Después de tormentas como la de esta semana, las orillas uruguayas se llenan de residuos de lo más insólitos, arrastrados entre la basura de ciudades, barcos y de lo que llega de todos los cauces que convergen en el Río de la Plata. Un grupo de investigadores se propone estudiar en conjunto para conocer su impacto en las aguas.
La botella de refresco pasa de las manos de quien disfrutó la bebida al contenedor, de donde la recoge un carrito. Viaja algunos kilómetros hacia la ribera de un arroyo y allí queda unos días amontonada al rayo del sol. El arroyo sube, se la lleva y termina dejándola en el camino hacia el interceptor, colocado en Punta Carretas para verter aguas servidas y llevar algunos cauces menores hacia el Río de la Plata. Pero en el viaje las lluvias saturan su capacidad y termina directamente en las costas. A la mañana siguiente, el vecino que madruga para caminar por la orilla de la playa montevideana se la encuentra y protesta. Se podría cambiar el residuo, el cauce por el que va, el punto del país e incluso el tiempo de descomposición. Este intrincado y azaroso camino podría incluso llevar el plástico descompuesto al plato. ¿Pensó alguna vez qué sucede con los pequeños pedazos de plástico que ingieren los peces?
Lo cierto es que la basura que tanto indigna y que se aparece en las orillas tiene un mismo origen: el ser humano que usó y tiró el material. Solo el año pasado se recogieron, en la costa montevideana, un total de 2.107 toneladas de basura. Equivale al peso de 140 ómnibus vacíos —como los nuevos de Cutcsa, de esos que tienen puertas en el medio. Y de ríos y arroyos capitalinos se extrajeron 20.251 toneladas. Es decir, 1.350 ómnibus. Si se tomaran todos los vehículos y se colocaran uno detrás del otro bordeando la costa, se podrían extender por 18 kilómetros, cinco más de los 13 que abarcan las playas de arena capitalinas.
Si esto resulta difícil de imaginar, ¿cuánto más quedará sumergido? Con más preguntas que respuestas, un grupo de investigadores de diferentes ámbitos académicos y gubernamentales se agruparon para poner la lupa sobre el tema y desde 2014 trabajan juntos, recopilando todo el material que han recogido, con la intención de conocer, a ciencia cierta, el alcance de la contaminación de las aguas locales.
"Nos reunimos porque en nuestros muestreos y trabajo de campo siempre nos encontrábamos con plástico", dice el biólogo Emanuel Machín. "Y más cuando empezamos a encontrar plástico dentro de varios animales", agrega. En este momento, por ejemplo, Machín está estudiando un tipo de peces llamados anuales, que viven en charcos durante los meses lluviosos, y también encontró plástico dentro de ellos. Ni que hablar de las aves, como la gaviota cocinera o el albatros.
Catalogaron tres tipos de desechos: los que arrastran los cauces, por ejemplo de vertederos, los que se producen en centros urbanos y los que provienen del tráfico marino. Se estima que cada montevideano produce alrededor de medio kilo de basura por día. La mitad es orgánica y el 14% son plásticos. Es casi imposible saber cuánto termina en las aguas.
En el Río de la Plata confluyen aguas de un cuarto del continente, incluyendo parte de Brasil, Bolivia, Paraguay y Argentina, y solo en Uruguay hay seis vertederos a cielo abierto a menos de 100 metros de un cauce. Dos de ellos están sobre el agua, como ocurre en Salto y Trinidad, según detallan los investigadores en una publicación conjunta para la revista "Gestão Costeira Integrada".
De mayor a menor.
Su trabajo no tenía nada que ver con la basura que se instala mar adentro. De hecho, era sobre los animales que habitan las aguas locales. Sin embargo, hablar de uno implica cruzarse con el otro. Los residuos que un equipo de investigadores de la Dirección Nacional de Recursos Acuáticos (Dinara) recolectó, en 11 campañas en distintos momentos entre 1999 y 2013, eran solo los de tamaño grande y su variedad no dejó de sorprenderlos. Llegaron a encontrar en la zona pesquera desde un bidet hasta tiburones que murieron asfixiados con flejes de plástico que se desechan de los barcos.
Cuanto más cerca de la costa estuvieron recolectando, más variedad de residuos encontraron, mientras que hacia la zona pesquera los desperdicios estuvieron vinculados a la actividad, cuentan Yamandú Marín y Julio Chocca, integrantes del Laboratorio de Tecnología Pesquera de Dinara. Encontraron un total de 430 objetos de tamaño mediano y grande.
Para ver una parte del problema alcanza con mirar hacia el horizonte. La fila de buques que esperan sobre la costa tienen estrictas normas internacionales con respecto a la disposición de sus residuos. Y sin embargo, estos no dejan de aparecer. El problema, sostienen Chocca y Marín, es algo difícil de controlar. Países como Nueva Zelanda y Australia cuentan los fuelles y plásticos de cada barco y multan por cada uno que falta.
Lo grande y llamativo es solo la punta del iceberg. El doctor en Ciencias del Mar Juan Pablo Lozoya es parte de un grupo de científicos del Centro Universitario Regional del Este que iniciaron una línea de investigación sobre un contaminante más pequeño, como son los microplásticos. Estas minúsculas partículas de plástico terminan en el interior de varios vertebrados e invertebrados marinos, cuenta el investigador. Además, podrían absorber componentes químicos con efectos tóxicos. Se analizaron varias playas de Punta del Este, donde se detectó su presencia y ahora se están analizando y cuantificando en Punta del Diablo. A su vez, dos investigadores que están camino a la Antártida en este momento harán lo mismo sobre el área del Atlántico sur.
"Creo que el gran desafío es lograr que los gestores estatales estudien en detalle todos los artículos que se han publicado", dice Machín. "Pareciera que la gestión y la investigación están divorciadas, si es que alguna vez fueron de la mano", agrega, aunque afirma que se mantiene optimista sobre las posibilidades de poner el tema en la agenda.
Educación, educación.
Era un taller con docentes de una escuela y para cada día se consumían varias botellas de medio litro de agua para cada uno. Después de un par de clases, los docentes pidieron bidones. Machín recuerda esta experiencia, que ocurrió en el marco del Colectivo Aulamar, un proyecto que busca educar sobre el impacto del plástico en las playas. La idea es llevar el aula a la orilla para generar conciencia sobre los visibles efectos del mal manejo de los desperdicios. En un documental realizado por la productora Cuatro +, se puede ver una de las actividades que realizaron con niños de una escuela de Punta del Diablo.
Por otro lado, el próximo sábado será la jornada de recolección de residuos en playas de seis departamentos. La iniciativa se viene realizando desde 2009. Es un solo día al año en que toda la costa queda invadida por voluntarios que recogen la basura, la registran y clasifican.
El año pasado, por ejemplo, encontraron 23 teléfonos celulares, 435 cepillos de dientes, 101 anclas, 28 heladeras, 149 carritos de compras, 54 bicicletas, 39 asientos de inodoro, 97 televisores y 87 colchones. Esto sin contar los millones de colillas y bolsas plásticas y cientos de miles de envoltorios y tapas de bebidas.
La propuesta de los investigadores es mirar la foto entera y preguntarse cuál es el origen de toda esta basura. El dedo acusador va a apuntar a una sola especie.
Juntan 2.100 toneladas de basura en 2015.
Un desastre. Así describió el director de la Unidad de Playas del servicio de Limpieza de la Intendencia de Montevideo (IMM), Daniel Picún, la situación de las playas montevideanas después del temporal de esta semana. La comuna cuenta con 50 personas dedicadas a la recolección manual de residuos y limpieza mecanizada para seis playas. Además, contrata a dos empresas que en forma tercerizada realizan parte de la limpieza. En temporada, se hace a diario desde las 7:00 hasta el mediodía, y fuera de temporada "a demanda", dice Picún. Con el último temporal, la mayoría de los residuos recolectados fueron orgánicos, tal como plantas arrastradas por las corrientes, explica. El material orgánico se suele reutilizar como abono en algunas partes de la capital para reanimar espacios verdes. En total, cada año juntan unas 2.000 toneladas de basura, en su mayoría residuos orgánicos y plásticos.
El sábado 5 habrá jornada de limpieza.
Año tras año, cuando se acerca la temporada de playas, se organiza la jornada de limpieza de costas. La iniciativa parte de la ONG internacional Ocean Conservancy y se realiza en más de 100 países. En Uruguay es promovida por el Ministerio de Vivienda y gobiernos locales. Este año los puntos de encuentro estarán en San José, Montevideo, Canelones, Rocha, Maldonado y Colonia, entre las 10 de la mañana y las 12 del mediodía, dependiendo de qué punto de encuentro se elija. En la última edición participaron 3.500 personas, que juntaron 4.000 kilos de residuos.
LAS CONSECUENCIAS DE LOS DESCUIDOS.
Animales marinos atrapados entre la basura.
Este tiburón fue encontrado por la tripulación de un barco de Dinara. Es común que los animales marinos enganchen flejes de plástico que se usan para mantener cajas o cargamentos cerrados. De los barcos suelen tirarlos al agua y muchos animales crecen con deformaciones y luego mueren.
Cuando la basura se convierte en hogar.
Entre los desechos encontrados por Dinara, muchos incluían animales marinos adheridos. Según explican, muchos moluscos utilizan los residuos plásticos, metálicos y de vidrio como segundo hogar. De hecho, llegaron a encontrar pulpos que habitaban tazas o vasos.
La pesca "fantasma" que atrapa bolsas.
Por mal tiempo o diferentes circunstancias, los pescadores pueden dejar sus redes en el mar e irse. Estas luego se pierden y no solo constituyen un desecho, sino que además siguen pescando hasta que las corrientes las rompan o que alguien las encuentre, aunque no es una tarea fácil.
Colectivo Aulamar - Documental from Cuatro+ on Vimeo.
Video: Cuatro + / Dirección Javier Borroni.
Si no puede ver el video haga clickaquí
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