En la jornada de ayer se intensificó la búsqueda de la joven Agustina González -de 25 años- que fue vista por última vez en el Cerro por sus familiares hace ya cinco días.

Según pudo saber El País, con base en lo que declararon ante la Policía, en la pasada la medianoche del domingo, familiares de Agustina escucharon discusiones entre ella y su novio. Aparentemente, él estaba celoso por su vínculo con un vecino. Luego, se sintieron gritos que, también, provenían de la casa en la que se encontraba la pareja, aunque cuando el padre de ella fue a mirar qué pasaba, ambos se habían ido. Allegados a la joven, aseguran que “él se la llevó” y que, cuando él retornó, lo hizo solo.

El novio fue detenido en la tarde del miércoles, aunque en la mañana de ayer ya había recuperado su libertad. Familiares de ella relataron que él los llamó por teléfono para decirles que “había matado a Agustina” porque se había “cansado de ella”, aunque al momento de declarar en la sede de Interpol, no confirmó esta versión. Sin embargo, sí se contradijo en varias oportunidades.

En primer lugar, negó por completo haberse ido con la joven, pero luego terminó reconociendo que esto era verdad. Pero juró que no la mató, que cuando él se despidió, ella se encontraba bien y que se había quedado debajo de un puente.

Después, casi al final del interrogatorio, declaró a las autoridades que sabía que la joven había “sido asesinada” y hasta dijo que él la había visto morir, aunque aseguró no haber sido la persona que cometió el crimen.

En la tarde de ayer se realizó un rastrillaje exhaustivo por más de tres horas a través del campo del Club de Golf del Cerro. En esta búsqueda participaron personal de Interpol y también el joven, que ya no estaba en calidad de detenido, sino de testigo, por ser presuntamente “la última persona que vio a Agustina”, dijeron fuentes del caso.

El principal sospechoso fue indicando a los investigadores, durante varios kilómetros, en donde creía que los supuestos asesinos habían enterrado el cuerpo de la mujer. Luego de una larga búsqueda, no se encontró indicio alguno del paradero de la joven Agustina.

Foto: Francisco Flores

Mientras que se desarrolló el rastrillaje, familiares, amigos y vecinos de la muchacha se reunieron en el Cerro para reclamar justicia. En primer lugar se acercaron a las inmediaciones del Liceo 50 -a metros de donde estaba el sospechoso con los investigadores. En el centro educativo dejaron algunas cubiertas para realizar protestas que se desarrollaron sobre la noche.

Luego, se movieron hacia donde se encontraba el personal policial, lugar en el que también hablaron con la prensa y expresaron su preocupación, además de mostrarse descontentos con la investigación.

“La fiscal nos dijo que nos iba a mantener al tanto de todo, pero no hemos tenido actualizaciones”, dijo Ana -madre de Agustina- haciendo referencia a la fiscal de Flagrancia Brenda Puppo, quien está llevando adelante la investigación.

Uno de los pedidos principales de la familia es que se releve una de las cámaras de videovigilancia ubicadas en las inmediaciones del campo donde se rastrilló, ya que aseguran que, si pasaron por el lugar donde se presume, tuvo que haber quedado el registro en las cámaras.

Con el pasar de las horas, la desesperación se evidenció cada vez más en los rostros de los familiares, quienes pidieron a testigos, que dicen haber visto pasar a la pareja, que hablen con la Policía.

Al momento de retirar al sospechoso, se vieron múltiples reacciones por parte de la familia de la joven desaparecida. “Mirala, mirala y decí dónde está”, dijo una de las familiares mientras que le mostraba una imagen. Otra de ellas le pedía “por favor” que dijera “cualquier palabra que sirva para encontrarla”. En ese momento el hombre se metió a un auto para ser retirado del lugar.

Según relató la familia de Agustina, la relación con su pareja era de mucha toxicidad y violencia. El padre dijo que más de una vez se hizo presente ante la Policía para denunciar estos hechos, aunque aseguró no haber tenido jamás una respuesta.

Sin ir más lejos, fuentes policiales confirmaron que el día anterior a la desaparición de Agustina, su padre denunció a su novio por “violencia doméstica y amenazas”, y dijo que su hija sufría esto de manera constante.

Además de la relación de pareja que mantenían desde hace un largo tiempo -aproximadamente diez años-, tuvieron dos hijos -uno tiene cinco y el otro, seis años.