Por Pablo Méndez
Sobre la madrugada, Mario se levantó a tomar un vaso de agua, pero lo detuvo la luz encendida en el cuarto de su hija de 11 años. El hecho le pareció extraño por lo que se acercó al dormitorio a verificar si la niña dormía. Al abrir la puerta vio a su hija tomándose fotos íntimas con su celular. El hecho lo dejó atónito. Le reclamó de inmediato que le entregara el celular. Su hija se negó pero más tarde terminó cediendo.
Las fotos que se sacó la niña eran enviadas a un contacto de WhatsApp cuyo número era del exterior, y el destinatario tenía como foto a otro niño rubio de ojos celestes. Ante la consulta de su padre, ella aseguró haber recibido un mensaje directo de ese joven a través del videojuego Free Fire.
Fue por mensaje directo de esa plataforma que se compartieron los contactos y luego ese hombre que se escondía en la imagen de un niño rubio comenzó a pedir imágenes, videos y todo tipo de contenido íntimo de la menor. Para hacerlo, se basaba en la amistad que se había construido entre ambos.
Denuncia
El padre de la menor -quien prefirió preservar su identidad- comenzó a investigar los chats de su hija y allí comenzó a darse cuenta que el joven hablaba de una forma extraña para los 12 años que decía tener.
“La forma de insinuarse en los mensajes, los pedidos y la foto de perfil generaban desconfianza. Pero se terminó delatando solo”, afirmó el padre.
Al cabo de unos días sin respuesta de la niña, el joven la bloqueó y esto despertó aún más la intriga de Mario, que agendó el celular en su teléfono. Allí pudo ver como el contacto había cambiado su foto de perfil. Ahora aparecía un hombre con el cuello tatuado, un vehículo a sus espaldas y un corte de pelo rapado a los costados.
El número era argentino y, según el padre de la menor, de una persona que vive en Entre Ríos. Para Mario no hay dudas, se trata de un mayor de edad, que aprovechó la vulnerabilidad de su hija para obtener las imágenes.
Esto lo llevó a realizar la denuncia ante la Policía, a la que acercó todos los chats contenidos en el celular y los datos que había recolectado sobre el presunto pedófilo.
Investigación
Los hechos son investigados por equipos del Departamento de Cibercrimen de la Dirección Nacional de Investigaciones de la Policía. Se trata de una Unidad con la que cuenta el Ministerio del Interior para intervenir en casos que involucren delitos cometidos en internet.
Paulo Rocha, director de esta unidad, explica que hace pocas semanas se unificaron con el Departamento de Delitos informáticos y esto ha significado redoblar las fuerzas para atacar un problema “en alza”.
Los delitos contra sistemas informáticos o estafas en línea son los casos más reconocidos con los que trabaja este departamento, pero existen otro tipo de casos que suben y comienzan a despertar una alerta.
“Las denuncias que llegan al Departamento de delitos de abuso contra menores en línea están en aumento desde la pandemia. Pero también porque los detectamos más que antes”, aseguró por su parte la Jefa de Operaciones de Cibercrimen, Priscila Trindade.
Según la oficial, ha sido clave el trabajo en conjunto con organizaciones civiles como el Centro Nacional para Niños Desaparecidos y Explotados (NCMEC, por sus siglas en inglés), que recibe reportes de empresas y envía información a los países donde hay usuarios involucrados en abuso de menores a través de internet. “Este nexo se suma a los aportes de Interpol en la comunicación con otros países para rastrear a los involucrados en el exterior”, dijo Trindade.
Actualmente desde el Departamento de delitos de abuso a menores en línea se trabaja en 212 casos que permanecen abiertos. Entre estos hay diversas denuncias que en ocasiones refieren a un delito, pero luego se suman a otros. “La investigación puede comenzar con un delito de tráfico de imágenes de menores, pero luego se puede avanzar hacia un delito de distribución o comercialización. Estos suelen desembocar en la detección de los autores de Grooming, fenómeno que crece año a año”, explicó Trindade.
Grooming
Se trata de la práctica detrás del delito que denunció Mario. El grooming refiere a los casos en que un adulto finge ser un menor, se comunica con uno real y lo engaña de diferentes formas para que haga lo que le pide.
Pero además se trata de casos que refieren a un abuso sexual y que se practican a través de internet.
Según los datos del Departamento de Cibercrimen, en el último año se reportaron 84 denuncias por grooming, un dato que supera levemente lo observado en 2021 (70 casos) y con mayor distancia en el 2020 (58 denuncias). “Son los casos que nosotros trabajamos, pero las comisarías de violencia doméstica y género también investigan estos delitos, así como Divisiones de Trata del Ministerio del Interior, por lo que la cifra es mayor si se toman estos hechos”, afirmó la Jefa de Operaciones.
Más allá de los números es evidente que se trata de un nuevo flanco para las autoridades.
“Es una etapa que puede funcionar como oportunidad para innovar. Estar en lugares donde no era usual estar para prevenir y desarticular a los delincuentes, que están siempre detrás de tecnología que les permita no ser captados”, concluyó Rocha.
Control de padres: la forma de prevenir
Según aseguró Trindade, hay muchos mecanismos para utilizar a la hora de prevenir a los menores de estas maniobras, pero el más eficiente es el control de los adultos. “Es fundamental que los padres estén al tanto de los movimientos de sus hijos en línea; no que impidan el acceso a internet, sino que los instruyan”. Se trata de un control que para la Jefa de Operaciones debe imponer un filtro en los menores sobre las personas con las que intercambian en línea. De todas formas, la oficial dijo que hay casos que escapan a los controles, por lo que debe denunciarse enseguida. Rocha agregó que la información digital (capturas, imágenes o videos) “deben ser preservadas” confiando en el cuidado de las autoridades de ese material sensible.