Redacción El País
Al mediodía del miércoles 29 y en pleno barrio Carrasco, al menos un par de delincuentes ingresaron a la sede del consulado de Georgia y robaron joyas.
Las alhajas hurtadas estaban escondidas debajo de un mueble de roble donde apenas cabía una mano. Por ello, se presume que la persona que sustrajo la bolsa conteniendo las joyas conocía el escondite y se aprovechó de la ausencia de los dueños de la casa que preparaban una recepción para el embajador georgiano.
El hurto fue denunciado a la Policía. Allí se estimó que los valores de los anillos -que tenían diamantes y esmeraldas-, gargantillas y pulseras de oro blanco y brillantes superan los US$ 50.000. Un anillo, que era utilizado por la esposa del cónsul de Georgia, llevaba diamantes que fueron sacados de Rusia por una familiar del diplomático cuando los bolcheviques llegaron al gobierno de ese país. Los brillantes fueron escondidos en ropas e iban a ser utilizados en un caso de emergencia. Su dueña se instaló en Alemania. Luego llegaron a Uruguay. “Con esos brillantes se confeccionó el anillo robado”, explicó a El País una fuente del caso. Y agregó que esa joya es única y, por ende, no tiene valor de mercado.
La denuncia sobre el hurto, donde aparentemente participaron una mujer y un hombre, será derivada a Interpol, ya que la residencia es territorio giorgiano. El ministro del Interior, Nicolás Martinelli, y el subsecretario de la cartera, Pablo Abdala, fueron informados del robo. Las joyas no estaban aseguradas.
En las filmaciones se observa a una mujer recorrer las instalaciones de la casa hasta dar con una bolsa negra de tela conteniendo las joyas y, sin dejar de hablar por celular, las entregó a un joven que esperaba al otro lado de la reja. Las cámaras también registraron que la mujer sacó toda la ropa de un dormitorio buscando dinero.