El caso de la chumbera: "Cuando vi la mancha de sangre le pedí perdón"

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Patrulla policial. Foto: Gerardo Pérez - Archivo El País.
Auto de policia, policias en patrullero - Operativo policial por incendio en el Hotel Metro, ubicado en Barrios Amorin 1440 esquina Colonia, barrio Cordon de Montevideo, ND 20190514, foto Gerardo Perez - Archivo El Pais
Gerardo Perez/Archivo El Pais

POLICIALES

El Instituto Técnico Forense consideró que se encuentra en una fase de shock ante lo traumático del hecho, “que no le permite recordar con detalle lo sucedido”.

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No tiene antecedentes penales. Es un chico de 18 años oriundo de Tacuarembó. Hijo único. Sus padres se separaron hace un año. Había terminado sus estudios en el liceo N° 1 de la ciudad -donde había conocido a Facundo Cuadrado- y quería estudiar arquitectura.A Facundo, que era su amigo, le disparó y lo dejó con muerte cerebral.

Al momento de declarar, los otros tres jóvenes que estaban aquel 20 de febrero en la chacra del agresor haciendo un campamento, dijeron que este disparó a modo de “broma”, que no había ningún inconveniente entre ellos, ninguna pelea. Tampoco se encontraba alcoholizado o drogado -las pruebas realizadas por la Policía confirmaron que esto era cierto. Sin embargo, el joven todavía no declaró ante Fiscalía, por lo que no hay suficiente evidencia para determinar que la intención del victimario era hacer una suerte de chiste.

“En el pensamiento presenta ideas de culpa por su accionar involuntario que provocó las lesiones de su amigo”, establece la pericia psicológica del 15 de marzo a la que accedió El País.

“¿Cómo conseguiste el arma?”, le preguntaron al muchacho durante la entrevista médico forense que fue solicitada de urgencia por la Fiscalía. “Me la regalaron porque sí, yo no quería, apareció un amigo de papá y me la trajo”, contestó.

Luego cuenta que nunca tuvo inconvenientes con sus pares en la escuela o el liceo; construyó amistades que perduraron en el tiempo y siempre estuvo integrado. En el plano familiar, hace dos años atravesó un problema por el que tuvo que mantener un tratamiento por depresión, aunque no debió consumir fármacos.

A modo de celebrar el fin de curso y la nueva etapa de la universidad, cuando ya quedaba poco para finalizar el verano, el joven decidió invitar a cinco amigos a su chacra para hacer un campamento, como era tradición. A eso de las cuatro de la madrugada, junto con otro amigo, fueron al casco a buscar unas cervezas. El anfitrión le dijo a ese amigo que se adelantara porque se iba a cambiar las botas y ahí fue cuando tomó el rifle de aire comprimido. Volvió y disparó, hiriendo a dos. Uno de ellos Facundo, que terminó con muerte cerebral.

Cuando le preguntaron el motivo por el que tomó el arma se angustió y manifestó: “No sé, capaz para mostrar. Solo recuerdo cuando mi amigo gritó y yo fui… -llora, baja la cabeza y la esconde entre sus manos, se refriega los ojos- gritó que estaba sangrando. Yo fui a ver y Facundo estaba en el suelo”.

Continuó explicando que él pensó que era un ataque de asma, enfermedad crónica que padece Facundo, y entonces fue a buscar su inhalador a la mochila. El llanto, allí, volvió a interrumpir la conversación. Y luego siguió: “Tardamos en llamar una ambulancia porque pensamos que no era grave. Llamé diez, doce veces a mi madre”.

Luego llegó su padre para buscar a Facundo, lo subieron a una camioneta para llevarlo al hospital. También fue su otro amigo, que estaba herido en un brazo.

El victimario contó que después ya no volvió a su casa. Dijo que lo encerraron en una celda. Agregó luego que, en realidad, no recordaba cómo Facundo cayó al suelo, ni el momento en que disparó. “Cuando junté la ropa y vi -llora y se lamenta-, cuando vi la mancha de sangre, les pedí perdón. Lo que más importaba era Facundo”.

Durante la entrevista, el chico tuvo algunas actitudes autoagresivas. Se pegaba en la cabeza. El personal intentó consolarlo, pero el agresor rechazó cualquier intento de acercamiento o contención.

“Respecto a sintomatología que presenta, manifiesta que duerme la mayor parte del día, inapetencia, quejas somáticas como dolores de cabeza y espalda”, se indica en la pericia. “Demuestra su angustia extrema al expresar que ni siquiera sabe en qué hora vive”, agrega.

El Instituto Técnico Forense (ITF) consideró que el periciado se encuentra en una fase de shock ante lo traumático del hecho, “que no le permite recordar con detalle lo sucedido”.

“Vemos una gran fragilidad psíquica con un alto monto de angustia, que lo desborda, lo cual hace que su riesgo suicida sea alto. El periciado debe estar en tratamiento psicoterapéutico y psiquiátrico por todo lo dicho”, advirtió.

En la última audiencia del caso, el lunes 21 de marzo, la Justicia determinó extender la prisión domiciliaria por 60 días como medida cautelar. Asimismo, la tipología del delito se modificó a heridas gravísimas.

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