Por Rocío González
Felipe Donagaray, de 19 años, subió al coche 540 de Copsa que estaba programado para salir este jueves a las 15:15 horas desde la terminal de Tres Cruces. El joven, que es oriundo de Tacuarembó y estudia en Montevideo, iba a pasar unos días con familiares en Punta del Este.
Le tocó el asiento 28, del lado de la ventana. Durmió varios minutos y recuerda haber enviado un mensaje de Whatsapp a las 16:40 a su prima, con la que se iba a encontrar en la terminal de Punta del Este. Luego, el accidente.
“El ómnibus se empezó a desviar, nos pasamos al carril de al lado, caímos en la banquina, salimos de la banquina y pasamos para el carril de la otra ruta, después pasamos al otro carril y después nos fuimos para abajo en el barranco”, contó Felipe a El País.
“Me di cuenta al instante de que lo que estaba pasando era un accidente y pensé que había terminado cuando caímos en la banquina. Pero cuando vi que seguía, ahí fue lo peor. Creo que nadie tenía cinturón de seguridad puesto, era como estar en una caja de zapatos. Yo volé para todos lados, tengo la imagen de reventarme la cabeza contra el lugar donde guardás los bolsos, darme la cabeza contra los asientos de adelante de mí...”, relató.
“Volaba todo para todos lados, mochilas, computadoras. Era todo el mundo volando para todos lados. Yo había quedado arriba de los asientos por suerte, lo que intenté hacer fue que mi cuerpo quedara contra la ventana. Y por suerte mi ventana no fue la que quedó del lado del suelo”, expresó.
El joven no sabe si para el final del siniestro, cuando el ómnibus se estabilizó en un costado, perdió el conocimiento unos segundos o si por el shock no recuerda esos momentos. Pero cuando se “despertó”, como él lo define, había quedado tirado sobre los costados de los asientos, suspendido a pocos metros de las ventanas que estaban contra el suelo.
“(Cuando me desperté) lo primero que pensé fue que estaba bien. Inmediatamente después pensé ‘ta, esto va a explotar’”, relató.
Felipe comenzó a arrastrarse sobre los asientos hacia la ventana de atrás del ómnibus, que se había roto. Por allí ya habían comenzado a salir varios pasajeros.
“Había un hombre adentro gritando 'ayuda, ayuda'. Yo estaba por salir, pero volví para atrás, lo miré y el hombre tenía la mano y el antebrazo aplastados por un fierro. Intenté agarrar el fierro, pero no me dio la fuerza”, señaló.
El joven siguió su camino y logró salir del ómnibus. Luego, escuchó que personal de Bomberos tuvo que usar un gato hidráulico para liberar el brazo del hombre herido.
“(Al salir) lo que recuerdo es ver una película de terror. Gente ensangrentada, llorando en el piso. Había una pareja de ancianos, ella estaba toda ensangrentada, no soltaba a su esposo. Después había una madre que estaba descalza, a esa mujer yo la había visto adentro del ómnibus y estaba atrapada abajo de los asientos, en la parte en la que ponés los pies. Después pudo salir, le sangraba mucho la cabeza”, contó.
“También había una chica que después me enteré que se había fracturado unas costillas. Me acuerdo de verla cuando fue el siniestro y que ella estaba acostada en el piso y que no se podía levantar. Una película de terror”, resaltó.
Los autos se comenzaron a agolpar en la ruta, con personas que paraban sus vehículos para ver qué había sucedido. “Era como un espectáculo, estaban todos viendo en la ruta lo que pasaba ahí abajo. Salí (para allí) y había una familia, me puse a llorar, ellos me abrazaron. Yo estaba muy nervioso, en pleno ataque de pánico. Me dieron un teléfono y llamé a mi madre, que está en Tacuarembó”, relató el joven.
La mujer luego llamó a los familiares de Felipe que estaban en Punta del Este, para que lo fueran a buscar. Entre tanto, personal médico y de Bomberos "fueron sacando gente de adentro del ómnibus que estaba muy mal, mucha gente en camillas”.
“Creo que de las personas que estaban ahí, yo era la que estaba mejor (en cuanto a las heridas). Había tres chicas que estaban bien, una tenía un corte en la cabeza, había otra que se había apretado con el reloj y le sangraba toda la muñeca... pero yo no tenía nada”, indicó.
Un día después del accidente, Felipe siente como si le hubieran pegado en todo el cuerpo, pero destacó que solo tiene “una lastimadura en la espalda un poquito profunda”, para la que le mandaron un antibiótico en el sanatorio al que sus familiares lo llevaron.
“Yo tenía unos vidrios clavados en la espalda y ya está, pero había gente que tenía heridas mucho más graves y no quería sacarle tiempo a los paramédicos para que me curen a mí”, explicó.
Mirando hacia atrás, a los momentos del viaje antes del choque, Felipe sentía “que el ómnibus iba demasiado rápido”. “También sentí la inestabilidad del ómnibus. Lo sentía, ese zarandeo”, señaló.
El joven agradeció haber salido casi ileso del accidente que le quitó la vida a una adolescente de 15 años y dejó a varios pasajeros hospitalizados. De todas formas, destacó que "aún no cae" en la gravedad de la situación que le tocó atravesar.