Por Maite Beer
Dos hombres en una moto circulan por la calle a rápida velocidad. A lo lejos identifican a la víctima, se acercan y le disparan con una revólver 9mm mientras el vehículo se encuentra en movimiento. No planificaron el ataque, ni han estudiado la rutina de esta persona, sino que actúan de un modo simple y crudo. La irracionalidad del momento los hace entrar en acción.
Así es como suceden la mayoría de los homicidios en Uruguay, según narró a El País el sociólogo Javier Donnángelo, director del Observatorio Nacional sobre Violencia y Criminalidad del Ministerio del Interior. Muchas de las víctimas son deudores de las bocas de droga, o los llamados “perros” que cuidan los comercios clandestinos y, por algún motivo, sobrepasan la confianza de sus jefes, que les siguen en la cadena. También mueren a raíz de enfrentamientos de bandas, que se materializan en balaceras sangrientas por el control del territorio.
“Generalmente los ajustes de cuentas se dan muy rápido e incluso dentro del mismo día. Un delincuente hiere a otro y a las pocas horas viene la represalia, la respuesta del grupo que integra el herido”, remarcó Donnángelo.
En 2022 la cifra de homicidios ascendió a 383, un 25% más que en 2021, cuando hubo 306 homicidios. Al considerar la cifra de homicidios anuales desde 1989, el 2022 es el tercer año con el mayor saldo de asesinatos de la historia, más arriba está 2019 con 394 homicidios en el año y el récord continúa siendo 2018 con 421.
El aumento de los homicidios es una tendencia que excede a las distintas administraciones de gobierno. El año pasado hubo 99 casos más que hace tan solo cinco años, comparando el saldo de 2017 con el de 2022, según el informe del Observatorio al que accedió El País.
Sin embargo, en el correr de los años hay aspectos que se mantienen: la concentración es en los barrios periféricos de Montevideo; tanto víctimas como agresores son en su mayoría hombres jóvenes; y a la capital del país le siguen Canelones, Rivera y Maldonado con mayor cantidad de asesinatos, con 56, 18 y 12 homicidios en 2022.
Entre los motivos de los homicidios de 2022 (ver gráfica), 47% fueron debido a conflictos entre bandas y ajustes de cuentas y 14% por situaciones intrafamiliares, que culminaron con 48 asesinatos de mujeres y ocho de niños.
Día, hora y lugar
Si bien es una tendencia que los homicidios se concentran en mayor medida durante los fines de semana, en 2022 se distribuyeron más. El 16% ocurrieron el sábado y el 20% el domingo, mientras que durante la semana el día con menos homicidios fue el martes, con el 11%.
Que haya más asesinatos durante los fines de semana es un “fenómeno universal” -explicó Donnángelo- porque los homicidios “se asocian a actividades de ocio”, sobre todo porque se encuentra el facilitador del alcohol de por medio.
El microtráfico también se asocia a los fines de semana y eso genera una intensificación de las disputas y la lucha por el control de puntos de venta.
A diferencia de lo que muchos creen, la mayoría de los homicidios no ocurrieron bajo la oscuridad de la madrugada, sino que el 41% fue desde las 14:00 a las 21:59. Por otro lado, entre las 22:00 y las 5:59 sucedieron el 36% de los homicidios y el restante 23% fue entre las 6:00 y las 13:59.
En cuanto al lugar (ver gráfica), 235 de los 383 homicidios que ocurrieron durante 2022 fueron en la vía pública (61%), 105 sucedieron en la residencia de la víctima (27%), 13 fueron en las cárceles (3%), siete de ellos ocurrieron en bares y clubes nocturnos (2%) y cinco ataques tomaron lugar en un local comercial (1%), mientras que de los 18 homicidios restantes no hay datos del lugar.
Récord
Durante todo el año pasado, el barrio Peñarol estuvo continuamente en agenda por una frecuencia inusual de homicidios. En mayo y noviembre hubo una ola de asesinatos, en el primero de estos meses incluso ocurrieron cinco homicidios en 24 horas. Esto se tradujo en el saldo final de 2022, que lo posicionó como el barrio más violento con un total de 21 asesinatos.
Casos macabros
Hubo casos muy macabros, como el hallazgo de bolsas en tres bocas de tormenta del barrio, que contenían el cuerpo desmembrado de una mujer de 27 años relacionada con la banda de Los Segales. En mayo hallaron a dos hombres calcinados sobre las vías del tren y esa misma semana también encontraron un cuerpo desmembrado y quemado en una casa.
Tres meses después, en agosto, fueron encontrados tres cuerpos con un disparo en la cabeza tendidos en un terreno baldío de Camino Edison y Watts. Eran dos hombres y una mujer.
El segundo barrio con más homicidios fue Villa García, con 15, y le siguió Casavalle, con 13 asesinatos. Luego vienen La Paloma y Casabó con 12 y 11 homicidios respectivamente.
Hubo 15 muertes derivadas de rapiñas
Uno de los datos que más está en boca de quienes encabezan el Ministerio del Interior, sobre todo del ministro Luis Alberto Heber, es la caída de las rapiñas y, en consecuencia, la disminución de los homicidios que se producen a raíz de este delito. En 2018 hubo 50 homicidios derivado de rapiñas, en 2019 fueron 46, en 2020 el total fue 28, en 2021 ocurrieron 27 y en 2022 descendieron a 15.
El año pasado hubo tres muertes a partir de rapiñas a comercios, siete por hurtos o copamientos en casas, cuatro por asaltos a peatones y uno por una rapiña a un conductor de auto. La cartera aseguró que esto es producto del aumento de patrullaje, inteligencia y colocación de cámaras de seguridad, a las que sumaron 2.800 en noviembre de 2022.
Sin embargo, también existe una factor social que influye en la disminución de las rapiñas y en el que se detuvo Donnángelo. A partir de la pandemia se acentuó un cambio que se venía dando: menos efectivo y más tarjetas de crédito y débito. Esto impactó en el delito porque “por lo general los rapiñeros van detrás del efectivo”, dijo el investigador. Al tiempo que disminuyen las rapiñas aparece otro dato: aumentan los delitos informáticos.