Por Joaquín Silva y Pamela Díaz
La situación era cada vez más insostenible porque la fundamentación jurídica que necesitaba el gobierno para seguir confiando en la ministra Irene Moreira no aparecía. Pasaban las horas del jueves y en la Torre Ejecutiva no encontraban ninguna base legal que habilitara a la secretaria de Estado a entregar un apartamento a una persona -a una militante de su propio partido, por caso-, sin pasar por el sorteo reglamentario.
Fue necesaria una llamada del secretario de Presidencia, Álvaro Delgado, sobre el final de esa jornada, para exigir que apareciera la norma jurídica que pudiera mantenerla en el puesto, pero lo que envió Moreira no fue suficiente ni convenció al gobierno de la legalidad del procedimiento. Porque ningún ministro “puede entregar una casa a quien se le cante”. Así, sencillamente, según resumen en el gobierno.
Por eso Luis Lacalle Pou ya se había ido a acostar en la noche del jueves prácticamente resuelto a pedirle la renuncia al cargo. Al otro día, poco antes de las nueve, el presidente llamó a Guido Manini Ríos para plantear que iba a sustituir a su esposa en la cartera, y eso desató un tenso diálogo entre ambos. Manini le respondió que no estaba de acuerdo, que si sacaba a Moreira, Cabildo Abierto se iría de la coalición y que en definitiva el presidente se estaba dejando llevar por la “manija” política y mediática contra su partido, además de que se estaba tomando “revancha” con un partido que había “molestado” al oficialismo durante todo este tiempo.
Lacalle Pou comunicó luego a su entorno que Manini estaba “recaliente”, que había “amenazado” con irse y que no tenía idea qué decisión iba a tomar. Pero también le dijo que él estaba molesto porque no vio ningún atisbo de autocrítica por parte de los cabildantes sobre la actuación de Moreira, que incluso ratificó sobre el final del día -en una declaración pública, sin admitir preguntas periodísticas- que volvería a tomar la misma polémica decisión (ver en el recuadro).
Las horas siguientes fueron por demás movidas en Cabildo Abierto, porque varios diputados de esta fuerza política comenzaron a visualizar las consecuencias reales del paso que estaba por tomar Manini, que luego de la llamada con el presidente estaba decidido a romper con el oficialismo -postura que compartía con el senador Guillermo Domenech, que no tuvo prurito en referirla públicamente en distintas consultas de prensa.
Algunos representantes de esta fuerza, según supo El País, le pidieron directamente a Manini que “reflexionara” sobre la decisión que se mostraba dispuesto a tomar, porque pasar a la vereda de la oposición causaba una incomodidad que sería difícil de sobrellevar para dirigentes que han construido su novel carrera política dentro de la alianza que ganó las elecciones en 2019. “No estaba dispuesto a trabajar para afectar la gobernabilidad”, señaló a El País uno de los diputados consultados.
En la declaración que hizo Manini ante los medios al mediodía -en la que tampoco se aceptaron consultas- no hubo mención a su futuro político, pero cayó mal en Torre Ejecutiva -especialmente en el primer mandatario- que afirmara que a ese momento Lacalle no le había pedido la renuncia a su esposa.
El presidente estaba escuchando esta declaración desde su auto -se dirigía a un almuerzo en Maldonado- y, sin perder tiempo, llamó a Moreira para dejarle “en claro” que ya no formaba parte de su gabinete.
El rumor
La declaración de Manini se centró en explicar, por primera vez por parte de Cabildo Abierto, la norma con la que -según creían y siguen creyendo en este partido- estaba justificada la adjudicación del apartamento a una militante del partido. El senador habló de una resolución de 5 de octubre de 2009 por la cual se han “otorgado decenas de viviendas, varias de ellas en este período y muchas más en períodos anteriores”, y denunció que dentro del propio oficialismo hay actores “que permanentemente han hostilizado a Cabildo y buscado de todas las formas sus reacciones”.
Manini -rodeado por Guillermo Domenech, Raúl Lozano, y los diputados Álvaro Perrone, Martín Sodano, Elsa Capillera y Nazmi Camargo- se retiró de la sala de conferencias rápidamente una vez terminado su mensaje, y subió al cuarto piso del edificio anexo al Palacio Legislativo para dar inicio a una extensa reunión con la figura clave de la polémica: Moreira.
Fue una instancia con diálogo entre todos, aunque por momentos la conversación se tornaba en un diálogo entre Manini y su esposa.
Para ese momento el enojo del líder del partido era visible, como pudo constatar El País. El excomandante en jefe del Ejército tomó la palabra en varios momentos de un encuentro que duró más de una hora y media, al igual que la ya exministra, que tenía una carpeta arriba de la mesa.
La reunión finalizó a las 14:40, cuando Moreira salió disparada hacia el ascensor, sin dar tampoco declaraciones.
Y aquí comenzó el segundo impasse del día, que tuvo a los integrantes de la Torre Ejecutiva con preocupación.
Lo que alarmó al gobierno fue un rumor que se extendió rápidamente entre varios dirigentes de la coalición y que, de haberse confirmado, hubiera supuesto un hecho de cierta gravedad institucional: que Moreira no presentaría la renuncia. De hecho, un dirigente cabildante señaló a El País una hora antes de la declaración de despedida que hizo ella desde la sede de la cartera -sobre las 20 horas- que Moreira “no tenía ningún motivo para renunciar”.
Pero ante los medios la secretaria de Estado renunciante planteó una suerte de rendición de cuentas -repasó lo que llamó “hitos” de su gestión desde el marzo de 2020 a la fecha- y agradeció a los funcionarios que la acompañaron.
Fue una señal que alivió al gobierno, que celebró ese mensaje de “balance” porque echó por tierra “los otros rumores”.
“Volvería a tomar la misma decisión”
“Si hoy me lo consultan, volvería a tomar la misma decisión, amparada por el marco normativo. Nadie le regaló nada (a quien recibió la casa), lo tendrá que pagar por 30 años”, dijo Moreira segundos antes de anunciar su renuncia. “Siempre hemos obrado de buena fe, amparados por un marco que se ha utilizado en toda la historia de este ministerio”, agregó y aseguró que este mismo procedimiento fue utilizado por las anteriores autoridades en más de 70 ocasiones. “Lo dije hace unos días y lo repito: no hemos actuado en estos tres años fuera de la normativa vigente”.
Fin de semana
Más allá de que las chances de que Cabildo Abierto abandone el barco de la coalición siguen estando arriba de la mesa, en el gobierno confían que este fin de semana -el compás de espera que fijó Manini hasta el lunes, para cuando se espera que sesione la Mesa Política de su partido- dé un suficiente espacio de “reflexión” para que se terminen de calmar las aguas.
En Cabildo Abierto, en efecto, también hablan en términos de “descansar las ideas”, y evitar así que se tomen decisiones “en caliente”.
Pero además hay un motivo de peso para aplazar cualquier determinación y es que no se puede definir el futuro político de la colectividad sin conocer qué opinan los cabildantes que integran el Poder Ejecutivo. Porque si se decidiera apartarse de la coalición, serán estos últimos los que se quedarán sin cargos, mientras que los legisladores continuarán en sus bancas hasta el final del período.
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