Un hombre de 54 años se hacía pasar por arquitecto y contactaba a personas a través de las redes sociales para ofrecerles obras de construcción o remodelaciones de casas. Una vez que realizaba el acuerdo con los interesados y les diseñaba el plan, solicitaba el dinero por adelantado para la compra de materiales, pero luego nunca más volvía a comunicarse con los clientes.
De esta forma estafó a 16 personas radicadas en diferentes departamentos, sobre todo de Montevideo, Canelones, Maldonado, Lavalleja y Cerro Largo, y alcanzó una suma de 54.300 dólares y 106.000 pesos, según detalló el Ministerio del Interior.
Ante la acumulación de denuncias, el caso fue asignado al Área de Investigaciones de Cerro Largo junto a la Fiscalía de 2º Turno y, tras una extensa indagatoria, se detectó que el estafador se encontraba en Montevideo. La Policía logró detenerlo en una sucursal bancaria en la zona de Portones y lo trasladaron al departamento de Cerro Largo para comenzar con el procedimiento penal.
La Justicia dispuso su condena como “autor penalmente responsable de un delito continuado de estafa”, según se indicó desde la cartera. Recibió una pena de 16 meses de prisión, que deberá cumplir con tres meses de prisión efectiva y los restantes trece en régimen de libertad a prueba con varias obligaciones, entre ellas arresto domiciliario nocturno.
Crecen las estafas
El acceso a la tecnología y el gran uso de las redes sociales han producido un incremento de los delitos de estafa, sobre todo los informáticos Los fiscales de Flagrancia que investigan estos casos aseguraron a El País que hubo un “aluvión” de denuncias: en 2018 se registraron 6.400 denuncias, en 2019 fueron alrededor de 8.000, en 2020 incrementaron a 10.800 y en 2021 hubo un total de 14.300. El País solicitó el dato de 2022, pero este no fue informado.
Entre 2019 y 2022 hubo 1.371 personas imputadas por estafa y 1.287 que fueron condenadas por este mismo delito, según datos de Fiscalía. Entre los años no hubo grandes saltos, y los números de condenas siempre se mantuvieron estables en el entorno de los 300 cada año.
El mecanismo de estafa más recurrente, según señalaron los investigadores, es fingir una compra online y la mayoría de las maniobras se realizan a través de redes sociales, en sitios como Marketplace. Los estafadores crean usuarios falsos y descargan fotos de internet de productos como muebles, bicicletas o celulares marca iPhone y las promocionan. Una vez que efectúan la venta y reciben el dinero, desaparecen.
Varios fiscales creen que el aumento de las estafas también se debe a que es un delito fácil de concretar y a que las penas son “muy benévolas”. Por más sofisticada y millonaria que sea la maniobra, cometerla tiene una pena máxima de cuatro años, que es el mínimo por una rapiña simple (sin agravantes por uso de arma). Incluso, la mayoría de los condenados obtienen la libertad a prueba.
El panorama se complejiza más dado que las estafas son de investigación lenta, y como los fiscales de flagrancia trabajan con delitos urgentes, a veces estos casos quedan relegados porque se les da más importancia a las rapiñas u otros crímenes con lesiones físicas. Es por eso que los fiscales intentan unificar casos en donde se encuentren evidencias similares o una misma metodología, así como sucedió en el caso del arquitecto falso. Además, creen que así las investigaciones serán más eficientes y exitosas.
Las estrategias utilizadas para estafar llegan a ser muy diversas, pero lo que está claro es que se valen de la manipulación y vulnerabilidad de sus víctimas. Es así que surgen modalidades como la “sextorsión”, en donde la estafa se produce con fotos íntimas de la víctima y también son muy recurrentes las estafas a personas mayores con modalidades como “el cuento del tío”.
Las organizaciones también recurren a un modus operandi que comienza por hackear el WhatsApp de una persona para duplicar o clonar su cuenta y así acceder a sus contactos. Un contacto conocido le habla a esta víctima y le ofrece venderle dólares a un precio barato. Le piden que realice el depósito de dinero, pero nunca le transfieren los dólares que le corresponden. Otra forma consiste en inventar que la persona conocida ahora vive en el exterior y necesita dinero urgente.
Muchas mujeres
El delito de estafa es el que presenta una mayor condena de mujeres: entre 2019 y 2022 el promedio fue del 36%, mientras que 60% fueron hombres y el restante 2% no se identificó. El siguiente delito con más condenadas mujeres es el de lavado y corrupción, con un 30%. En el caso de apropiación indebida son el 28% y en los delitos de estupefacientes el 24%.
Según tres fiscales consultados, el rol preponderante de las mujeres es el de “mula”. Ellas son las encargadas de presentarse en las redes de cobranza para retirar el dinero. Cuando son arrestadas por la Policía, la mayoría declara que no sabían que estaban participando en una estafa, que una persona les pidió que retiraran la plata en una red de cobranzas a cambio de una comisión, que suele ser en torno a los 1.000 pesos. El fiscal Fernando Romano condenó a una mujer que había participado en 40 estafas, pero siempre había actuado de “mula”.
Dentro de las organizaciones también suelen ser las que tienen el contacto con la víctima, para lo que suelen interpretar un personaje. Silvia Pérez, fiscal de Flagrancia de 3er Turno, sostuvo que se debe a que generan “mayor confianza” en los estafados, sobre todo cuando se trata de personas mayores.
Se detectó una red de timadores latinos
En abril de 2022 la Policía allanó el domicilio de una pareja de dominicanos, luego de identificar que participaban en una red de estafadores que clonaban cuentas de WhatsApp. Se incautaron 70.000 dólares y varias tarjetas de crédito y débito. Los detenidos transferían el dinero a México y Colombia, pero los fiscales no lograron detectar a los receptores. El no poder reunir suficientes pruebas para dar con los “ideólogos” es uno de los mayores problemas de los fiscales.