La calle Tristán Narvaja en el ojo de la tormenta; denuncian que de noche es "tierra de nadie"

Los comerciantes de la zona manifestaron su molestia por la inseguridad que existe en la calle Tristán Narvaja, generada por personas adictas a las drogas y ladrones.

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Patrullero en el centro de Montevideo.
Patrullero en el centro de Montevideo.
Foto: Leonardo Maine/El País.

Nadie en la zona sabe muy bien qué hace un auto de alta gama que circula a menudo durante el día en la calle Tristán Narvaja pero lo intuyen. El lujoso vehículo, según los vecinos, tiene los vidrios polarizados. Se detiene unos minutos, habla con dos o tres personas y se retira del lugar. La visita es esporádica, dicen.

La calle Tristán Narvaja -y su feria dominical- es uno de los iconos urbanos que tiene Montevideo. De día no hay problemas de inseguridad. Por las noches, cambia. Hay vecinos que dicen que han escuchado tiros en Tristán Narvaja y Paysandú.

“De noche, esto es tierra de nadie”, afirma un comerciante que prefiere que no nombre a su empresa por miedo a represalias. “Hay dos ‘bocas’ de drogas en menos de 100 metros. De noche, los ‘pasteros’ (adictos al consumo de pasta base) se juntan con los ‘rastrillos (ladrones) y se pelean por territorio”, explica el empresario.

La “hora pico” es la madrugada. Los gritos y los enfrentamientos sacuden la calle Tristán Narvaja entre la avenida 18 de Julio y Mercedes.

Según los vecinos, la respuesta policial existe. “La Policía llega a los 10 o 15 minutos. Los dispersan. Al otro día están acá otra vez”, relata el comerciante.

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“No se puede pedir más patrullaje a la Policía”

Un comerciante recuerda que habla a menudo con jerarcas de la Seccional 3° (Centro y Cordón) sobre la inseguridad de la zona. “La Policía está desbordada. No se puede pedir más patrullaje a la Policía en Tristán Narvaja. Si lo hace, el problema se va a correr y los que van a sufrir serán los comerciantes y vecinos de las calles Gaboto o Tacuarembó”, asegura.

El viernes 3, la Cámara de Comercio convocó a una mesa de diálogo preocupada porque había más personas en situación de calle durmiendo en las puertas de comercios.

Marcelo Marchese, dueño de la librería “Babilonia”, debió dividir en dos un ventanal cansado de pagar US$ 800 por cada rotura del enorme vidrio realizada por delincuentes para ingresar a su negocio. “Esta zona comenzó a quedar insegura desde 1997. Me entraron cinco o seis veces en los últimos años. Se llevaron libros y equipos de música”, dice detrás de un enorme mostrador.

“A los libreros y comerciantes no nos sirven los cuidacoches porque no hacen nada”, asegura. Y agrega que, al caer la noche, “hay ladrones” y “consumidores de drogas” deambulando por Tristán Narvaja. “Están a los gritos. Generan un ambiente poco propicio para el comercio”, sostiene.

El pasado martes 7, el senador Mario Bergara se refirió en el Senado a la “angustiante realidad que viven comerciantes y vecinos de la calle Tristán Narvaja” y denunció las “insuficientes” respuestas policiales.

Según el senador frenteamplista, los vecinos han convivido durante el último semestre con “situaciones de violencia, robos, consumo y venta de pasta base”.

“Miedo”

¿La inseguridad corrió a los clientes de Tristán Narvaja? Marchese, con indignación y certeza, hace un gesto afirmativo con la cabeza. “La inseguridad está en toda la ciudad. Pero ahora se venden menos libros que antes (en la librería). Los sábados, un bar de esta calle, dejó de abrir”, responde.

Maximiliano (nombre ficticio) atiende un comercio minorista. Tiene miedo y por eso pide que no se nombre siquiera el rubro del negocio. “La inseguridad acá (Tristán Narvaja) es total. “Se mezclan pasteros y ladrones. Consumen, hacen líos y roban. A nosotros nos rapiñaron una vez”, relata.

Otro comerciante, que tampoco quiso ser identificado, atiende el mostrador de una tienda con desconfianza. Es evidente que también tiene miedo.

El empresario afirma que, hace un tiempo, ladrones ingresaron a 15 locales durante la noche. “Hay desesperación en la gente que llega acá. Entran personas tratando de vender ropa. Algunas están algo alteradas. Cada tanto tenemos (en el comercio) un problema medio serio. Los vecinos no pueden más”, dice.

De todos modos, reconoce que el comisario y el subcomisario de la Seccional 3° se preocupan por la situación. Cada tanto vienen y hablan con los comerciantes. “La Policía patrulla -señala-, clausuró una ‘boca’ ubicada al lado del anexo de la Facultad de Derecho, pero abrieron otra enfrente y hay otra en un edificio abandonado cercano. Es un problema social”.

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