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De forma más o menos consciente, todo presidente sabe que de la cantidad -y relevancia- de los cortes de cintas que pueda hacerse durante su gobierno depende en gran medida la huella que dejará en la historia tras su paso por el poder, y cierta parte -una parte por demás significante- del desempeño electoral que se tendrá en los comicios siguiente, punto siempre de evaluación de la administración que termina.
En política exterior -que es uno de los ejes más importantes de cualquier gobierno- no hay tal corte de cintas, pero las firmas de acuerdos y la concreción de tratados hace las veces de inauguraciones de obras o de la fotografía anhelada que simboliza un logro de gestión. Por eso es que a medida que se acerca el penúltimo año del gobierno de Luis Lacalle Pou -que stricto sensu iniciará en marzo próximo- en el gobierno empieza a apremiar la necesidad de mostrar resultados concretos de la vocación netamente aperturista del mandatario blanco, que lo ha llevado a buscar un Tratado de Libre Comercio con China, y en tiempos recientes intentar ser parte del Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (Cptpp).
No es lo único, porque también está en negociaciones un acuerdo de libre comercio con Turquía, y en los hechos el espíritu es acercar a Uruguay al mundo y mejorar su flujo comercial pese a las dificultades que tal postura genera a la interna del Mercosur, en donde la posición mayoritaria -sostenida en buena medida por Brasil y Argentina, más allá de matices circunstanciales- es que cerrar acuerdos con terceros países por fuera del bloque contraviene la normativa de la alianza.
En el Ministerio de Relaciones Exteriores -ayer ocupados en seguir atentamente la invasión de bolsonaristas al Congreso Nacional, el Planalto y la sede de la Corte Suprema de Brasil- saben que más allá de la agenda puntual el objetivo central de Lacalle Pou es acelerar a fondo en las negociaciones con China y con los integrantes del Acuerdo Transpacífico, pero que también la alta complejidad de esas negociaciones puede llevar a que Uruguay no tenga resultados en el mediano plazo.
Y hay voces en la Cancillería que comenzaron a asumir esta realidad y a intentar trasladarla a Presidencia, más allá de que el canciller Francisco Bustillo se muestra optimista en el camino trazado, puertas adentro y hacia afuera de la cartera de relaciones exteriores.
Porque las señales son claras, e incluso más que visibles para el oficialismo en general: por ejemplo, Ecuador firmó por estos días un tratado con el gigante asiático, similar al que procura Uruguay, en un plazo menor al año, tema que en el Ejecutivo no pasó para nada por alto por el contraste con el caso uruguayo. Y es también un hecho que destacan dirigentes como el expresidente Julio María Sanguinetti. “Esto (por el TLC con China) pareció que iba a ir en una vía más rápida y hoy está en una vía más lenta”, reconoció ayer domingo a El País el secretario general del Partido Colorado.
La posibilidad de ingresar al Cptpp, por otra parte, se sabe que al momento es lejana -aunque no imposible- y que hay una larga lista de deberes que Uruguay deberá cumplir, como adecuar su normativa arancelaria, tributaria y comercial, algo explicitado en un informe encargado por el Instituto Nacional de Carnes a la Universidad de la República, la Universidad Católica del Uruguay y la Universidad de Montevideo, cuyos detalles dio cuenta El País días atrás.
De tal manera que es probable que lo que pueda mostrar el gobierno de Luis Lacalle Pou cuando llegue el momento de pasarle la banda presidencial al próximo mandatario el 1° de marzo de 2025 sea el inicio de estas negociaciones y no necesariamente resultados palpables.
También se es consciente que no mostrar firmas estampadas es alimentar uno de los frentes abiertos con la oposición, que reclama que en política exterior el actual gobierno hace abuso de “anuncios” pero no muestra hechos, y ha definido a la gestión de Cancillería como de “rotundo fracaso”, como suele repetir el senador del Frente Amplio, Daniel Caggiani.
Por eso es que una posibilidad que estará arriba de la mesa del Ejecutivo para lo que queda del mandato es intentar acuerdos comerciales más acotados, en algún caso regional pero por fuera del Mercosur, cuya concreción sea más viable y sirva para mostrar evidencia palpable de lo realizado en política exterior, indicaron a El País fuentes de Cancillería.
En declaraciones recientes a Montevideo Portal, el nuevo vicecanciller, el colorado Nicolás Albertoni, puso de alguna manera en palabras este panorama: “No es siempre lo que uno quiere, sino lo que el contexto internacional le permite”, señaló el flamante jerarca, para quien la política exterior es, así, “una combinación de mesura y eficacia”.
Uruguay condena ataques en Brasilia
Tras ver la invasión de militantes bolsonaristas a los edificios de los tres poderes de Brasil -el Congreso Nacional, el Planalto y la sede de la Corte Suprema- Uruguay se pronunció al respecto con una firme condena.
Primero se expresó el Ministerio de Relaciones en su cuenta de Twitter, en donde de declaró: “Uruguay condena los episodios de violencia contra las instituciones en Brasil y hace un llamado a respetar el Estado de derecho, la democracia y su gobierno”. Y a continuación, en esa misma red social, el presidente Luis Lacalle Pou retuiteó ese mensaje y agregó: “Lamentamos y condenamos las acciones llevadas a cabo en Brasil que atentan contra la democracia y sus instituciones”.
De igual manera se manifestaron ministros de su gobierno, como Javier García (Defensa), Adrián Peña (Ambiente), Luis Alberto Heber (Interior) y Pablo Mieres (Trabajo), entre otros.