Por Joaquín Silva
En el Ministerio del Interior tienen claro que a partir del 1º de marzo, cuando asuman los nuevos jerarcas del comando policial, se iniciará una nueva etapa en la Policía, para empezar porque “el estilo” de conducción de los nuevos mandos será muy distinto al del equipo que lideraba Diego Fernández, que fue desplazado del máximo cargo de la fuerza pública por decisión del presidente Luis Lacalle Pou y el ministro Luis Alberto Heber.
La noticia fue comunicada oficialmente en una conferencia de prensa anunciada de un día para el otro por el Ministerio del Interior el miércoles al mediodía. Allí se informó lo que era público desde la tarde del martes: el nuevo “número 1” del comando policial sería José Manuel Azambuya -jefe de Florida-, secundado por el jefe de Colonia -Jhonny Diego- y por Efraín Abreu, director nacional de la Educación Policial. Diego sustituirá al también desplazado Jorge Berriel -el exsubdirector ejecutivo, imputado el viernes por tres delitos de revelación de secreto en la causa del exjefe de la custodia presidencial, Alejandro Astesiano-, y Abreu a Héctor Ferreira, que renunció a su cargo de subdirector nacional en diciembre pasado, tras conocerse chats en los que insultaba a senadores del Frente Amplio.
En esa conferencia -en la que no se admitieron preguntas de la prensa- Heber fue enfático al señalar que el relevo de las máximas autoridades del comando policial no tenía “nada que ver con otros asuntos”, en referencia a las implicancias judiciales de algunas jerarquías policiales con el excustodio presidencial, como es ejemplo directo el caso de Berriel.
Horas después, sin embargo, Lacalle Pou aseguró que aunque “el cambio estaba pensado” de antes, “obviamente” que las derivaciones de la investigación que lleva adelante la fiscal Gabriela Fossati constituyen “un elemento más” en la decisión de estos relevos, con pocos antecedentes.
Lo cierto es que Heber -al mando del ministerio desde el 24 de mayo de 2021, cuando el presidente lo designó en lugar del fallecido Jorge Larrañaga- sentía que la cúpula comandada por Fernández era un “equipo heredado” que había recibido de su antecesor. Y además entendía que era tiempo de nombrar un comando con características elegidas por él, y superar la “relación desgastada” con los jerarcas salientes, como indicaron a El País desde el Ejecutivo.
Porque se entiende que, en casi tres años del nuevo gobierno, la continua exigencia de “más y más resultados” llevó a un “desgaste natural” y a la constatación de que culminó un ciclo con la baja de los hurtos, las rapiñas y los abigeatos, pero un importante repunte de los homicidios -de 25% en comparación a 2021, aunque respecto a 2019 hay una baja de 2,8%.
Esto, más allá de la confianza en que todo cambio de equipo trae un aire renovador que suele ser positivo. “Y también demostramos que no hay nadie atornillado”, señaló una fuente ministerial.
A estos cambios, según supo El País, seguirán varios otros a nivel de las jefaturas policiales, más allá de la ocupación de las vacantes que quedarán en Florida y Colonia. El ministro tendrá conversaciones con jerarcas de varios departamentos a partir de esta semana, por lo que en la Policía la expectativa es grande.
Sin verticalidad
La salida de Fernández y Berriel -que se suman a la de Ferreira- es la salida también de un estilo de mando de “vieja escuela” o “vieja guardia”, caracterizada por una autoridad vertical idónea para un tiempo en el que era necesario respaldar a la Policía.
Pero lo que ahora necesitaba el Ministerio del Interior, según indicaron fuentes de la cartera, es un perfil distinto en la conducción de los uniformados, para afrontar “una última etapa en la que hay que reforzar” el combate a la delincuencia, con especial foco en los asesinatos.
“Salto cualitativo para mejorar y para (dar) un refresque en la gestión”, fue la síntesis que hizo Lacalle Pou el jueves pasado.
Por eso la elección de Azambuya, un hombre de destacada formación técnica -hizo toda su carrera en la Policía Científica, en donde era su director en la administración frenteamplista de Eduardo Bonomi, y también lo fue en la actual, hasta su pase a retiro-, “de mucho diálogo” y de autoridad “horizontal”.
Heber lo tenía en la mente desde que lo entrevistó en agosto de 2021 para ocupar la Jefatura de Florida -tras la muerte en un accidente de Ruben Saavedra- y a partir de ese momento quedó con una “buena impresión” que cristalizó ahora al otorgarle la máxima responsabilidad, indicaron fuentes de su entorno.
Para acompañarlo, el ministro eligió la también extensa formación de Diego, que obtuvo un diploma en Criminalística en Alemania, en donde estuvo becado entre 1993 y 1995, y quien también prestó servicios en la Policía Científica y en la Educación Policial, de la que fue subdirector entre 2012 y 2014.
En Abreu, que hoy es el actual responsable de la formación de los cadetes, Heber vio la oportunidad de recurrir a un hombre que “conoce a todos los policías” que se han graduado en los últimos años, con lo cual se completa un tridente que permitirá “generar una amplitud de mente y buscar caminos nuevos” para enfrentar el delito y contener el ascenso de los asesinatos.
El Frente Amplio ironiza con la versión del gobierno
Que el ministro Luis Alberto Heber dijera que el recambio de autoridades respondía al inicio de una nueva “etapa” en la que se buscará consolidar “los éxitos que ha tenido el Ministerio del Interior en la lucha contra el crimen organizado” generó varias respuestas en el Frente Amplio (FA).
El senador Alejandro Sánchez, por ejemplo, ironizó hoy en entrevista con El País que este caso parece sugerir que “por exceso de éxito sacan a la gente” y que “capaz que Lacalle Pou podría tomar el ejemplo y, por exceso de éxito”, pedirle también la renuncia del ministro. “Es como que Peñarol esté ganando 3 a 0 y cambies la delantera. ¿Para seguir goleando? Equipo que anda bien no se cambia”, declaró (ver pagina A3).
Por su parte, el también senador Charles Carrera dijo en Twitter que el FA observa con “preocupación” la “inestabilidad” policial.