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Alejandro Sánchez: “El gobierno de Lacalle Pou está barranca abajo; contra las cuerdas”

"Nosotros no andamos pidiendo renuncias al voleo, como hacía el oficialismo cuando era oposición", dijo a El País el legislador del MPP.

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Alejandro Sánchez
Alejandro Sánchez
Foto: Francisco Flores - Archivo El Pais

Por Rosina de Armas y Raúl Santoprieto
Alejandro Sánchez, legislador del MPP, se ha convertido en una de las principales voces de la oposición. Ahora tiene el desafío de articular con otros sectores y así consolidar la precandidatura de Yamandù Orsi. También cuestionó la gestión de la seguridad pública y el manejo del caso Astesiano. Además, consideró que la contienda interna del FA en 2024 “es entre Cosse y Orsi”, aunque surjan otros y detalló por qué, esta vez, apoyan a Orsi.

-Parte de la agenda pública en este momento se centra en la trama judicial en torno al excustodio Alejandro Astesiano. ¿Cómo va a proceder el Frente Amplio (FA)?

-No va a perder seriedad en este tema, que es muy delicado, aunque el gobierno ha intentado sistemáticamente quitarle la importancia que tiene. Partimos de la base de la “conferencia del asombro” del presidente Luis Lacalle Pou. Después nos enteramos que no estaba tan sorprendido, porque sabía quién era Astesiano, tenía conocimiento de algunas cosas que hacía y nunca tomó la decisión de quitarlo. Se trató de decir que era un perejil, que ni siquiera era jefe de Seguridad Presidencial, y demostramos con documentos que lo era. Ahora nos enteramos que hasta policías de la guardia presidencial manejaban contactos de estudiantes, docentes. ¿En dónde quedó el concepto de libertad? ¿Quién la garantiza si desde el Estado se investiga a los opositores? Nosotros primero fuimos por una Comisión General porque queríamos saber toda la verdad y nos mintieron en la cara. Astesiano declaró que lo hacía porque le dieron “alas”. Los responsables de darle alas a Astesiano, ¿se van a seguir haciendo los sotas? Yo no dudo de que tengamos que ir por el camino de una interpelación.

-Lacalle Pou cuestionó que se maneje como una “verdad revelada el contenido de los chats. ¿Se corre este riesgo?

-El contenido lo toma el gobierno y decide en función de eso. Se decía que era “todo manija”. Pero al policía que le pasó los contactos de los estudiantes y docentes del Liceo 41 lo sacaron de la guardia presidencial. Es decir: el gobierno lo está creyendo, asume que es así. Lo que decimos es: cuánto se investigó a Charles Carrera y Mario Bergara no lo sabemos. Pero que se pretendió hacer fichas, sí. La sola pretensión merece que todo el sistema político asuma que no puede quedar impune. El primer punto que tiene que quedar claro es que en Uruguay no vamos a permitir ese tipo de prácticas, y el presidente las minimizó.

-Con los nuevos hechos sobre la mesa, ¿se deberían pedir renuncias?

-Nosotros no andamos pidiendo renuncias al voleo, como hacía el oficialismo cuando era oposición. Buscamos que el gobierno se haga cargo, diga la verdad y asuma la responsabilidad. ¿O pretende construir el relato de que todo es un problema de los policías? Porque me parece que está intentando tirarles el fardo. Descabezan la conducción de la Policía como diciendo: “Este es un problema de los milicos”.

-Descartan la teoría de que se busca “consolidar los éxitos” con estos cambios, entonces...

-Lo de Heber es una cosa muy extraña, va a quedar en los anales de la política nacional por desopilante. Es como que Peñarol esté ganando 3 a 0 y cambies la delantera. ¿Para seguir goleando? Equipo que anda bien no se cambia. Y menos se descabeza a la dirección de la Policía Nacional para fortalecer el éxito. ¿Qué éxito? El éxito de un plan que hace seis meses supuestamente tenían para atender el tema de los homicidios y todavía no sabemos qué pasó con él porque ahora hay un nuevo plan, que el ministro anuncia por televisión. El gobierno viene fracasando en las principales reformas que puso arriba de la mesa. Resulta que tenemos la Ley de Urgente Consideración (LUC) votada, ratificada por la ciudadanía, el gobierno argumentó que con eso mejorábamos la seguridad y ahora estamos cambiando a los jefes de la Policía porque “son demasiado exitosos”. Capaz que Lacalle Pou podría tomar el mismo ejemplo y, por exceso de éxito, sacarnos a Heber del Ministerio del Interior.

-Para defender las reformas en curso, el oficialismo recuerda los “augurios” que se hicieron en la campaña del referéndum contra la LUC. ¿Cómo influyó esta ley?

-La LUC venía a prometer la seguridad y, la verdad, no ha sido el caso. Nosotros les dijimos que con las modificaciones que se estaban haciendo a las cuestiones de estupefacientes y de microtráfico íbamos a llenar la cárcel de mujeres. Aunque no lo quieran decir, sé que el gobierno lo está discutiendo y ojalá podamos cambiarlo. Porque está lleno de mujeres que no tendrían que estar presas, mientras los grandes narcotraficantes están afuera. Y sus hijos terminan en el INAU.

-En otros temas, como el abuso policial, ¿el diagnóstico fue apresurado?

-No, porque las discusiones son de proyecto y de fondo. Yo no creo que todos los problemas de convivencia tengan que ser resueltos con intervención policial. Y creo tanto en la libertad que no pretendo que la autoridad sea todopoderosa. Cuando en una ley pongo por arriba a la autoridad frente a una discusión que se puede dar en la calle, le doy una protección excesiva y termina generando problemas. Pero no se miden los problemas este mes o el otro mes, se miden en las cosas que vamos cambiando a largo plazo. La creación de un conjunto de delitos subjetivos -agravio a la Policía, resistencia al arresto- termina generando que muchas veces el policía se sienta demasiado empoderado. Y que los malos policías, que son los menos, ejerzan violencia. Ese es el error, que puede generar que las patologías crezcan.

-¿Qué cree que pasará en marzo cuando se empiece a aplicar la reforma educativa?

Para empezar, yo creo que la “transformación educativa” es un maquillaje. Uno no genera una reforma educativa adaptada a los tiempos que corren, con profundidad y con vocación de generar un verdadero cambio en cuatro meses. Eso sí va a entrar en el libro Guinness de los récords. Si el gobierno hace una “transformación educativa” diseñada en cuatro meses y tiene a todas las asambleas técnico docentes, los finlandeses van a venir a decir: “El milagro uruguayo”. Primero, no hay tal transformación educativa, ese es un eslogan. Hay cambios en las materias, en la currícula, pero esa no es una transformación educativa. Al contrario: muchos docentes opinan que es una rebaja de contenidos. Que el Uruguay necesita una reforma educativa profunda es obvio. Tenemos el gran desafío de cómo retenemos a los gurises dentro del sistema. Deberíamos tener extensión pedagógica y eso se hace con más recursos, con más docentes, no recortando. Si vivís en un rancho hacinado, con el calor que hace hoy, ¿cómo estudiás? Probablemente el botija no pueda estudiar y no dé el examen. Hay temas a resolver dentro del sistema educativo y temas afuera.

-¿Como cuáles?

Evidentemente se hacen necesarios algunos cambios que hay que ver cómo se pueden articular. La presencia más importante del Estado es la escuela pública. Que las comunidades educativas tienen que tener autonomía, por supuesto. Pero la autonomía no puede conspirar contra contenidos básicos que tiene que tener el sistema porque, si no, hago una educación clase A en un lado y clase B en otro. Tengo que tener el nivel académico que nos exigimos y, arriba de él, otras actividades. ¿No se pueden hacer talleres de murga en las escuelas, no se puede generar otro tipo de actividades de integración en las escuelas para que el barrio esté ahí y rodee al sistema educativo? Muchos padres a veces generan un enorme esfuerzo para que los hijos vayan al liceo privado por la extensión pedagógica, les brinda cosas que el sistema público no les ofrece. Me parece que precisamos una reforma de largo aliento: tenemos que discutir de contenidos, salario y ladrillos, pero también sobre cómo generamos pertenencia y motivamos a los gurises a aprender. Y ese es un trabajo fuerte, no le podemos tirar el fardo al docente con un marcador y una pizarra. Tiene que haber otros componentes.

-Pensando en 2024, Fernando Pereira y otros dirigentes han instalado el concepto de que el FA “está volviendo”. ¿Es a partir de la desilusión que puede tener el votante con este gobierno o el FA ya encaminó propuestas de su programa?

-Si tengo que dar una lectura, mi idea inicial no es “estamos volviendo”. Mi idea es que tenemos un gobierno que está barranca abajo. Y un gobierno barranca abajo quiere decir que los graves problemas que tiene el Uruguay no tienen solución. Porque hay un gobierno que está contra las cuerdas, sin ideas de futuro y, si uno mira, las grandes iniciativas han caído. ¿Qué mercado nuevo logró, qué pasó con el TLC con China, con el cambio de las reglas del Mercosur? Nada, nos peleamos con todo el barrio y ahora tuvo que venir Lula a abrazar a Lacalle Pou para que no se cayera. No nos quedaba un aliado. No hay una estrategia de inserción internacional y eso desmoraliza al que invierte, al que trabaja y al que estudia.

El FA primero tiene que estar cerca de los damnificados de este gobierno, que no son solo los que viven al norte de Avenida Italia, y luego construir con ellos una propuesta de desarrollo del país. Porque nosotros no queremos volver para hacer más de lo mismo y menos quisiéramos volver porque el gobierno es un desastre. Quiero volver porque tengo un proyecto para construir el Uruguay del futuro y ese proyecto hay que construirlo con todos. Eso aprendió el FA: no puede construir un programa de desarrollo del país si no lo hace con la gente, escuchando, en el mano a mano. Tenemos que romper la idea de que los privados y el Estado son dos mostradores distintos. El Estado tiene que asociarse con los productores para ver cómo se plantea una estrategia de desarrollo nacional: cómo incorporamos innovación, tecnología, capacidades, préstamos que se inviertan en la actividad productiva. Ahí tiene que haber confianza mutua y apuesta al país.

-El MPP le asignó el rol de coordinar con sectores en pos de la precandidatura de Orsi. ¿Cómo es ese trabajo y cuánto ha avanzado?

-Siento que Orsi es quien puede liderar ese proceso de transformación, de innovación, de generar vínculos en la sociedad de manera amplia, de escucharnos entre todos. Para ese Uruguay que hay que construir -a velocidad, porque el mundo avanza- creo que Orsi tiene las condiciones. Tiene vocación de diálogo con amplios sectores: en términos productivos, económicos, sociales, culturales, pero también políticos. Lo ha demostrado en la Intendencia de Canelones. En el marco de esa apuesta por él, una candidatura de Yamandú Orsi no es una candidatura del MPP. Orsi representa a un conjunto de sectores más amplio y hay que discutir cómo se expresan. Mi tarea es la de articular. Creo que es una oportunidad de ampliar las alianzas del FA.

-Por lo que muestran las encuestas, ¿el escenario actual es de una elección interna entre la intendenta de Montevideo, Carolina Cosse, y Orsi o hay otros nombres que se puedan sumar?

-En política puede pasar todo: puede haber candidaturas presidenciales o muchas veces una utilización de las campañas para consolidar liderazgos o espacios. Pienso que los frenteamplistas tienen que elegir quién los va a representar y, por lo tanto, las múltiples candidaturas sirven. Todo aquel que quiera ser candidato, que lo sea. Pero me parece que hay que explicitar (las intenciones). Mi contradicción es que entiendo que hay dos candidatos naturales, las encuestas y la calle más o menos te lo demuestran: acá es entre Cosse y Orsi. En un escenario donde tenemos el enorme desafío de poner a flote el Uruguay, creo que ese es el objetivo principal. No es una interna más la que va a transitar el FA, de preferencias. En definitiva, el camino es a octubre.

-En ese análisis, ¿las potenciales precandidaturas de Andrés Lima y Mario Bergara podrían alterar la correlación de fuerzas en perjuicio de Orsi?

-A mí me gustaría que esos compañeros estuvieran apoyando la precandidatura de Orsi. Sería muy bueno que pudieran fortalecerla con su sensibilidad y su visión. Pero también es cierto que cada sector y cada espacio tiene que resolver cómo va a jugar este partido. Por ejemplo, los compañeros de Convocatoria Seregnista van a resolver en marzo y yo soy muy respetuoso, voy a esperar cuál es su mirada y su visión. Después, si una candidatura incide o no y de qué manera en las preferencia de los frenteamplistas, no lo sé, lo dejo para los politólogos. Y eso será parte del análisis si efectivamente se consolida que vamos a tener tres, cuatro o cinco candidatos.

El “contexto” lo inclina a apoyar a Orsi y no a Cosse

¿Considera que el perfil de Cosse limita los rasgos que destacó de Orsi, de amplitud y capacidad de llegar a votantes por fuera del FA?

-Uno tiene programa, propuesta, equipo, ideas, proyectos y al final del día hay que votar a uno o a otro. Entonces, cuando uno destaca las virtudes de su candidato, siempre está la tensión de si es en detrimento del competidor. He tratado siempre de hacer campaña sobre la base de las fortalezas (del mío). Eso no quiere decir que Cosse no tenga esos atributos u otros. Yo hice campaña por ella. En determinado momento quien puede encarnar un proyecto bajo determinadas circunstancias es una persona, y en otro momento no. El póster más famoso de mi línea política es una fotografía del “Bebe” (Raúl) Sendic cruzado de piernas al lado de un cañero, en una policlínica de Artigas. ¿Quién estaba sentado al lado del cañero? José Mujica Cordano. Y en el contexto histórico de entonces, Pepe era el mismo de hoy, diciendo las mismas cosas que hoy, pero sus ideas se expresaban en el Bebe. El fenómeno Mujica vino después. Entendemos que hoy es con Orsi. Se necesita tender puentes y retomar un debate serio en términos políticos.

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