PAYSANDU | Sandra Kanovich
Increíble pero cierto". Esta es una de las frases preferidas que el cirujano dentista Daniel Damico emplea para calificar la anestesia psicológica, con la cual, asegura, ha intervenido quirúrgicamente a una treintena de pacientes.
La técnica supone la eliminación de las tradicionales anestesias químicas, con sus riesgos y efectos secundarios. El poder de la mente no sólo sirve para provocar el adormecimiento de la zona intervenida, sino un estado físico general que favorecerá la rápida coagulación, la cicatrización de la herida y por tanto la desaparición de posoperatorios dolorosos, prolongados, plagados de antibióticos, antinflamatorios y cuidados especiales.
Damico descubrió la psicoanalgesia casi casualmente en agosto de 2004. Esta fue desarrollada por el cirujano español Angel Escudero, que en 1972 realizó la primera operación de várices, y trombosis hemorroidal en la misma paciente, sin ninguna sustancia química.
"No es fácil su difusión. Como prescinde de químicos los laboratorios no la apoyan. Además se trata de cambiar una mentalidad", consideró.
El profesional afirma que sigue adelante porque además de que "la técnica cuenta con una explicación científica, la experiencia le ha demostrado que "es efectiva" y que puede ser aplicada en forma universal, aun en cirugías mayores que exigen tiempos prolongados de intervención.
El próximo 20 de julio Damico presentará la experiencia a sus colegas sanduceros. Hasta el momento, como está en fase experimental, el profesional no ha cobrado por sus servicios. Para el futuro, está pensando en una "adecuada tarifa" de U$S 150.
PODER. La teoría desarrollada por Escudero indica que el pensamiento es capaz de producir a nivel del sistema nervioso central una sustancia —noesina—, que al ser liberada produce una respuesta biológica global armónica positiva, que desencadena la capacidad de suprimir el dolor y mejora el estado de salud general.
Aunque Damico prefirió no revelar los secretos de la técnica, advirtió que la misma comprende instrucciones verbales simples, que se guardan en el inconsciente y pueden ser activadas en forma voluntaria.
"Lo importante es la confianza, en el médico y en uno mismo", aseveró. Para lograr ello, "prepara" a sus pacientes adormeciendo un segmento del brazo del paciente y en él atraviesa una aguja. "La prueba impresiona y es efectiva".
A diferencia de la hipnosis, técnica más difundida y que sólo resulta en el 6% de los casos, este tipo de anestesia puede ser aplicada en cualquier persona.
Excepto en uno de los casos, en que "el error fue mío por insistir demasiado", el dentista asegura que en el resto de los pacientes a los cuales les fue propuesta, la psicoanalgesia funcionó tal como era esperado.
Damico admitió que "como placebo" y en alguna oportunidad en que el paciente muestra alguna señal de dolor, se permite administrar anestesia química tradicional. "En ínfimas dosis y en lugares no relacionados con la zona que estoy operando, pero siempre después de iniciada la intervención", aseguró.
Los testimonios brindados por sus pacientes a El País coinciden en calificar de "increíble" la experiencia. Bettina Andriolo debió someterse a una cirugía en la que era necesario cortar encía y hueso. Eso fue una mañana, a la tarde "estaba jugando un partido de paddle".
Adriana Barbato es la madre de Alejandra y Guillermina. Esta última sufrió 15 días tras una extracción "tradicional" de muelas. Temblaba al pensar que le restaba tres extracciones y dos a su otra hija. "Estaba decidida a no verlas sufrir así de nuevo y así llegué a Damico. No podía creer que no sangraran, que no les doliera, que no se inflamaran, que sólo me mandara agua de manzanilla y agua de rosas para lavarles la herida", comentó la mamá. "Cuesta creer, porque estamos acostumbrados a sufrir, pero es cierto", concluyó.