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Ache: “Rompí una lógica política y eso pudo incomodar al sistema; soy la única que responde de ciertos temas”

La precandidata dijo que “lo ideal sería tener la fórmula presidencial la noche de la elección” y opinó que “el comentario de Talvi denota que no está conforme con el manejo del sector que él formó”.

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Carolina Ache
Carolina Ache, precandidata a la Presidencia por el Partido Colorado
Darwin Borrelli

Carolina Ache Batlle tiene 43 años, es abogada, egresada de la Universidad Católica, y sobrina nieta del expresidente Jorge Batlle. Milita en el Partido Colorado (PC) desde 2007, cuando se integró a Vamos Uruguay, el sector liderado por el exsenador Pedro Bordaberry y por el que formó parte del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del PC. Participó de la fundación de Ciudadanos, agrupación por la que fue designada al comienzo del actual gobierno como subsecretaria de Relaciones Exteriores, cargo al que renunció en diciembre de 2022. Es indagada por Fiscalía por el caso Marset. Se define como colorada, batllista y liberal, lidera la lista 919 y es precandidata a la Presidencia por el PC.
 
—Las encuestas no la ubican peleando por ganar la interna del Partido Colorado (PC). ¿Con qué expectativas llega al 30 de junio?

—Estamos dando todo para ganar la interna y, si no, para quedar lo mejor posicionados posible. Las encuestas son un insumo, pero no nos desenfocan del trabajo que estamos haciendo, que es el mismo de siempre. Hay encuestadores que ni siquiera se animaban a dar números de la interna del PC por el alto margen de error, por la muestra chica y por la cantidad de candidatos. Es muy difícil acertar en estas encuestas.

—¿En octubre encabezará listas al Senado o a Diputados?

—Seguramente vamos a estar en esa carrera hacia el Parlamento, pero en qué formato no es algo que hoy le pueda decir con certeza.

—De los precandidatos del PC probablemente haya sido la más crítica con el gobierno, por su salida de Cancillería y al marcar que hay una pobreza infantil del 20% de los niños menores de seis años. Después de junio, ¿el discurso va a estar más alineado a la coalición o va a mantener esa distancia?

—No es una crítica al gobierno; es reconocer un problema que tiene Uruguay. Nosotros tenemos que hacer propuestas para solucionar los asuntos urgentes que falta solucionar y la pobreza infantil es uno de ellos. Eso no significa criticar al gobierno, eso significa justamente mirar a los ojos a los problemas de los uruguayos.

Carolina Ache y el busto de Batlle y Ordóñez en la sede del Partido Colorado.
Carolina Ache y el busto de Batlle y Ordóñez en la sede del Partido Colorado.
Foto: comando de campaña de Carolina Ache.

—¿Siente que tras su declaración en la Fiscalía en la coalición la miran con recelo y la dejaron un poco de lado?

—Soy consciente de que pudo haber incomodado más que nada al sistema político, porque rompí una lógica política. No es políticamente esperable la actitud que tuve, por lo tanto entiendo que puedo incomodar a determinados actores del sistema político, pero hice lo que tenía que hacer, puse la dignidad arriba del cargo y no tenía otra opción que defender mi nombre, a mi familia y defenderme a mí en un caso que tenía implicancias en Fiscalía.

—¿Haber grabado a un ministro la complica para entablar vínculos con dirigentes?

—Para nada. Yo no estoy en política desde que entré en Cancillería. Compartí comandos de campaña y estuve con con Pedro Bordabarry, con Ernesto Talvi y en el entorno saben que de mí nunca se ha filtrado nada. Yo nunca en mi vida había grabado a ninguna persona. Poner el foco en las grabaciones tiene aunque sea un poquito de cinismo cuando en realidad lo grave es lo que delatan esas grabaciones, lo que desnudan. Yo me di cuenta que me estaban haciendo una cama y tuve que defenderme con herramientas que son totalmente legales. Que me hubiese gustado no tener que llegar a eso, por supuesto que sí; ahora, que no tuve otra opción para defenderme, también es cierto.

—Ha transcurrido la campaña como indagada en una causa judicial que investiga la entrega del pasaporte a Sebastián Marset y además Fiscalía inició otra investigación a raíz de su declaración. ¿Cómo ha incidido esto en la decisión de lanzar su precandidatura y en su campaña?

—Separo lo político de lo que es la Justicia. No solamente yo estoy indagada; estuvo indagada también una precandidata del Frente Amplio, con chances, y también otros candidatos a distintos puestos en el Partido Nacional. Lo que quiero es que esto se investigue a fondo, pero los tiempos de Fiscalía, lamentablemente, no son los tiempos de la política. Y estar indagado no significa nada más que el fiscal está investigando algo. En este caso no tuve nada que ver. Estoy convencida que en mi caso se va a archivar.

—En la indagatoria a Alejandro Balbi, quien fuera abogado de Marset, el fiscal Alejandro Machado dijo que no cree que no habló con usted del tema en la reunión que mantuvieron en Cancillería. “Es como una mala comedia venezolana, argentina (...) No cierra esa parte de la historia”. Esto fue lo que dijo el fiscal en la audiencia. ¿Siente que esa duda del fiscal está también en la gente?

—Eso quedó totalmente aclarado en Fiscalía. Es cierto que el fiscal conoce el interrogatorio y tiene que usar también ese tipo de recursos, pero entiendo que está totalmente aclarado que no hubo una acción mía en ese trámite, que fue todo parte de un relato que se armó. Cualquier persona que se ha sacado el pasaporte, sabe que lo da el Ministerio del Interior.

—¿Quién armó el relato?

—Quien lo armó no lo puedo decir con certeza, así que prefiero no decirlo, pero que se armó se armó.

—¿Le preguntan por estos temas en las recorridas de campaña?

—Estos temas siempre me los preguntan, porque soy la única que los respondo. Si yo tuviese algo que esconder, no estaría dando la cara y respondiendo como estoy respondiendo. Soy la única que estoy respondiendo determinados temas.

—Al repasar su trayectoria, hablaba de Talvi, que elogió a Andrés Ojeda en un posteo. ¿Cómo vio ese elogio?

—Me llamó la atención porque Ernesto Talvi hace mucho que no hacía comentarios políticos públicamente, así que fue una sorpresa. Es la opinión de una persona que decidió alejarse de la política, que fundó un sector y lo que denota ese comentario también es que no está conforme con el manejo que está haciendo ese sector que él formó.

—¿Le interesaría integrar la fórmula presidencial del PC?

—Más allá de si me interesa o no, es lo que sea mejor para el partido, y si se entiende que es algo positivo que yo integre la fórmula, la voy a integrar con mucho gusto.

—¿Lo ha hablado con algún precandidato?

No, hasta el momento no. Lo ideal sería tener la fórmula la noche de la elección.

Ojeda, Ache, Gurméndez, Silva, Viera y González Legnani estuvieron en un acto juntos por primera vez en la campaña.
Ojeda, Ache, Gurméndez, Silva, Viera y González Legnani Juntosen un acto por primera vez en la campaña.
Foto: Estefanía Leal

—Una de sus propuestas es bajar la cantidad de funcionarios públicos. ¿Cuántos habría que bajar?

—La madre de todas las reformas que nos estamos debiendo es la del Estado. Si no podemos transformarnos en un Estado eficiente, no hay manera de ser un país desarrollado. Lamentablemente es una reforma que ha sido postergada. Es lo primero que tiene que hacer el próximo gobierno. De la reforma del Estado depende que el país crezca; que podamos realmente bajar impuestos a la gente que está siendo muy castigada con impuestos muy altos, del primer mundo, y servicios que no son del primer mundo; usar recursos genuinos que vengan de bajar los costos del Estado y determinados ahorros que son necesarios para atender urgencias, como la pobreza infantil, y otras tantas que se necesiten en el Uruguay sin tener que seguir apostando a generar deuda o subir impuestos. Tenemos 300.000 funcionarios públicos, Nueva Zelanda tiene 63.000 y 5 millones de habitantes. El Uruguay tenía en 2004, cuando Jorge Batlle deja el gobierno, 220.000 funcionarios públicos y el Frente Amplio le deja a la coalición casi 310.000, cuando el último censo, que fue hace poco, nos dice que la población no creció. Con todos los avances tecnológicos, en todo caso no es necesario seguir subiendo la cantidad de funcionarios públicos. Todos los años se generan más o menos 5% de vacantes, lo que equivale a 15.000 vacantes por año. En un período de gobierno son 75.000 vacantes que se generan. Habría que quirúrgicamente ver cuáles hay que llenar y cuáles no, hacer un estudio muy meticuloso. Obviamente que hay vacantes que hay que llenar, como por ejemplo servicios esenciales o muy específicos en lo que tiene que ver con la tecnología, pero tenemos que llenar muchísimo menos vacantes que las que se generan. El número exacto no lo sé. Se ha hablado de 15.000, pero para mí nos quedamos cortísimos. Es mucho más lo que no hay que llenar.

—Con sus dirigentes ha discutido sobre la pertinencia de mantener las 19 intendencias o reducir la cantidad. ¿De qué se trata esa idea?

—No lo presentamos como una propuesta, pero lo que yo planteo es que tenemos que lograr un Estado eficiente y tenemos la obligación de que el Estado se exija a sí mismo para después exigirle a los ciudadanos. Lo que pasó con la propuesta del PC con respecto al ingreso de funcionarios a las intendencias, la negativa a que se entre por concurso, es un claro ejemplo de que muchas veces las decisiones se toman para beneficiar al sistema político; el foco está en los políticos y no en la gente. Nadie en su sano juicio puede estar a favor de que se entre por afinidad política a un cargo público. Eso genera desigualdades entre los que tienen el legítimo derecho a ingresar. Sobre las intendencias, me parece que es una discusión que se podría tener más adelante si son necesarias las 19 con 19 secretarías de cultura, de salud, cuando ya tenemos los ministerios respectivos. Por ejemplo: Montevideo tiene 1.200 funcionarios más o menos en la Dirección de Cultura, y París y Nueva York tienen alrededor de 700. La idea que estamos manejando para ponerla arriba de la mesa más adelante es cambiar la administración en regiones: que no sean 19 jurisdicciones, sino cuatro o cinco. No estoy hablando de tener un Estado que se ocupe de menos cosas, sino de calidad de gasto para poder ocuparnos mejor de lo que el Estado se tiene que ocupar, como atender a quien se queda por el costado del camino.

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