Redacción El País
El director de Aduanas, Jorge Borgiani, analiza tomar medidas sobre un grupo de funcionarios que se encontraban a cargo del escáner cuando llegó al puerto de Montevideo un contenedor con 3.600 kilos de cocaína camuflada en harina de soja. Si bien el punto de partida fue Paraguay, pasó por el puerto capitalino en julio, donde fue escaneado y, pese a contener la droga, siguió su rumbo hacia Europa.
En este momento hay una investigación administrativa en curso y una denuncia presentada en la Fiscalía, según expresaron fuentes políticas a El País.
La Dirección Nacional de Aduanas emitirá un comunicado sobre la situación en las próximas horas.
El presidente del sindicato de funcionarios aduaneros, Roberto Valdivieso, había dicho que “hay que ver si el protocolo se cumplió correctamente”. “El sindicato trabaja para que se cumplan todas las garantías, pero si algún funcionario estuvo involucrado se deberán tomar medidas”, agregó el sindicalista.
En tanto, fuentes aduaneras dijeron que el contenedor debió ser abierto pese a que no se detectó la droga en el escáner, porque venía por el denominado “canal rojo”, lo que supone que se deben extremar los controles. Es decir, se sospechaba por su origen que podría contener cocaína. Es muy frecuente que la droga incautada provenga de Paraguay y llegue a Montevideo en barcos que navegan la Hidrovía, Paraguay-Paraná Otros canales como el verde y el amarillo implican la realización de controles más laxos.
En Portugal, donde finalmente se encontró la droga, el procedimiento llevado adelante por varios departamentos policiales dejó a tres personas portuguesas detenidas, y llevó a incautaciones de vehículos y objetos de valor.
Además del mencionado contenedor detectado, la misma operación consiguió decomisar casi 3.000 kilos de la cocaína camuflada en frutas, que también tenía como punto de partida Latinoamérica, aunque la información primaria es que no pasó por Uruguay.
La cocaína que pasa por Uruguay termina frecuentemente en puertos del norte europeo como Le Havre (Francia), Rotterdam (Holanda), Hamburgo y Bremen (Alemania), entre otros. En el caso del puerto holandés, sus autoridades han mantenido contactos con la Policía uruguaya para intentar mejorar el combate el narcotráfico.
Otros puertos latinoamericanos en la mira de las organizaciones criminales son los del sur de Brasil, San Antonio en Chile y los puertos de Argentina.