"¿Esto no lo podemos arreglar con una fianza?", preguntó el asesino cuando era interrogado por la jueza penal Adriana Graziuso, a quien se dirigió por su apellido. El desparpajo y la desfachatez del joven de 18 años no le evitó que el fallo considerara agravantes y la pena máxima.
Brandon llevaba una doble vida. Por un lado mantiene una relación con una joven y por otro lleva adelante su actividad de taxiboy que le permitía hacerse del dinero necesario para poder afrontar su nivel de vida.
Brandon M. aspiraba a contar por lo menos con un procesamiento atenuado (sin prisión) por entender que había reaccionado la intención de la víctima de violarlo. Inclusive, insinuó que se había tratado de una especie de defensa propia del honor. Empero, la instrucción del presumario y las pruebas recolectadas por la Policía tiraron abajo la pretensión del homicida de reducir el asunto a un mero trámite judicial.
Para las autoridades no existen dudas de que se trató de un crimen perpetrado con alevosía y precedido por acciones preparatorias, como lo fue la compra del frasco de cloroformo adquirido por el asesino en la sucursal Farmashop del supermercado Devoto en la avenida Roosevelt de Punta del Este. El líquido fue empleado para empapar un pañuelo con el que el asesino mató al dueño de casa, asfixiándolo lentamente. Luego lo subió al automóvil con sus demás pertenencias y salió para deshacerse del vehículo.
Brandon M. apuntaba a quedarse con el automóvil de la víctima, cuyo cuerpo y pertenencias pensaba hacer desaparecer en algún lugar de la zona rural de San Carlos hacia donde se dirigía cuando fue interceptado por una patrulla de la Seccional Primera de Maldonado.
El crimen quedó al descubierto por las desavenencias conyugales existentes entre una mujer de nacionalidad ecuatoriana y su esposo que a la misma hora transitaban por la ruta 39, a corta distancia del sujeto. La mujer, asustada por el comportamiento agresivo de su marido, denunció el hecho a la Policía. El llamado, que cayó en Montevideo, fue derivado de inmediato a la Jefatura de Maldonado, desde donde se montó un operativo para actuar ante un posible secuestro. Los policías pararon a un automóvil argentino cuyo conductor se bajó con las manos arriba. "Me entrego. El cadáver está en el baúl", le dijo a los extrañados agentes que, armas en mano, esperaban encontrar a una mujer privada de libertad. Luego se confirmó que la pareja que accionó el dispositivo nada tenía que ver con el caso.
El propio Brandon condujo a los policías hasta el apartamento de su víctima. Una larga caravana de vehículos policiales, seguido de cerca por los periodistas de El País, fue hasta el edificio Sol Siglo I.
RELACIONES. La relación entre el joven y el argentino Horacio Sebaste (59) comenzó en mayo pasado cuando ambos coincidieron en el boliche Cronos de la península, frecuentado por la comunidad gay local y extranjeros. En ese centro nocturno coinciden jóvenes locales que ofician de taxi boys buscando clientes entre los concurrentes del mismo. Del local salieron esa misma noche para el apartamento, donde permanecieron durante varios días hasta que Sebaste regresó a su país.
La relación continuó mediante mensajes de textos y correos electrónicos.
El arquitecto le regaló el libro "La filosofía del Dr. House" como forma de reconocer hasta qué punto había avanzado la relación entre ambos.
Empero, la víctima no aparece en la página de Facebook de Sebaste. A comienzos de la pasada semana, Sebaste llamó al joven adelantándole que llegaría a Punta del Este en la tarde del jueves siguiente. Ambos se reencontraron en el atardecer de ese día y no se separaron hasta el sábado por la noche, cuando ocurrió el asesinato.
A partir de esa fecha mantuvieron varios encuentros en el apartamento de un dormitorio del edificio Siglo Sol I, ubicado a dos cuadras de la playa Brava. El asesino no fue el primer hombre que visitaba a la víctima. Hubo varios y la situación se puso tensa cuando el portero le advirtió a la víctima de los peligros de permitir el ingreso de desconocidos al edificio. Fuentes del complejo dijeron a El País que el hombre mantenía una vida irregular y que en una ocasión la administración le prestó plata para que pudiera regresar a su país. Según explicó, el dinero lo había perdido en una de los casinos de la zona.
Empero, el apartamento estaba al día con los gastos comunes y durante el verano se alquilaba a turistas para poder obtener una renta.
La víctima es hermano del embajador argentino en Haití. Sus familiares llegaron ayer desde la vecina orilla para hacerse cargo de los trámites necesarios para repatriar el cuerpo a Córdoba.
Agravantes: El móvil del robo del vehículo, así como el preparar el acto antes del crimen.