Polémica por terapia contra el autismo

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Le diagnosticaron autismo a los dos años. Hoy tiene cuatro.

En un año se disparó la cantidad de padres uruguayos que aplican un método que la ciencia no avala.

Doscientos padres de niños autistas en Uruguay comenzaron a administrar a sus hijos un tratamiento creado por una mujer estadounidense y un investigador alemán, que promete curar el trastorno. Dos familias afirman que su hijo sanó. La Facultad de Medicina y la Sociedad Uruguaya de Pediatría cuestionaron el método y llaman a no abandonar tratamientos que sí están probados.

La idea que sustenta la terapia que han comenzado a aplicar estos padres es que los niños que no nacen con autismo, sino que lo adquieren en los primeros años de vida, tienen un trastorno intestinal que los hace susceptibles a intoxicaciones. Según su planteo, al elaborar mal los alimentos, se generan en su interior compuestos químicos que pasan a su torrente sanguíneo y al llegar al cerebro alteran sus funciones neurológicas.

Desde esa idea, el tratamiento consiste en una dieta estricta que combina las seguidas por personas diabéticas y celíacas, (elimina azúcares y harina de trigo, avena, centeno y cebada) y descarta también la leche de vaca, por contener caseína, una proteína específica.

Asimismo, sostienen que estos niños son sensibles al contacto con metales como el mercurio, por lo cual evitan alimentos que sean conservados en recipientes que estén cubiertos con aluminio y procuran cocinar en recipientes de cerámica o vidrio. También les dan medicamentos que puedan matar cualquier parásito que tengan en el aparato digestivo.

La terapia tiene otro requisito más allá de la dieta estricta y la desparasitación, y es tomar cada pocas horas gotas de dióxido de cloro. Este producto se conoce como MMS, por las siglas en inglés de "Solución mineral milagrosa" y consiste en diluir clorito de sodio al 28% en agua destilada.

Quienes defienden este compuesto aseguran que ayuda a desintoxicar el cuerpo si tiene una concentración alta de metales que lo puedan estar afectando y que también hace bien para otras enfermedades, como el cáncer. Quienes lo cuestionan, indican que es tóxico y que hay casos de fallecimientos vinculados a su ingesta.

Todo lo anterior forma parte de un protocolo diseñado por Andreas Kalcker y Kerry Rivera. El primero se presenta a sí mismo como "Licenciado en Economía y más tarde en Biofísica y Salud Alternativa (Ph.D)".

Alemán de origen, ideó este método para tratar un sobrino que desarrolló autismo. Su planteo recoge procedimientos ideados anteriormente por una mujer de origen estadounidense y radicada en México, Kerry Rivera.

En Internet circulan decenas de videos en los que Kalcker o Rivera explican su protocolo, dictan charlas y aseguran la efectividad de su planteo. Según ellos, en el mundo hay 215 niños con autismo que se han curado con él, entre ellos dos uruguayos.

La difusión de este método hizo eco en los foros de padres de niños con este trastorno e impulsó a padres uruguayos a intentarlo con sus pequeños. Si el año pasado eran unos pocos,

hoy ya son 200. Esta semana Dyana Cornelius, uruguaya que asegura que su hijo se curó con este método, fue entrevistada en el programa Calidad de Vida de Canal 12 y despertó tanto reacciones de rechazo en las redes sociales como incertidumbre e ilusión en padres que han comenzado a probar la terapia.

Controversia.

Desde la academia se sostiene, tanto en Uruguay como en el exterior, que el método de Kalcker y Rivera no tiene validez científica, no ha sido probado por protocolos formales y no está avalado por ninguna institución académica.

Así como circulan sus videos en Internet, también se difunden artículos donde se cuestiona la formación de ambos y la veracidad de su tratamiento.

En Uruguay, Gabriel González, director de la cátedra de Neuropediatría de la Facultad de Medicina, expresó al ser consultado por El País que "el método Kalcker no tiene ninguna base científica y no hay ningún trabajo serio que lo avale".

Sobre el planteo de Kalcker y Rivera dijo que hay que diferenciar los conceptos que argumentan. Por un lado, históricamente se sostenía que los autistas tenían alteraciones a nivel digestivo y durante años se les combatieron los parásitos y los hongos, comentó González, quien también es presidente de la Sociedad Uruguaya de Neuropediatría.

"Se pensaba que podían tener intolerancias alimentarias como la enfermedad celíaca", rememoró. "Pero después, se vio que eso que aparentemente era verdad, no lo era. Podían tener más riesgo pero no todos los autistas tenían más problemas digestivos".

A partir de allí la ciencia coincide en que si el niño autista tiene intolerancia a algún alimento y esto es demostrado, indicó el académico, se le debe administrar una dieta o un tratamiento contra ese problema, como se haría con cualquier otro niño.

"Pero sacarle un alimento a todos los autistas, por ser autistas, y pensar que todos tienen una intolerancia a los metales, al gluten o a la caseína no está bien", consideró.

Plomo y mercurio.

En cuanto a la vinculación entre los metales y el desarrollo neurológico, Gabriel González dijo que sí está comprobado que el mercurio y el plomo son nocivos, especialmente durante el embarazo y los primeros años de vida del niño.

En este caso, es recomendable evitar que las mujeres se expongan a estos metales, aunque consideró que evitar el uso de elementos en la cocina que tengan aluminio es una medida extrema e innecesaria.

De todas formas, apuntó, si un padre cree que su hijo puede estar contaminado con plomo, se puede hacer estudios que lo comprueben y se lo puede tratar por esto.

Por otra parte, respecto a administrar gotas de dióxido de cloro (como indica el método de Kalcker) expresó: "Si yo tengo un tratamiento que es eficaz, sea una medicina o una intervención, me someto al método científico, que es tomar 100 niños, a unos darle el tratamiento y a otros no, y ver los resultados. No hay ninguna publicación científica ni comunicación de ningún congreso médico que avale ese tratamiento".

Según González, el investigador alemán comenzó indicando el dióxido de cloro para tratar la malaria y fue desmentido por la Organización Mundial de la Salud. Luego, lo ofreció para el cáncer y ahora para el autismo.

Alfredo Cerisola, presidente de la Sociedad Uruguaya de Pediatría agregó: "El concepto fundamental es que el autismo es una enfermedad de base neurológica y que existen tratamientos que lo pueden mejorar mucho. Están avalados a nivel mundial, son a largo plazo, llevan muchas horas, trabajo de maestros, educadores y técnicos especializados".

Para Cerisola, el tratamientos de Kalcker es similar a otros que prometen resultados mágicos. "Hay que tener cuidado en no jugar con las expectativas de la gente porque pueden dejar de hacer los tratamientos que sí están demostrados", expresó. "Obviamente que las familias tienen la libertad de hacer lo que consideren pero nosotros tenemos la obligación de decirles lo que tiene aval y lo que no, y este es un ejemplo de lo que no tiene respaldo científico".

Para González, tratamientos como el de Kalcker y Rivera sacan provecho de que el autismo en sí sea una gama de trastornos, en los que el ambiente en el que viven los niños incide (puede "activar" genes que en otro entorno no se habrían manifestado). De ahí a cambiarles la dieta a todos y darles un compuesto que no está probado y que puede resultar tóxico, hay un gran trecho, consideró.

El tema motivó a la psiquiatra Natalia Trenchi, especialista en niños y adolescentes a elaborar un comunicado titulado "El autismo: precaución al hablar de cura".

"Siempre les digo a los padres de niños con diagnósticos severos que encaren cada nueva noticia de "curas" con escepticismo esperanzado. (...) Está bien esperar que aparezca la solución, pero cuidado con comprar un buzón", expresó.

La Comisión de Salud de la Cámara de Diputados recibirá el miércoles a una delegación de la Asociación de Autismo del Uruguay, quienes manifestaron alarma por la divulgación del controversial tratamiento.

TESTIMONIOS DE PADRES.

Madre de Vicente: "él se curó".

Vicente es uno de los dos niños uruguayos que, según sus padres, se curaron del autismo con el método de Andreas Kalcker y Kerry Rivera. Valeria, su madre, contó a El País, que lo conoció buscando respuestas por Internet porque no entendía por qué su hijo había adquirido el trastorno de repente.

"Había dejado de hablar, estaba en su mundo. Notaba como que se había frenado en el desarrollo. Caminaba en puntas de pie, reía como loco. Tenía esa mirada que te atraviesa, prendía la licuadora y se agarraba la cabeza, se ponía como loco", rememoró. En Internet se enteró del método de Kalcker y Rivera y se lo empezó a aplicar a Vicente, quien tenía entonces 2 años y medio (hoy tiene 4). "A las dos semanas de tratamiento te miraba con otra mirada, ese fue el primer indicio de que estaba funcionando", contó. "Y un día lo escuché en su cuarto balbuceando las palabras que había aprendido". Según ella, "cuando empiezan a desintoxicarse vuelven a aprender".

Valeria contó que le llevó un año volver a acompasar su aprendizaje al del resto de sus compañeros, pero lo logró. "Lo que podría haber sido un drama familiar tuvo un final feliz", concluyó.

"Yo no voy a dejar la dieta".

Marcos Sagnase es uno de los 200 padres uruguayos que aplican el método. Juntos integran la "Unión de padres por la cura del autismo", entre quienes intercambian videos que circulan en Youtube y respalden su posición y cuentan con un grupo de Facebook, donde intercambian experiencias. Aplica el tratamiento en Angelina, su hija de 4 años, que espera a su lado para entrar a una consulta médica. Empezaron a darle la dieta y el dióxido de cloro hace ocho meses, cuando Angelina se quedó callada por completo, dejó de jugar con otros niños y comenzó a no vincularse con nadie. "Empezamos con la dieta y notamos diferencias en la concentración, que le pedías algo y te lo daba, se podía quedar un rato largo dibujando", aseguró a El País. Al poco tiempo, dijo, les manifestaron en el Jardín de Infantes "que algo había pasado, había algo que estaba cambiando". Pasado el tiempo, solo le falta volver a hablar, pero trabaja con sus terapeutas en esta línea. "Lo único que le falta es recuperar el habla, tiene todas las capacidades recuperadas", manifestó. Marcos dijo que no está en contra del sistema médico pero opinó que están equivocados en el abordaje del trastorno y que él no dejará el tratamiento.

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