Ciudadanos logra evitar una ruptura, pero tras apoyo a Silva algunos dirigentes podrían irse con Gurméndez

Peña había estado negociando con el presidente de Antel, antes de tomar la decisión de apoyar al líder de la ANEP y cederle el primer lugar en la lista al Senado.

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Elecciones Nacionales 2019
Robert Silva
Fernando Ponzetto/Archivo El Pais

Como nunca tras la salida del excanciller Ernesto Talvi de la política, la interna del sector Ciudadanos ha estado movida en estos últimos días. Esto lo ha marcado especialmente la larga y tensa negociación que se dio entre los más allegados al senador Adrián Peña, y el presidente de la Administración Nacional de Educación Pública (ANEP) -y más que factible precandidato a la Presidencia de la República-, Robert Silva.

El final de la disputa ya fue adelantado el viernes por El País. Peña decidió no ser precandidato, e incluso cederle a Silva el primer lugar por un escaño en el Senado en la lista 600, la que fue fundada por Talvi y Peña de cara a las elecciones de 2019.

Pero esta decisión también significó descartar como sector el apoyo al presidente de Antel, Gabriel Gurméndez, posibilidad que llegó a manejarse como más que real por varios dirigentes de Ciudadanos. Siendo esto así, hay quienes -aunque son una minoría- quedaron “desconcertados” con este final de un largo episodio que tuvo muchas idas y venidas en las últimas semanas.

El periplo.

La primera reunión entre Peña y Silva que giró sobre la disyuntiva de la precandidaturas se hizo en abril de este año. Por entonces era reciente la crisis personal por la que había pasado el senador, que hacía poco había renunciado al Ministerio de Ambiente tras conocerse que no ostentaba el título de licenciado que alguna vez había dicho tener.

En ese encuentro quedó claro cuál sería el posible desenlace en Ciudadanos: o se apoyaría la candidatura de uno u otro. Es decir, el elegido del sector iba a ser Peña o Silva.

Poco después, en mayo, los líderes colorados mantuvieron otra reunión, en la que se aceptó que la precandidatura más viable era la del presidente de ANEP, cara visible de la reforma educativa. Pero allí Silva sumó una nueva exigencia: si el candidato iba a ser él, le parecía lógico liderar la lista 600 al Senado, un puesto que naturalmente pertenecía a Peña.

A partir de ese momento fue que la interna de Ciudadanos empezó a dividirse: una parte apoyó a Peña, entendiendo que era el senador quien debía ser el candidato a la Presidencia; otros no iban tan a fondo pero sí consideraban que era el legislador el que tenía que ir primero en la lista por haber tomado la posta tras la salida de Talvi; y otros entendían que había que ir con Silva e incluso aceptando su postura de ir primero en la lista -más allá de algunas dudas que también surgieron sobre la conveniencia de que el presidente de la ANEP abandone la transformación educativa tan pronto.

Silva renunciará a fines de octubre para ya lanzarse a la campaña, pues para ir por un cargo parlamentario debe dejar la ANEP un año antes de las elecciones nacionales.

Hasta aquí -ya en pleno invierno-, de acuerdo a las fuentes consultadas, aún no se hablaba de la posibilidad de Gurméndez en filas ciudadanas. Por ese entonces dirigentes que insistían en que Peña debía ser el primero en la lista al Senado, mantuvieron una reunión con Silva. El encuentro se hizo en la casa del jerarca de la educación y allí estuvieron los ministros Robert Bauvier (Ambiente) y Fernando Mattos (Ganadería), además de algunos legisladores. Peña no participó de ese encuentro.

Silva no se dejó convencer y marcó la misma postura que le había adelantado a Peña: quería ir primero en la lista. Y les explicó que si lanzaba una precandidatura, entendía que tenía que tener un papel de liderazgo, al tiempo que pasó un mensaje a toda la interna de Ciudadanos: “Yo preciso certezas”, dijo, según señalaron fuentes que participaron del encuentro a El País.

Desde allí, entonces, el nombre de Gurméndez -perteneciente a la Lista 15- empezó a manejarse en Ciudadanos como una posibilidad, ante la negativa de Silva de dejar de reclamar el primer lugar en la lista. Lo plantearon los dos ministros, el senador Pablo Lanz y otros dirigentes, como la senadora Carmen Sanguinetti y la diputada Nibia Reisch, vieron con “buenos ojos” esta opción.

Entonces, ya a principios de agosto, empezaron las reuniones con Gurméndez. En algún caso fueron encuentros mano a mano entre Peña y el titular de Antel, y en otros hubo más dirigentes.

Acá entran al menos dos versiones, según a quién se consulte, como es habitual en política. Unos, allegados a Peña, sostienen que en estos diálogos primó el interés del propio Gurméndez en contar con el apoyo de Ciudadanos, y que de parte de Peña se dejó en claro que la “prioridad” seguía siendo Silva. Incluso hay quienes sostienen que también hubo algún encuentro con Tabaré Viera, muy posible precandidato por Batllistas, en caso de que no regrese Pedro Bordaberry. En tanto que otros, los allegados a Gurméndez, juran que todo fue al revés: que se le transmitió al presidente de la empresa pública que manejaban su nombre, que veían con entusiasmo un apoyo a su precandidatura, y que solo esperaban a que Silva “rompiera” con el sector para formalizar la propuesta.

Las exigencias de Gurméndez eran menores: no pedía liderar la lista 600, dejaba ese lugar a Peña, lo cual igualmente garantizaba una ruptura del sector porque había muchos convencidos ya de apoyar a Silva, como por ejemplo los diputados Felipe Schipani, María Eugenia Roselló y Ope Pasquet -quien de hecho comunicó este viernes el apoyo a esa precandidatura por parte de su agrupación, Batllismo Abierto.

Agosto tuvo más reuniones entre dirigentes de Ciudadanos y Gurméndez. Algunos pensaron que la alianza estaba prácticamente acordada. Así lo entendieron el propio Gurméndez y otros dirigentes, como el presidente de Ancap, Alejandro Stipanicic. Por eso, cuando Peña el viernes confirmó a El País su apoyo a Silva, se generó cierto desconcierto en algunos de los miembros de Ciudadanos que pensaban en Gurméndez como la mejor opción. En las próximas horas se esperan definiciones al respecto. Los allegados a Peña descartan una “sangría de dirigentes”, aunque sí reconocen que puede haber algunos movimientos.

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