El homicidio de Gonzalo Aguiar en la casa de su expareja, Romina Camejo, abrió una puerta hacia una zona hasta ahora desconocida: quién era este curioso empresario que llegó a Uruguay con millones de dólares de inversores de Canadá prometiendo liderar un importante proyecto de cannabis medicinal y que, años después, fue echado y embargado por los accionistas porque los defraudó.
Fuentes conocedoras del rubro del cannabis comentaron a El País que a Aguiar "la pinta lo vendía", en el sentido de que sus ostentosas cadenas y su personal de seguridad, que siempre estaba a su alrededor, lo delataban. "A leguas se veía que era un mafia", confesó uno de los consultados.
Aguiar vivió durante muchos años en Canadá. Allí, inversores que lo conocían y se dedicaban al rubro de la minería comenzaron a conversar con él porque veían que en Uruguay había una posibilidad: el incipiente rubro del cannabis medicinal. Los convenció de que confiaran en él y así llegó al aeropuerto de Carrasco con millones de dólares para invertir en una planta en Salto.
La empresa que confió en él y de la que era uno de sus accionistas se llama Ignapin Sociedad Anónima, más conocida como Boreal. En ese momento, apostó a un negocio que era "un cuello de botella" en el rubro: el secado de las flores cosechadas, con una técnica que tenía altos estándares de calidad.
La confianza que le tenían los inversores canadienses era la suficiente como para declararlo encargado del proyecto en Uruguay, pero con el tiempo empezaron a dudar. Una fuente aseguró que la empresa, en total, le dio US$ 27 millones para que invirtiera, pero solo puso U$S 8 millones para la planta y, según denunciaron los accionistas, el resto se la quedó y la usó con fines personales.
Así, afirman, logró comprar La Maison, la impresionante mansión en Punta del Este que hace exactamente un año fue noticia porque unos asaltantes ingresaron y robaron diversas armas. También era amante de los autos de alta gama. En la puerta de la casa de Camejo, donde fue asesinado, quedó un Lamborghini.
Cuando los canadienses confirmaron sus sospechas decidieron echarlo e hicieron una intervención, es decir, lo desplazaron como presidente de la empresa en Uruguay y designaron un nuevo encargado de la operativa. Meses después la empresa comenzó una reestructura que desembocó en el despido de trabajadores, tema que también fue noticia pero se desconocía que estaba vinculada a Aguiar. Luego se llamó a concurso y la Justicia estableció un síndico.
Los accionistas pidieron el embargo y lo denunciaron penalmente por apropiación indebida, estafa y otras figuras delictivas como la falsificación de documentos. Según señaló una fuente a El País, una de las propiedades embargadas era La Maison.
Uno de los consultados dijo que siempre le llamó la atención que Aguiar "no era el típico empresario", en el sentido de que no era lo suficientemente "cauteloso para hablar de ciertas cosas".
Otro de los elementos que le destacan los consultados es que "se metió en el poder político" a base de promesas de inversiones millonarias que cautivaban a los dirigentes. "Empezó a abrir puertas, lograba generar influencia en el poder político a pura promesa y demostrar que podía hacer inversiones importantes", indicó una fuente.
El País intentó contactarse con los antiguos representantes legales de Aguiar, pero prefirieron no brindar declaraciones.
Antes de ser asesinado por Camejo, la joven de 26 años con la que tenía una bebé nacida hace pocos meses, Aguiar forzó la puerta de la casa de su expareja. Según el abogado de la mujer, Camilo Silvera, el homicidio fue una reacción en legítima defensa porque él había intentado matarla "durante todos estos años" que estuvieron juntos.
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