Redacción El País
Los indicios que surgieron luego de diversas operaciones antidrogas, los análisis policiales y otras fuentes de información fueron elementos claves que llevaron a la Policía uruguaya a determinar que el narcotraficante Sebastián Marset se ocultaba en Bolivia, según dijo a El País un jerarca del Ministerio del Interior.

La fuente agregó que en los últimos meses se insistió por parte de la Policía uruguaya ante sus pares de Paraguay y Bolivia sobre el posible paradero de Marset en ese país.

Paraguay requiere la extradición de Marset por portar un pasaporte falso de esa nacionalidad cuando fue detenido en Emiratos Árabes en 2021.

Poco después Marset fue liberado luego de recibir un pasaporte uruguayo. Ese episodio generó la caída de la vicecanciller Carolina Ache y una causa que investiga el fiscal especializado en Delitos Económicos y Complejos, Alejandro Machado, y por el cual deberán declarar varios jerarcas de Interior y la Cancillería.

Desde un primer momento, una de las posibilidades era que Marset se hubiera ocultado bajo el “paraguas” de una organización boliviana que exporta grandes cantidades de cocaína hacia Europa por distintos puntos, entre ellos Uruguay.

Al mismo tiempo, las fuerzas policiales uruguayas y brasileñas realizan tareas de apoyo a sus pares paraguayas y bolivianas.

Según la fuente ministerial, investigadores de la policía antidrogas uruguaya consideran que Marset está detrás de los envíos de cocaína hacia España que fueron incautados en territorio uruguayo. Y precisamente, datos obtenidos por efectivos en esas incautaciones fueron claves para determinar que Marset se encontraba oculto en un lugar de Bolivia.

Por su parte, la Policía brasileña también participa en las investigaciones sobre el caso Marset realizando tareas de inteligencia, un área en la que el vecino país es líder en América Latina.

Una de las hipótesis que se manejó en reuniones policiales regionales fue que el traficante de drogas uruguayo cuenta con una cantidad enorme de dinero, que le permitiría trasladarse desde el estado de Santa Cruz (Bolivia) hacia Mato Grosso (Brasil) donde sería casi imposible ubicarlo. Mato Grosso es una de los regiones brasileñas de menor densidad de población y con enormes áreas selváticas.

En relación al paradero de Marset en Bolivia, la fuente ministerial señaló que, después de salir de Emiratos Árabes, el traficante uruguayo fue hacia África, luego a Europa y finalmente Bolivia.

“En territorio boliviano era donde Marset se sentía más seguro”, explicó la fuente.

Luego que trascendió que Marset logró huir el domingo 30 de una mansión ubicada en Santa Cruz de la Sierra (Bolivia) horas antes de la llegada de la Policía, comenzaron a conocerse detalles de su vida. El narcotraficante vivía tranquilamente bajo el nombre del brasileño Luis Amorín Santos.

Mientras era buscado por Interpol, Marset adquirió un club de segunda división donde jugaba de delantero. De hecho, en algunos casos los partidos eran televisados.

Según la fuente, Marset tenía un sentido de impunidad enorme en Santa Cruz de la Sierra. Agregó que el prófugo utilizaba la foto de su cédula de identidad uruguaya y sus tatuajes. Es decir, no cambió su fisonomía.

Por ejemplo, el capo de la “Ndrangheta”, Rocco Morabito, quien estuvo 25 años prófugo de la Justicia italiana por traficar cargamentos de cocaína y protagonizó una espectacular fuga de la Cárcel Central, sí modificó su apariencia. Cambió su color de pelo y aparecía como más joven en la foto de su cédula de identidad.

En cambio, la osadía de Marset no tenía límites: a sus dos hijos pequeños no les dijo que había cambiado su nombre. Ambos fueron anotados en la escuela de Santa Cruz de la Sierra con su verdaderos apellidos.

Según informó el diario Hoy de Bolivia, el traficante uruguayo aparecía a menudo en programas deportivos en Santa Cruz de la Sierra, así como en intervenciones en redes sociales como TikTok y otras.

La fuente agregó que Marset tiene, además, poderosas redes de información que le permitieron escapar con su familia de una redada realizada por 2.300 policías bolivianos.