No hablen por mí

Compartir esta noticia

Un grupo de señores, que se autoproclaman representantes de la clase obrera y hablan en nombre de los trabajadores, han salido a recorrer el país. Aseguran que inician esta cruzada para que los asalariados adviertan el enorme peligro que correrán si el doctor Luis Alberto Lacalle y el Partido Nacional ganan las elecciones de finales de año.

Son dirigentes sindicales. La flor y nata del Pit-Cnt. Por tanto, no tienen que trabajar. Eso les deja tiempo de sobra para recorrer el país llamando a evitar el triunfo del anti Cristo. Para alertar lo que sobrevendrá sobre la clase obrera si el doctor Lacalle, Dios no permita, llega al poder.

Uno los entiende. Están cómodos. La izquierda gobernante juega claramente para ellos. La implantación de los Consejos de Salarios llenó a los sindicatos de afiliados. La caja de los gremios pasa por un momento de gloria. Además, cuando de negociar se trata, en las mesas tripartitas siempre tienen al gobierno de su lado para doblarle el codo a la patronal de turno. Si el empresario no acepta, lo amenazan a través de los medios con transformar su negocio en una pesadilla. Y si el hombre se resiste, le ocupan la fábrica sabiendo que en un gobierno de izquierda nadie se animará a usar la fuerza para desalojarlos. Se irán cuando ellos quieran. Cuando hayan conseguido, con la presión, lo que querían. ¿Por qué querrían estos señores tomar el riesgo de perder todo eso?

Son frenteamplistas. Y lejos de ocultarlo, lo proclaman. Ellos, que dicen representar a todos los trabajadores del país, no tienen vergüenza en subirse a un estrado o conceder entrevistas, como en las recientes elecciones internas, para pedir el voto para Astori o para Mujica. ¿Por qué habrían de avergonzarse ahora por recorrer el país para pedirle a los uruguayos que no voten a un candidato que quiere desplazarlos a ellos del poder? ¿O es que alguien no se ha percatado del enorme poder que los sindicatos, y fundamentalmente quienes los conducen, tienen en el Uruguay en el que vivimos?

El doctor Lacalle les visitó en el Pit-Cnt. Les propuso trabajar juntos para crear más y mejor empleo. Pero el único trabajo que estos señores conocen es el de la disputa, el enfrentamiento, la lucha eterna de clases. Esa es su única razón de ser. Así viven. Así ganaron su poder dentro de los sindicatos que dominan y en los que no admiten rotación alguna. ¿Por qué los presidentes cambian cada cinco años y los Juan Castillo, los Richard Read, los Marcelo Abdala, los Luis Puig y tantos otros que manejan a los trabajadores como "títeres" y pueden paralizar un país cuando se les ocurre llevan tanto tiempo ocupando los mismos cargos sin que haya una rotación y una renovación? ¿Por qué si para un trabajador no hay nada mejor que otro trabajador no le dejan el espacio a alguien nuevo y vuelven a las ocho horas?

¿Cuánto sabemos los uruguayos de estos señores, que todo lo pueden, que todo lo mueven y que, cuando quieren, todo lo paralizan? ¿Sabemos dónde trabajan y cuánto tiempo dedican realmente a transpirar la camiseta? ¿Sabemos cómo obtienen las conquistas con las que se entronizan en la conducción de sus organizaciones? ¿Sabemos quiénes son en realidad los que hablan en nuestro nombre?

Tiendo a pensar que no lo sabemos. Y que tampoco nos importa. Si nos importara, no los dejaríamos hablar por nosotros sin preguntarnos qué pensamos. Ni ponerle trabas a todo lo que a ellos, y solamente a ellos, no les conviene. Ni hacer abiertamente campaña para un partido político al que una parte importante de los trabajadores de este país respetan, pero no votan.

Y mucho menos decir quién puede y quién no debe gobernar este país.

elpepepregunton@gmail.com

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar