El excandidato a la Presidencia por el Partido Nacional, Álvaro Delgado, ha dedicado gran parte de los últimos días de este 2024 a recibir dirigentes en una nueva oficina que instaló frente a la que fue su sede de campaña hasta la derrota electoral del 24 de noviembre —en Bulevar Artigar y Chaná—, en donde recibió apoyos para que conduzca el Directorio blanco, algo que se discernirá cuando esta fuerza política convoque a elecciones.

Algunos de esos respaldos ya han sido públicos, como el del intendente de Paysandú —y uno de los referentes del sector D Centro—, Nicolás Olivera, quien días atrásdijo a El País que, para él, Delgado tenía “las condiciones” como para ser el conductor de este partido, “al lograr el apoyo del 75% de los blancos en la elección interna” y tener conocimiento “tanto de la labor parlamentaria como la de gobierno".

Pero para esta definición falta mucha tela por cortar. Para empezar, porque el líder indiscutido de los blancos, el presidente Luis Lacalle Pou, aún no ha hecho público qué camino seguirá una vez que deje el gobierno el primero de marzo, aunque Búsqueda informó este jueves que el mensaje que transmitió a su entorno y a algunos dirigentes es que no asumirá ni su banca al Senado ni la presidencia de su partido —algo que por lo demás muchos nacionalistas consideran como lo más lógico, ya que cualquiera de esas tareas implicaría un desgaste innecesario para el principal activo político de este partido, que dejará la gestión con una imagen positiva según todas las encuestas. Fuentes de su entorno indicaron además que el mandatario ha mencionado que planifica un viaje al exterior una vez que deje la Presidencia, y que probablemente suspenda su actividad política por un “tiempo prolongado”.

Pero queda mucha tela por cortar porque, además, el nombre de Delgado está lejos de reunir consenso entre los principales dirigentes nacionalistas como para ser electo —si bien a priori tendría el apoyo de la mayoría de los convencionales, como dijo Olivera—, al tiempo que comenzaron a manejarse otras opciones.

En Alianza País, por poner un caso, Delgado y sus cualidades políticas generan resistencias, e incluso en estas filas hay quienes plantean que la persona idónea para dirigir a esta fuerza es el exministro Javier García.

En esta línea, el senador electo Sebastián Da Silva dijo a El País que el futuro Directorio tiene que tener una conducción firme y sin “amigachos en el gobierno” (ver reacuadro), mientras que el propio García, en una columna publicada en el País hace 15 días, aseguró que el Partido Nacional tiene que ser “la contracara del modelo socialista” que representa el Frente Amplio, y que debía quedar claro —como insistió en algún otro discurso— que “una cosa es tender la mano y otra confundir los roles”, una concepción que se aleja del mensaje que dio Delgado el 24 de noviembre tras la derrota a manos de Yamandú Orsi, en donde dijo que la coalición estaba dispuesta a darle “las dos” manos al Frente Amplio “si lo necesita el país”.

Hay, sin embargo, otros nombres que circulan entre dirigentes como posibles presidentes del partido. Entre ellos, una que ya lo fue y hasta hace relativamente poco: la vicepresidenta Beatriz Argimón.

Fuentes de su entorno señalaron a El País que la hoy referente del sector D Centro está dispuesta a volver a ocupar ese lugar y que entre otros atributos está su capacidad de representar “al partido antes que a un sector”, además de su “afinidad” y “cercanía” con Lacalle Pou.

Este debate comenzará a definirse en los asados de enero, como suelen hacer los blancos, pero tendrá su resolución formal en la elección interna, cuya fecha también genera divisiones. Porque hay quienes plantean —como en Alianza País— que la elección de los convencionales debería hacerse en marzo para ya tener nuevas autoridades políticas que funcionen como “interlocutoras” del gobierno de Orsi, mientras que otros sostienen que la renovación bien puede tener lugar después de las departamentales del 11 de mayo.