesorado.
Lo que sí se concretó fue la educación a partir de los 3 años, que empezó a funcionar este año.
UNA PROMESA EN EL DEBE