EL DESAFÍO DE "NO AFLOJAR"
La misión de Alianza Nacional es grande, porque desde siempre, y mucho más en los últimos años, Larrañaga había sido el único protagonista, principal referente y hasta el casi exclusivo vocero.
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"Hay orden de no aflojar”. La frase se repitió hasta el cansancio en la última semana, pero no deja de ponerles la piel de gallina a todos aquellos que militaron con Jorge Larrañaga, el ministro del Interior que murió súbitamente en el que muchos -entre ellos el presidente Luis Lacalle Pou- definieron como “su mejor momento” político. Al líder de Alianza Nacional le iba bien, era el blanco en el gobierno con mayor popularidad y posibilidades de presentarse como candidato en 2024 -el primer mandatario lo superaba, pero no puede ser reelegido. Es verdad, también, que tenía detractores y muchos estaban con intenciones de pujar por el liderazgo del wilsonismo, el que venía ejerciendo desde las elecciones de 2004. Aunque jurase que estaba focalizado en su gestión y que no pensaba en el futuro, todos los que lo conocieron bien sostienen que Larrañaga iba a intentarlo una vez más.
“El que dé a Larrañaga por vencido, el que piense que no me voy a poder levantar, está muy equivocado. Yo siempre me levanto”, me dijo una vez luego de las elecciones internas de 2019, cuando quedó detrás de Lacalle Pou, pero también del debutante Juan Sartori. Poco después, en los comicios nacionales, su sector superó al sartorismo y la reforma constitucional Vivir sin Miedo que él impulsó logró un 47% de apoyo. Luego vino el Ministerio del Interior y los buenos números en cuanto a la cantidad de delitos. Algunos sostienen que la pandemia lo ayudó. Él advertía que solo en los meses de marzo y abril de 2020 había habido una baja importante de la circulación y que el COVID-19 al ocasionar problemas también económicos podría haber llevado, en realidad, a un aumento de la delincuencia.
Como sea, su imagen estaba sí “en su mejor momento”. Por eso para Alianza Nacional, para el wilsonismo y para el Partido Nacional todo, sustituirlo no será cosa fácil.
Alianza Nacional.
El desafío del sector es grande, porque desde siempre, y mucho más en los últimos años, Larrañaga había sido el único protagonista, principal referente y hasta el casi exclusivo vocero. El intendente de Paysandú, Nicolás Olivera, miembro de la agrupación, lo explica así: “Alianza Nacional era Jorge. Obviamente hay ideas, las del wilsonismo, pero este era un movimiento con un hombre que lo conducía. Nunca nos planteamos un escenario sin Larrañaga. De hecho en algún momento se habló de construir una orgánica interna, pero eso era complejo porque éramos lo que era Jorge”.
Desde marzo de 2020 las reuniones de Alianza Nacional fueron casi nulas, y Larrañaga ya casi ni participaba -de hecho no se presentó en ningún lugar donde se estuviera haciendo campaña para los pasados comicios municipales. “Ahora tenemos dos desafíos: reivindicar el wilsonismo y hacerlo teniendo en cuenta los valores que nos dejó Jorge. Alianza Nacional va a defender siempre las ideas de Larrañaga”, continúa Olivera.
En cuanto a liderazgos, claramente todavía no hay nadie que se anime a levantar la mano o apuntar con el dedo hacia algún otro compañero, por eso el intendente de Paysandú -departamento que Larrañaga gobernó dos veces- cree que “es momento de jugar en equipo, apelar a los talentos de cada uno, pero pensando al sector como un colectivo”.
En el día de ayer hubo una reunión entre varios dirigentes de Alianza Nacional. Allí se resolvió que Carlos Camy sea el nuevo presidente del sector y que Jorge Larrañaga Vidal (hijo del fallecido ministro) ingrese a la dirección. Del encuentro participaron el director de secretaría y el director de convivencia de la cartera del Interior, Luis Calabria y Santiago González; y también estuvieron Wilson Ezquerra y Guillermo Besozzi. En los próximos días el sector le pedirá una reunión a Lacalle Pou.
“Nosotros aspiramos a que quien encarne el espíritu wilsonista en este gobierno sea Alianza -continúa Olivera. Obviamente esto es algo que tiene que ser reafirmado por el presidente de la República. Ojo, esto no tiene nada que ver con ubicar gente, sino con organizarnos y hacer que Alianza prevalezca”.
Al morir Larrañaga, el presidente Lacalle Pou no eligió un sustituto del ala wilsonista del partido en el Ministerio del Interior, sino que optó por un político de su estrecha confianza: Luis Alberto Heber. De hecho, cada vez que el mandatario tuvo que cambiar por distintas circunstancias a un ministro (a Ernesto Talvi, a Pablo Bartol, a Larrañaga o a Heber, que estaba en Transporte) apostó a blancos que apoyaron su candidatura. Incluso, si uno mira el gabinete y se detiene solo en los cargos de ministros y subsecretarios detectará solo una militante de Alianza: Ana Ribeiro, número dos de Educación y Cultura.
¿Esto quiere decir que no hay wilsonistas en el gobierno? Pues no. Beatriz Argimón, consultada para este artículo en cuanto a si se siente más wilsonista que herrerista, sostiene: “Yo siempre fui wilsonista. Nací en el Movimiento Nacional de Rocha. Después estuve en la 97 que era el wilsonismo apoyando al herrerismo”. El secretario de la Presidencia, Álvaro Delgado, también tiene raíces que evocan a la figura de Wilson Ferreira Aldunate, de hecho fue parte de Correntada Wilsonista, con quien obtuvo su primera banca como diputado en 2004. Y después está el ministro de Defensa, Javier García, que fue parte de Alianza Nacional hasta 2012, cuando con su lista 40 empezó a apoyar al hoy presidente Lacalle Pou. Todos ellos tienen, según fuentes del Partido Nacional consultadas para esta nota, estatura para ser candidatos, y lo podrían hacer tanto dentro del herrerismo como del nuevo wilsonismo que deberá construirse.
El futuro del wilsonismo.
¿Qué le depara el futuro al wilsonismo? Esa es una pregunta difícil de contestar. Lo que sí podemos decir es que desde 2004 en adelante esa ala del Partido Nacional estuvo representada, mayormente, por Larrañaga. Y que con los años lo que sí pasó es que hubo muchas escisiones. Como dijimos, García dejó Alianza Nacional de cara a las elecciones de 2014. En tanto, rumbo a 2019 los desprendimientos fueron muchos más. El fallecido ministro perdió el apoyo del llamado “grupo de los intendentes”, que luego se encolumnó detrás de la candidatura de Enrique Antía; y de Verónica Alonso, que se convirtió en una de las principales figuras de la campaña de Sartori, aunque esto no le trajo ningún fruto a nivel electoral.
Jorge Gandini, en tanto, volvió a militar por Larrañaga, pero la relación entre ambos durante la campaña fue la crónica de una muerte anunciada. El divorcio se concretó luego de las elecciones, cuando el hoy senador con su movimiento Por la Patria empezó a trabajar con aspiraciones de captar a militantes wilsonistas para presentarse sin el liderazgo de Larrañaga en 2024.
“La muerte de Jorge afecta al partido y eso es algo obvio, porque estaba desempeñando una función de gobierno importante y venía logrando buenos resultados. Todo lo otro se verá, es muy reciente para prever cuáles van a ser los movimientos que se van a dar, para imaginar cuáles serán las consecuencias. Lo claro es que el wilsonismo tenía un desafío por delante y que ahora lo sigue teniendo. Tiempo al tiempo”, se limitó a declarar Gandini.
En tanto, el intendente de Río Negro, Omar Lafluf, que había abandonado Alianza Nacional para apoyar la alternativa impulsada por Gandini, se animó a dar un paso más: “Para los que fuimos amigos de Jorge este fue un golpe durísimo. Creo que es claro que después de esto los dos movimientos identificados con el wilsonismo nos tenemos que sentar a conversar. Alianza y Por la Patria tienen que llegar a un acuerdo”.
Algunos dirigentes de ambos márgenes del wilsonismo también advierten que en estas conversaciones tienen que estar aquellos que abandonaron Alianza Nacional antes, o que se sienten wilsonistas y por una razón u otra se pasaron a la otra ala del partido. Y allí es que aparecen tanto los nombres de García como de Argimón, y también el de Sergio Botana, ex Alianza Nacional que formó parte del “grupo de los intendentes”.
El partido.
Para Pablo Iturralde, presidente del Partido Nacional, “está bien que se empiece a conversar”, pero hay que hacerlo teniendo en cuenta “que esta es la hora de gobernar”, y que si no se gobierna bien quizá no se pueda retener el poder. Y que si bien es claramente importante reorganizar el wilsonismo, también lo es que esto se haga teniendo en cuenta que lo que existe en cuanto a la pata herrerista son matices y no diferencias irreconciliables.
“El partido está viviendo un momento superador de las dos grandes corrientes tradicionales. Entre 1934 y 1958 los blancos nos dividimos y volvimos a ganar recién cuando nos volvimos a unir. La gente no vota a quienes se pelean. Es importante, claro, tener dos grupos fuertes. En 1971, por ejemplo, no se perdió porque el wilsonismo tuviera pocos adeptos, sino porque el herrerismo era muy chico. El desequilibrio no funciona. Pero también hay que tener en cuenta que hoy vivimos un momento distinto, porque desde 1997 estamos en un régimen de candidato único. En 1999 tuvimos muchas disputas internas y salimos terceros; después entendimos que debíamos unirnos. Porque además somos lo mismo. Somos orgullosamente blancos”, sostiene Iturralde.
Por otro lado, el presidente del partido señala que hoy “es muy difícil encontrar herreristas o wilsonistas puros, los herreristas tienen un poco de wilsonistas y los wilsonistas un poco de herreristas”. Y agrega: “¿Pablo Abdala, Álvaro Delgado y Javier García ya no son más wilsonistas, ahora son herreristas? Los cruzamientos que se dan ya no son por las viejas divisiones, son más por cercanías personales, por lealtades que tienen que ver más con el relacionamiento humano”.
Ignacio Zuasnabar, de la consultora Equipos, sostiene que, pensándolo en términos electorales, “es imposible que el Partido Nacional sea competitivo sin incorporar una sensibilidad wilsonista”. Para Eduardo Bottinelli, de Factum, la muerte de Larrañaga profundiza “la hegemonización del sector de Lacalle Pou, y eso a la larga puede traer consecuencias”. En tanto, Mariana Pomies, de Cifra, opina que “Larrañaga era una figura muy fuerte” y que “sustituirlo no será sencillo”.
Argminón: “Se crece si hay distintas opciones”
La vicepresidenta Beatriz Argimón dijo a El País que la muerte de Jorge Larrañaga “convoca a todos a pensar cómo será el Partido Nacional en los próximos años”. En este sentido sostuvo que lo deseable sería que los blancos puedan “crecer basados en distintas opciones” y que “es lógico” que quienes se sientan cercanos al wilsonismo “busquen tener un espacio como al que ellos aspiran”. En cuanto a sus aspiraciones electorales hacia los comicios de 2024, se limitó a decir: “Voy a acompañar al presidente hasta el último día de su mandato, cerraré filas con él y al mismo tiempo fomentaré la construcción de nuevos sectores”.
Eduardo Bottinelli, de Factum, sostiene que el gran desafío del Partido Nacional es reconstruir un wilsonismo “fragmentado, pese a que muchos lo reivindican”. Y enumera: Jorge Gandini (Por la Patria), Javier García (la 40), Sergio Botana (Mejor País), y Ana Ribeiro (Alianza Nacional).
“Hay dos opciones: o se encolumnan detrás de algo o generan nichos. Lo que está claro es que todo lo que hoy está por fuera del ‘luisismo’, de lo que surge del presidente, está por fuera del gabinete. La única excepción es Ribeiro. Esto complejiza el crecimiento de otras vertientes, porque no pueden mostrarse”, añade Bottinelli.
Mariana Pomies, de Cifra, incluye en esta lista a Beatriz Argimón. “Puede ser una futura candidata”, advierte. Y añade que “hay que ver qué pasa con Martín Lema, que también tiene sus aspiraciones”.
Lema se ha definido como herrerista más de una vez, sin embargo Pomies sostiene: “Lo que pasa es que el wilsonismo entra en muchos lugares, es casi como el batllismo en el Partido Colorado”.
En tanto, Ignacio Zusnabar, de Equipos, advierte que Alianza Nacional “es lo mayoritario en cuanto al wilsonismo”, pero que está de todos modos “llamado a conversar con otros actores para poder unir posturas (...) Esto iba a tener que ser así con Larrañaga y será así sin Larrañaga también”.
La interna blanca.
Carlos Camy fue elegido ayer presidente de Alianza Nacional. En tanto que el hijo mayor de Larrañaga, ingresa a la dirección del sector. En los próximos días le pedirán una reunión al presidente Lacalle Pou.
Tras la elección se separó de Alianza y con su movimiento Por la Patria trabajaba en una alternativa wilsonista sin el liderazgo de Larrañaga. Hoy dice que “habrá movimientos”, y que es pronto aún para saber cuáles.
Apoyó en 2009 a Larrañaga, en 2014 a Lacalle Pou y en 2019 no se pronunció por ninguno por ser la presidenta del partido. Dice que se define como wilsonista y que es importante que esa ala siga existiendo.
Su lista, la 40, fue parte de Alianza hasta 2012; luego apoyó a Lacalle Pou. Aunque no quiso hacer declaraciones para este ar-tículo, varios wilsonistas lo nombraron y dijeron que “con él hay que ir a conversar”.