La imagen recorrió el mundo y eso era parte de lo que buscaba Luis Lacalle Pou: el primer mandatario, rodeado de dos exjefes de Estado de distintos partidos -el frenteamplista José Mujica y el colorado Julio María Sanguinetti- fue un plano fotografiado y filmado en diversos ángulos ayer durante la ceremonia de asunción del brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, y destacado por el mensaje de republicanismo que implicaba ese símbolo de la democracia uruguaya. Y así fue celebrado también por dirigentes tanto del oficialismo como de la oposición, muchos de los cuales se manifestaron en ese sentido en las redes sociales.

La convocatoria la realizó el propio Lacalle Pou como un gesto de “continuidad democrática e institucional y republicana” que destaca a Uruguay frente a otros países -tal como dijo días atrás- y ayer se confirmó en Brasilia, en donde Uruguay estuvo representado por “una buena presencia”, como declaró el presidente a Subrayado, de Canal 10.

Foto: AFP

“(Se representaron) distintas generaciones, distintos partidos políticos, distintas ideologías y, obviamente, distintas etapas del país que no han tocado gobernar. Hacia adentro y afuera habla bien del país que todos queremos, sin perjuicio de las diferencias”, señaló Lacalle Pou luego de estrechar la mano de Lula da Silva, y transmitirle una especial invitación: “Lo invité a Montevideo -contó-. Tenemos reunión de la Celac ahora el 24 en Buenos Aires, así que me pareció oportuno y me gustaría recibirlo en Montevideo antes o después de la Celac”.

La visita fue exprés. Sonrientes, los tres se habían encontrado sobre las nueve de la mañana en la Base Aérea N° 1, para minutos luego subirse a un avión que prestó para la ocasión el empresario brasileño Alexandre Grendene: subió primero Mujica, a continuación Sanguinetti, luego Lacalle Pou y por último el canciller Francisco Bustillo, que formó parte de la delegación uruguaya.

Leonardo Mainé

En el Congreso Nacional, a la media tarde del primer día del año, fue cuando saludaron al brasileño por primera vez, quien se mostró afectuoso con los tres. La ceremonia continuaba luego en el Palacio de Itamaraty, pero la comitiva uruguaya retornó casi enseguida. Volvieron al aeropuerto y sobre las 18 despegaron rumbo a Carrasco, a donde llegaron sobre las 22. Visiblemente cansados, ni Lacalle Pou ni Mujica ni Sanguinetti dieron allí declaraciones a la prensa.

Desde Brasilia, el expresidente colorado aseguró también en diálogo con Subrayado que la “presencia de los tres presidentes no pasó desapercibida” para el concierto internacional, con enorme presencia en la capital del país norteño. Además, contó que el presidente Lula da Silva hizo mención al hecho cuando los saludó en el Congreso.

“De él (N.de.R: en referencia a Mujica) es viejo amigo, estuvo en la campaña. Nosotros no. Pero, sin embargo, destacó el hecho”, contó el dos veces presidente, y añadió: “Desde nuestro ángulo son dos cosas. Una, la relación con Brasil: esto es una expresión de la importancia que le damos. Dos, delante de la comunidad internacional presente aquí no es usual que ocurra esto en un mundo donde las cosas están tan crispadas que los presidentes no entregan el mando”.

Mujica, en tanto, se consideró “locatario, por lo menos para una barra grande”. No obstante, comentó: “Somos viejos amigos pero acá lo que vale es la imagen de Uruguay. Allá nos sopapearemos y nos daremos con un fierro como corresponde, pero componemos un nosotros”.

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Las autoridades actuales y anteriores de Uruguay asistieron a una asunción presidencial que tuvo como principal particularidad que no concurrió el ahora exmandatario de Brasil, Jair Bolsonaro. Él es quien, según protocolo, debería haber hecho entrega de la banda presidencial a Lula da Silva. Pero está en Estados Unidos y en su sustitución estuvo una representación de la sociedad civil.

Después, Lula recibió a las autoridades de los diferentes países, entre las que estuvieron las uruguayas. El primero en saludar al flamante presidente fue Lacalle Pou, quien lo abrazó de manera breve y le dijo unas palabras. Aunque este fue el único nombre que se anunció en los altoparlantes -y tal como se había anunciado- después se le acercó Sanguinetti y en tercer lugar llegó Mujica, quien levantó la mano para también saludar a los presentes.

A continuación, los cuatro posaron para la foto, Lula da Silva sujetándole la mano a Lacalle Pou y a Mujica, y Sanguinetti abrazado a este último. Por su parte, el canciller Bustillo se mantuvo a un costado y fue el último en saludar a la nueva principal autoridad brasileña.

Antes, en su discurso ante el Congreso Nacional, Lula da Silva se comprometió a la “reanudación de la integración sudamericana”. Será desde el Mercosur -de la que Brasil y Uruguay son parte-, la “revitalización de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) y otras instancias de articulación soberana en la región”, aseguró frente a autoridades internacionales.

El Mercosur, más específicamente su flexibilización, es uno de los temas que ocupa la agenda del presidente uruguayo. En reiteradas oportunidades habló sobre esta necesidad, algo que planteó con vehemencia, incluso, en la última cumbre del bloque regional que se hizo el 5 y 6 de diciembre pasado en Montevideo.

Lacalle Pou fue consultado por la prensa en Brasilia, precisamente, sobre cómo cree que se continuará el diálogo a propósito de las intenciones uruguayas en el Mercosur y en la búsqueda de un TLC con China, y respondió: “(Lula) Habló muy poco de temas internacionales. Pero habló específicamente del Mercosur, China, la Unión Europea y algún otro bloque más. Así que veremos. Fue corta la mención (N.de.R: al Mercosur) pero ahí hay un estribo. Hay que aprovecharlo”.

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Busca “rescatar a 33 millones del hambre”

Delante de miles de personas en su primer discurso presidencial, Lula da Silva indicó que “la vuelta del hambre es un crimen, el más grave de todos contra el pueblo brasileño. Es hija de la desigualdad, que es la madre de todos los males que atrasan Brasil”, recogió EFE.

Foto: AFP

Más temprano, cuando habló en el Congreso Nacional, contó que las “primeras acciones” de su gobierno “tienen como objetivo rescatar a 33 millones de personas del hambre y a más de 100 millones de brasileños y brasileñas de la pobreza, que han llevado la carga más dura del proyecto de destrucción nacional que hoy termina”.

“Ninguna nación se ha levantado ni puede levantarse sobre la miseria de su pueblo”, aseguró. Y señaló que, “ante el desastre presupuestario” que recibieron, presentó “propuestas” que les “permitan apoyar a la inmensa capa de población que necesita del Estado para simplemente sobrevivir”.