Un hombre fue condenado a 23 años de prisión luego de comprobarse que fue uno de los responsables de asesinar a un joven y balear a otro cuando salían de una peluquería. El homicida —que atacó junto a un menor de edad— se proponía vengar la muerte de un amigo suyo, que había tenido conflictos con una de las víctimas. El relato del sobreviviente fue clave para la condena.
Pasadas las 20 horas del 1ro de abril de 2023, Michael —la víctima mortal— salió de la peluquería ubicada en el barrio 17 de junio junto a su primo Lucas. Se subieron juntos a una moto. Al cruzar una esquina vieron, debajo de un árbol, a dos hombres vestidos de negro y con gorros. Sin mediar palabra, empezaron a disparar contra las motos.
Michael reconoció a uno de los atacantes —el ahora condenado— y lo insultó mientras aceleraba la moto, pero las balas alcanzaron tanto a él como a su primo, y el vehículo chocó contra un contenedor de basura. Michael falleció en el lugar y Lucas fue trasladado a un centro asistencial; si bien sobrevivió, debieron extraerle un riñón y el bazo, además de que le quedó incrustada una bala en la médula.
Según contó Lucas, luego de recuperar la conciencia, el fallecido conocía al agresor, ya que habían mantenido algún cruce en el pasado, producto de una tercera persona —un amigo del atacante— que también tenía problemas con Michael y había muerto.
"Lo conocía de verlo por la calle", dijo Lucas, el sobreviviente, sobre el condenado, y agregó que solía cruzarlo cerca del liceo al que acudía.
Tatuaje, venganza y condena
El equipo fiscal de Homicidios de 1er Turno, en ese momento encabezado por el ahora ministro del Interior designado, Carlos Negro, consiguió probar ante el juez Diego González la responsabilidad del hombre en el episodio.
El juicio se desarrolló durante la primera semana de diciembre y participaron 15 testigos, uno de ellos de forma reservada.
El acusado de ser el principal atacante ya había sido condenado por rapiña en 2019, por lo que su calidad era de reincidente.
Luego de varios testimonios y pruebas recabadas por Fiscalía se llegó a la conclusión de que el motivo del ataque fue una conflictividad previa entre el ahora condenado y el fallecido, y que en esos desencuentros estuvo involucrado un amigo del agresor, que ya había muerto. Este último había insultado a Michael en múltiples oportunidades, además de haber baleado su casa e impactar con un disparo en su rodilla.
"Habían tenido un altercado, no sé si con armas o golpes, sobre armas, sobre robar, no sé", fueron las palabras de Lucas, el sobreviviente, aunque dijo no recordar con claridad.
El condenado se había hecho un tatuaje en recuerdo de su amigo fallecido, lo que fue puesto en debate durante las audiencias para determinar si esto podía ser un indicio más para responsabilizarlo del ataque.
Si bien se llegó a que un tatuaje no hace más probable un ataque, este elemento sirvió para reforzar la teoría del caso de Fiscalía sobre que se trató de una venganza por el fallecimiento del amigo.
Si bien el autor de los disparos había amenazado a Michael anteriormente colocándole un arma en el vientre, "se suponía que había quedado todo bien", aportó uno de los testimonios.
Uno de los testigos dijo durante el juicio haber recibido amenazas para no presentarse. "Me dijeron que no venga, que no sea alcahuete", relató.
Dada la gravedad que causaron en Lucas los disparos, se entiende que los atacantes intentaron matar a ambos: un homicidio consumado y otro en grado de tentativa.
Finalmente, el juez condenó al hombre a 23 años de prisión por un delito de porte de arma por reincidente en reiteración real con un delito de homicidio muy especialmente agravado por la modalidad del concurso y uno en grado de tentativa.
La identidad del segundo atacante no se conoce, pero se sabe que se trata de un adolescente.