Pasadas las 17 horas del 29 de mayo el guardia de seguridad que prestaba servicios en la sucursal de Ta-Ta en el Parque Rodó fue sorprendido. Dos hombres cruzaron la puerta de entrada y sin mediar palabra comenzaron a amenazarlo. Era el principio de una escena que terminaría con un desenlace fatal: el asesinato del gerente del supermercado, Marcelo Demestoy.
Según la declaración del guardia ante la Policía, a la que accedió El País, los delincuentes al principio le reclamaron una sola cosa: “entreganos el botón de pánico”. En ese momento, Demestoy estaba en el fondo del local y todavía no se había dado cuenta de lo que sucedía.
Enseguida, los ladrones inmovilizaron al guardia, de 48 años. Luego uno de ellos fue -siempre según su relato- rumbo a una de las cajas registradoras del lugar, de donde consiguió llevarse unos $ 4.000.
Cuando parecía que todo terminaba uno de los asaltantes le dijo al guardia: “Vamos para el fondo”, donde estaba Demestoy.
Al toparse con Demestoy, el delincuente lo amenazó y le pidió más plata. “Reclamaba que le dijeran dónde estaba la oficina con el dinero y seguía pidiendo el botón de pánico”, aseguró el empleado.
En aquel momento, una empleada se encontraba en otra habitación detrás de la panadería del supermercado. Desde allí escuchó voces y algunos gritos, y decidió salir a ver qué era lo que estaba pasando.
“Me asomo por una puerta y veo que un hombre tenía agarrado del cuello al gerente Marcelo. En ese momento el ladrón me apunta con un arma de fuego tipo pistola, de color negro”, relató la testigo, según la declaración a la que también accedió El País.
Demestoy intervino y le pidió a la joven, de 25 años, que volviera al lugar de donde había salido y que se tirara al suelo.
Tras esto, Demestoy, el guardia de seguridad, y uno de los delincuentes -el otro esperaba en la caja, junto a la puerta-, fueron rumbo al área donde se recibe la mercadería todas las mañanas.
Lo que ocurrió allí dentro ella no llegó a verlo, porque hizo caso al pedido de su jefe y se ocultó.
Al entrar al área de mercadería, el delincuente golpeó al guardia de seguridad con la culata de su arma. Lo hizo pese a que este no opusiera ninguna resistencia al atraco. Enseguida se escuchó un disparo. Luego hubo un instante de silencio. Demestoy tenía un tiro en la cabeza.
“No nos resistimos” aseguró el guardia
En diálogo con El País, el guardia de 48 años aseguró que ni él ni Marcelo Demestoy se resistieron al asalto. Según su relato, cuando uno de los asaltantes lo golpeó no hubo un forcejeo previo o una intención de entorpecer el cometido del asaltante.
El impacto le provocó un corte en el cráneo, por el que debió ser asistido y recibió tres puntos de sutura. “No nos resistimos y antes del disparo tampoco hubo un cruce”, insistió. La bala le quitó la vida a Demestoy.
Homicidio
La joven de 25 años dijo escuchar “lo que sería una detonación” y a continuación vio salir corriendo al hombre que le había apuntado minutos antes.
Los asaltantes salieron de inmediato corriendo, pero antes de irse el asesino robó el celular del guardia de seguridad.
Ella se asomó y pudo ver que había un cuerpo tendido en el suelo. Minutos más tardes recién supo que se trataba de Demestoy.
El guardia enseguida les gritó a sus compañeros de trabajo que pidieran una ambulancia. “Estaba herido en la cabeza, a la altura del ojo”, declararía este luego ante la Policía.
Su relato confirma lo que fuentes policiales habían mencionado con anterioridad: el impacto contra el encargado fue indirecto.
“El disparo fue enseguida que me pegó el culatazo a mí, o eso supongo. Se disparó el arma con el golpe porque el hombre tenía el dedo en el gatillo”, explicó el guardia de seguridad.
El principal sospechoso de haber disparado el arma tiene 22 años y está detenido. Tiene antecedentes por rapiña y estuvo preso en el año 2019. Salió de prisión meses antes de cumplir su pena, al otorgársele el beneficio de la libertad anticipada.
El otro delincuente, que esperó al lado de la caja mientras se producía el homicidio, fue encontrado muerto en un descampado en la zona de Lezica. Tenía un disparo en la cabeza y su cuerpo había sido incinerado. No tenía antecedentes penales.
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