Redacción El País
La mujer asesinada de 60 puñaladas y degollada por su marido en Aires Puros era víctima de violencia doméstica hacía años. Sus hijos y parientes contaron en Fiscalía cómo él -internado por haber sido considerado inimputable- discutían, él le pegaba pero después “se arreglaban y estaban bien”. Todas las peleas eran por celos y porque él decía que “ella ‘andaba con uno y con otro’”. Ella le aseguraba que no.

Una semana antes llegó a decirle que le iba a cortar los genitales “para que no jugara más con ningún hombre”. No dormía para controlarla y había dejado su trabajo para estar más tiempo con ella.

Nunca lo habían denunciado, a excepción de una vez en que una de las hijas, siendo menor de edad, lo reportó y luego fue derivada al INAU.

El hombre, de 63 años, y la víctima, de 56, tenían varios hijos y estuvieron juntos durante 33 años. Vivían en otro barrio, pero el 25 de abril quedaron solos en la casa de un sobrino en Aires Puros. Allí, por la noche, él le empezó a dar golpes de puño y patadas, hasta que después tomó un cuchillo Tramontina y le dio decenas de puñaladas.

Al otro día, familiares y la Policía vieron que del otro lado del Arroyo Miguelete, estaba el homicida mirando todo desde atrás de un árbol. Les dijo que reconocía el crimen y lo había hecho “por amor”.

La fiscal de Violencia de Género Valentina Sánchez dedicó tres minutos de la audiencia en la que se lo imputó a leer todas las heridas que se relevaron en el cuerpo. Después, leyó los resultados de la pericia psiquiátrica, que indicó que contiene “ideas celotípicas con carácter delirante” y que esto tiene aproximadamente un mes de evolución. “No fue capaz de valorar ajustadamente el carácter ilícito de sus actos ni determinarse libremente”, sostuvo el informe. Al hombre lo internaron en el Vilardebó.

Foto: Estefanía Leal