Cascos, escudos, chalecos, armamento. “Salimos de base prontos para cualquier cosa”, dijo a El País el director de la Unidad de Intervención de la Guardia Republicana, Gastón Cortelini. Las intervenciones en el barrio Villa Española se han dado de forma ininterrumpida desde su comienzo en el marco del plan Cuatro Barrios que el Ministerio del Interior implementó en 2023 para combatir la inseguridad.
La unidad cuenta con 105 efectivos, y con tres tanquetas blindadas operativas trabaja de forma diaria entre las 16:00 y las 04:00 recorriendo este barrio y Marconi, Cruz de Carrasco, Cerro Norte, y la zona de Boix y Merino en Malvín Norte.
El País estuvo presente en una de las recorridas de Villa Española. Desde la base de la Guardia Republicana parten 12 efectivos por blindado: 10 operadores, un oficial y un chófer. Todos con sus roles claros “para no dejar nada al azar”, según explicó el alférez Matías Cabrera.
Cada noche, entre otras actividades, realizan controles aleatorios de identificación en esquinas que se encuentran marcadas por estudios de criminología, aunque sus ubicaciones cambian cada aproximadamente dos semanas.
El barrio cuenta con dos zonas que son consideradas como “las más peligrosas” por los vecinos del barrio. Estas son la esquina de Camino Corrales y Antonio Serratosa, y la calle Cervantes Saavedra entre Vázquez Core y Vicente de Arcos.
Es un secreto a voces que en estos puntos se encuentran las casas de las familias que se enfrentan desde hace ya algunos años por el control del territorio: los Suárez y los Albín.
Estos últimos realizaron recientemente un mural en el que se puede ver un retrato de Joaquín, el niño asesinado en una balacera en Malvín Norte a principios de año, con un fondo pintado como un cielo con nubes. “Prohibido olvidarme”, reza al mural seguido de “18/01/24”, la fecha de su fallecimiento.
A pocas cuadras de allí, y a metros de donde hacía pocos días se produjeron los últimos dos homicidios a causa del enfrentamiento entre bandas, los funcionarios descendieron del blindado, se dividieron en las cuatro esquinas de una intersección y comenzaron a pedir identificaciones a vehículos.
Algunos policías detuvieron personas, otros pidieron documentación y chequearon antecedentes, y los restantes realizaron una revisión de los vehículos o se encargaron de la vigilancia. Nada fuera de lo normal esta jornada.
“Depende de la noche -explicó Cabrera-. Hay veces en que se consigue incautar elementos y detener personas”. El mismo procedimiento fue repetido en otros puntos del barrio.
“Estamos todo el tiempo en alerta por lo que pueda pasar”, dijo también Cabrera y aseguró que “constantemente” reciben capacitaciones con el objetivo de “mejorar” su labor.
Impacto
“Las bandas no se meten con nosotros, lo que nos da miedo es un posible daño colateral”, dijo a El País una vecina de la zona que prefirió mantener el anonimato por seguridad.
“Se tiran entre ellos, pero uno nunca sabe si justo va pasando por al lado y se come un balazo sin querer”, complementó otro vecino que pidió “más presencia policial”, ya que asegura que “ha descendido” desde que comenzaron los operativos de saturación.
Los residentes del barrio dicen que los Suárez y los Albín “tienen todo controlado”, y que “no dejan que se meta nadie más a vender droga en el barrio”. “Por eso a veces tienen lío con gente de otros lados”, dijeron a El País fuentes policiales.
“Un barrio de gente trabajadora termina siendo rehén de esos pocos”, señaló una comerciante que aseguró haber dejado la modalidad delivery debido a los “constantes tiroteos”.
Malvín norte
Dentro del recorrido del blindado, El País también estuvo presente en la zona de Boix y Merino, del barrio Malvín Norte. Según dijeron fuentes policiales a El País, en esta zona no se han asentado familias criminales como en Villa Española, aunque “se ven con más frecuencia otro tipo de delitos”, como los hurtos o las rapiñas. “Hay muchos menores participando de actividades delictivas”, señalaron.