Pasaron tres semanas y ni un solo rastro del avión de la empresa Air Class, desaparecido a poco de despegar de Carrasco. El área de búsqueda continúa siendo los alrededores de la Isla de Flores, que ha sido intensamente barrida por buques provistos de sonar de la Armada Nacional y sobrevolada por la Fuerza Aérea en estos 22 días de operaciones.
Mañana los responsables de las operaciones de las dos armas se reunirán para planificar una nueva etapa de búsqueda.
La novedad en las operaciones según informó la Armada ayer, fue la incorporación de un nuevo dispositivo además de los sonares para la búsqueda subacuática. Se trata de un hidrófono, un dispositivo similar al sonar, que permite captar sonidos bajo el agua. El hidrófono transforma estos sonidos en ondas eléctricas que son captadas por un altavoz para su identificación. El dispositivo, según explicó ayer el capitán Néstor Lehmann, permite captar sonidos a una distancia de 500 a 600 metros. Con él se espera poder captar el sonido emitido por la baliza de emergencias de la aeronave Fairchild, ya que dicho dispositivo se mantiene activo durante 30 días.
El buque ROU 23 Maldonado incorporó el hidrófono desde ayer y se suma a los dispositivos de sonar con que cuentan el buque científico Oyarvide, el de barrido lateral del ROU 12 Paysandú. Asimismo, un equipo de científicos de la Facultad de Ciencias se incorporó a la búsqueda con un sonar de alta precisión.
De momento ni la Armada, ni la Fuerza Aérea tienen previsto un fin de las operaciones de búsqueda. "En un caso como este no puede marcarse un final de las operaciones, se podrá reducir el número de recursos humanos y materiales, pero la búsqueda debe continuar", explicó el coronel Álvaro Loureiro, de Fuerza Aérea.
De momento, la única hipótesis firme es que la aeronave debió haber caído en algún punto en el entorno de la Isla de Flores. La investigación del siniestro ha descartado otras hipótesis posibles, como la de un secuestro por parte de delincuentes, o una explosión a bordo. Para ello los oficiales revisaron las cámaras de seguridad del Aeropuerto Internacional de Carrasco, de este modo se pudo verificar que en las dos horas previas al despegue nadie sino el piloto Walter Rigo y el copiloto Martín Riva abordaron el avión. Asimismo se revisó el manifiesto de carga, lo que permitió verificar que ninguno de los paquetes, encomiendas de la empresa DHL, contenía materiales peligrosos.
En cambio, una suerte de reconstrucción del vuelo a cargo de pilotos de Fuerza Aérea hizo cobrar fuerza a la hipótesis de que el piloto sufrió algún tipo de inconveniente de carácter fulminante que en menos de 10 segundos ocasionó la caída del avión en aguas del Río de la Plata. Según los registros del radar de Carrasco el piloto realizó varias maniobras críticas antes de perder contacto. Todo ello terminó de reforzar la idea de que el avión cayó en las aguas.
Mañana los mandos de Fuerza Aérea y Armada evaluarán lo actuado en estos últimos 22 días y acordarán cómo continuar las operaciones. Todos coinciden en que, a medida que pasan los días, se hace mucho más dificultoso hallar indicios en torno al paradero de la aeronave desaparecida el pasado 6 de junio.